miércoles, 2 de septiembre de 2015

"El milagro de reírse en dos lenguas distintas de una misma cosa"

Publicada el 15 de julio pasado en el diario ABC, en la sección Provincias correspondiente a Sevilla, la brevísima entrevista a la crítica y traductora Yolanda Morató es una perfecta muestra de cómo, incluso en muy poco lugar, se puede decir mucho.

Una buena obra mal traducida deja de serlo

La profesora de Filología Moderna de la Universidad de León, Yolanda Morató ha realizado una reivindicación del papel del traductor literario en su intervención en los cursos de verano de la Universidad Pablo de Olavide en Carmona.

Según explica se trata de una figura no siempre reconocida en el mundo editorial, pero de gran importancia, ya que «una buena obra con una mala traducción deja de serlo para un sector importante: sus lectores en lengua extranjera» y añade que «curiosamente, nadie dice nada cuando sucede a la inversa».

A juicio de Morató, las editoriales sobre todo, pero también las revistas, los suplementos literarios y sus críticos, son «decisivas a la hora de visibilizar la figura del traductor». Ella misma afirma recordar haber leído muchas reseñas en las que «se alaba el fino sentido del humor del escritor, pero no se decía nada del verdadero artífice de ese milagro que consiste en que dos culturas diferentes consigan reírse en dos lenguas distintas de una misma cosa».

El panorama de la traducción en España indica que la literatura norteamericana es la más traducida desde hace décadas, si bien cada vez se traduce a autores de otras literaturas, algo en lo que suele tener mucho que ver la concesión del Nobel a personas de otras lenguas. Es el caso de lo ocurrido en los últimos tiempos con las literaturas sueca o polaca, explica Morató.

En cuanto a la realidad del mercado de la traducción literaria en España, la profesora de la Universidad de León considera que hay editoriales «que no tratan bien a quienes hacen que la obra hable la lengua del lector». Entre los problemas a los que se enfrentan los profesionales del sector encuentra prácticas como, «que un sello o un corrector modifiquen en un minuto lo que el traductor ha tardado un par de días en formular». Y junto a ello, la tardanza en el cobro, los plazos de entrega, las bajas tarifas, la constante disponibilidad o las jornadas «interminables», algo que Morató define como «la deshumanización de los oficios».


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