Publicado el domingo 17 Octubre pasado en el diario El Mercurio, de Santiago de Chile, por Macarena García, enviada especial a Frankfurt, el siguiente artículo permite una perspectiva distinta de la feria que acaba de terminar: "La principal feria del libro del mundo intentó predecir el futuro de la industria. Pensar cómo la digitalización cambiará la lectura y las formas de ganarse la vida editando o escribiendo libros".
Feria del Libro de Frankfurt:
El incierto futuro del libro
El tema de la Feria podría haber sido Latinoamérica. Por tercera vez en la historia, la invitación de honor recaía en un país del continente –Argentina, que mostró su literatura, a la vez que cine, tango y alfajores– y el Premio Nobel se lo llevaba contra los pronósticos un escritor de la región, Mario Vargas Llosa. Pero no. El tema no fue Argentina y poco se lo robó el escritor peruano. La discusión, acorde con los tiempos, fue sobre los libros que se leen en pantalla: la revolución del ebook.
Quizá haya que aclarar algo: la razón de la Feria del Libro de Frankfurt –la más importante en su género– no es la literatura, sino el libro o, más precisamente, el negocio editorial. Es como si fuera una feria del automóvil. A las nueve de la mañana, un tropel de hombres forma una masa bastante uniforme que entra con prisa. Hombres (y, en menor medida, mujeres) que llevan maletines o maletas con rueditas y apuran un café en un vaso desechable. Hacia las seis de la tarde, cuando la Feria cierra sus puertas, son esos mismos hombres los que salen de allí un poco más cargados, un poco más despeinados. La Feria no abre al público –un público que de todas maneras no puede comprar allí adentro– más que un fin de semana. Frankfurt es un lugar para hacer negocios, y el problema ahora es que el negocio está en crisis. El mayor temor para los que han estado en esta industria por años es que los libros digitales no dejarán tantos dividendos como los impresos. La respuesta –no siempre asumida– es tratar de demorar el cambio y, de ser imposible, de hacer que el futuro se parezca lo más posible al presente.
Mantener la cadena del libro
Eoin Purcell se gana la vida como analista de la industria editorial, y dice que le llama la atención que por primera vez es la feria misma la que se organiza para afrontar el tema de la digitalización. “Llevamos muchos años hablando de ebooks “, dice el especialista irlandés, “pero ahora la feria lo ha puesto al centro del debate con estos hotspots y el ciclo de conferencias”. Purcell está sentado en el espacio para reuniones de uno de los seis hotspots, espacios destinados a dar a conocer las últimas novedades tecnológicas. Este está destinado a mostrar dispositivos de lectura: una veintena de diferentes pantallas con más o menos botones busca la aprobación de los lectores. También se vende un ebook para niños, a prueba de golpes y chocolates derretidos, en el que los personajes se mueven y la música acompaña. Cabe preguntarse si los libros no terminarán siendo películas. El hotspot tiene también un pequeño auditorio con su necesaria pantalla para proyectar powerpoints en que los participantes del negocio exponen sus gracias. Un hombre se gana a la audiencia confesando que a él todo esto también le atemorizaba, antes de explicar cómo hay que diseñar un libro para que pueda ser leído en los distintos aparatos de lectura, que es el servicio que su compañía presta.
Purcell, quien no está del lado de los apocalípticos ni de los más entusiastas, cree que los modelos que hoy se plantean para desarrollar el libro digital no son más que soluciones de mediano plazo, resistencias del mercado, que no alcanza a dimensionar la transformación. “Se está tratando de replicar la cadena de valor del libro impreso: el autor, el agente, la editorial, el distribuidor y el vendedor. Pero también aparecen muchos otros modelos que son más conscientes de que el negocio mismo ha cambiado y pueden tomar ventaja de ello”, dice, y agrega: “No me extrañaría nada que para la próxima Navidad los dispositivos de lectura fueran gratis. O que se regalarán a cambio de la compra de un cierto número de títulos”.
¿Será sólo un complemento?
En Frankfurt se trata de prever el futuro. La ceremonia inaugural dio la nota cuando el director de la Feria dedicó buenos minutos a hablar de cómo la digitalización era el último paso de la revolución iniciada por Gutenberg. Su énfasis no coincidía con la realidad del mercado digital alemán –donde el ebook apenas llega al 1% de las ventas–, pero era una adecuada respuesta a los tiempos. Este año no sólo se lanzó el iPad, sino que personajes como Andrew Wylie, el más poderoso agente literario, lanzaron su ofensiva digital y las ventas en EE.UU. subieron hasta pronosticar que se llevarán un 20% del mercado total a fines de año. El discurso del germano fue seguido por uno del ministro de Relaciones Exteriores alemán, Guido Westerwelle, cuyas palabras develan esa idea de lo digital como una amenaza: “Me atrevo a predecir que el libro electrónico no reemplazará al libro impreso, pero lo complementará. El libro sobrevivirá a todos aquellos que hoy quieren cavar su tumba”.
De monopolio a oligopolio
En mesas redondas y conferencias se esbozaron posibles buenos futuros, si no para la industria tal como la conocemos, para la publicación y la lectura. Se habló hasta el hartazgo de cómo el escritor puede autopublicarse y por fin quedarse con una buena porción del precio de venta. “Los escritores hoy ganan tan poco que tienen todo que ganar”, dice Chris Meade, inglés que estudia el futuro del libro y que cree que estamos ad portas de un florecimiento creativo. También se dijo que las editoriales seguirán siendo importantes siempre que sepan usar las herramientas de la red para lograr posicionar a sus autores; de lo contrario, corren el peligro de ser eliminadas de la cadena, como cuando el agente negocia directamente con los vendedores. Y, cómo no, se debatió durante horas sobre el poder de las grandes plataformas de venta: la tienda de libros de Apple, la superpoderosa Amazon y la temida Google Editions, que anunció lanzamiento para fines de este año en EE.UU. y comienzos del próximo en el resto del mundo.
Jens Bammel, secretario general de la Asociación Internacional de Editores, dice que una de las buenas noticias que escuchó en Frankfurt fue que el futuro no iba a estar dominado por una de las tres grandes: Apple, Amazon o Google. “Se ve un paisaje muchísimo más colorido que el que imaginábamos hace algunos años”, dice Bammel, “no parece que vaya a haber un monopolio, sino cuando mucho un oligopolio”.
Ricardo Costa, columnista de la brasilera Publishnews, destaca a dos compañías que “están haciendo un gran trabajo” y le podrían dar la pelea a Amazon, que es hoy la mayor librería virtual: los canadienses Kobo, con un catálogo más nutrido que el de Apple, y Copia, que además de ser una plataforma de venta de ebooks se creó como una red social en que los usuarios recomiendan libros. Copia anunció también que sacará un lector de libros a color –hasta ahora, salvo excepciones como el iPad, son en blanco y negro– a sólo 99 dólares. “El gran beneficiario será el lector”, asegura Purcell, quien augura una gran oferta de lectura gratis o a muy bajo precio, y agrega: “Los autores también van a ser beneficiados, aunque es probable que en unos años más el autor medio –no ese que tiene grandes ventas, que siempre podrá sobrevivir bien– se plantee qué tan bueno fue el cambio. Hoy muchos autores pueden vivir de sus obras, y que lo puedan seguir haciendo en el futuro es algo que está por verse”.
Novedades tecnológicas: ¿Cómo se regala un ebook?
El despegue de los ebooks en Estados Unidos y el hecho de que la crisis financiera global ya parezca estar atrás pueden explicar el entusiasmo de los emprendedores digitales que mostraron sus gracias en Frankfurt. Se mostraron ebooks con lenguaje de señas para sordomudos –financiados por un programa de accesibilidad a medios de la Unión Europea–, cuentos para niños cuya historia y dibujos pueden ser modificados por ellos (de los holandeses Mijn naam is Haas), y disparates como una editorial especializada en personalizar las historias a gusto del comprador: él escoge nombres de protagonistas y sus características.
Para “salvar” a las librerías y también el concepto de regalar un libro en tiempos de digitalización, se presentaron tarjetas ebooks, un simple cartón que lleva un código con el que el libro se descarga en el lector digital. Los accesorios digitales no terminan allí: proliferan los vendedores de nuevas aplicaciones para maniobrar la biblioteca en el iPhone o los innumerables diccionarios para cargar en el e-reader . Es también tiempo de las utopías digitales, como la creación de comunidades de lectores, donde los usuarios suben sus textos que son leídos y valorados por el resto. “El mensaje es que somos la revolución de la lectura”, dice la joven promotora de un portal abierto a cualquiera que quiera “publicar” su libro. “Esto es como el myspace lo fue para la música”, agrega, convencida de que alguno de sus escritores se volverá famoso. Y es que ofertas para la autoedición –que compiten por conseguir los dividendos del siempre dispuesto ego del escritor– hay muchas. Entre las más serias destaca Epubli (http://www.epubli.de/) que ofrece tanto la publicación de ebooks como de libros que se imprimen por demanda. El autor (o su agente o editorial si se quiere) pueden decidir las características de éste y calcular en línea cuando sube o baja el costo. El precio lo determina el autor y también cómo quiere venderlo;un ilustrativo gráfico explica quién se lleva qué porcentaje de la venta final.
El peligro de la banalización que ve Mario Vargas Llosa
El flamante Premio Nobel de Literatura se refirió al tema en unas de sus últimas conferencias de prensa. “Considero inevitable el retroceso de los libros en su forma tradicional. No sé si eso me hace feliz; mi idea del libro es el libro de papel, pero eso está cambiando y va aseguir cambiando. Mi esperanza es que la nueva tecnología no implique una banalización, una trivialización del contenido del libro. Eso depende de nosotros; si queremos que la literatura siga siendo lo que ha sido, está en nuestras manos”.
Los europeos frente al ebook
En temas de digitalización, algo más que un océano separa a Estados Unidos –el país donde el ebook es una realidad– de Europa, donde el libro digital apenas despega. Entre las razones se cuentan las diferentes y protectoras legislaciones europeas. La penetración del ebook en Estados Unidos estuvo impulsada por la práctica de Amazon de vender los libros más baratos del precio al que se los compraba a los editores, algo imposible en la mayoría de los países europeos, donde los libros tienen un precio fijo. Este año, y tras un tenso forcejeo con las editoriales, Amazon retrocedió y aceptó que las editoriales fijen el precio, el llamado agency model. Pero no pierde la fe con lograr establecer un nuevo modelo, que garantice ofertas de ebooks a bajo costo. Ahora en Gran Bretaña –donde no hay ley de precio fijo– Amazon ofrece el 70% de los beneficios para el autor (o para el autor y su editorial, en caso que la tenga) a cambio de un par de requerimientos, entre ellos que ofrezca el libro digital por menos de 7 libras. “Yo me pregunto qué pasará cuando Amazon llegué a España”, dice Eoin Purcell, “no sé si Libranda (la plataforma de venta digital organizada por las editoriales españolas) estará en condiciones de darle la batalla”. Amazon no ha anunciado planes para el mercado en español, pero que hayan comprado el dominio y el éxito de sus filiales en Alemania y Francia da para pensar que puede estar en sus planes.
Entre este panorama o el ver la cultura vía twitter, ¿de qué libros o ebooks hablan?, i.g.
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