Ludwig Zamenhof, |
El 23 de diciembre pasado, en su siempre interesante columna
del diario Perfil, Rafael Spregelburd escribió lo
siguiente.
De
tierras y profetas
¿Me parece sólo a mí o esta noticia sirve más o menos bien
como cuento de Navidad?
Mala suerte la de haber nacido en Bialystok. La ciudad hoy polaca pasó por manos bielorrusas, soviéticas, prusianas, alemanas. No en vano fue allí –y no en otro sitio– donde la lengua y su estructura siempre política urdieron la trama cuidadosa del Doktoro Esperanto, “el doctor que está esperanzado”.
El consejero municipal Zieleniecki no negó la importancia de Zamenhof pero dijo que la ciudad declaró 2017 el “Año Joz” aniversario del nacimiento del padre de la independencia. Parte de la oposición polaca denunció la “emergencia del nacionalismo católico” y el “ambiente desfavorable en el seno del PiS a todo lo que no es étnicamente polaco”. Zamenhof era judío, como casi toda la ciudad antes del exterminio de las dos guerras.
Y nótese que ese partido conservador se llama PiS.
En fin; será el año esperantista en el resto del globo.
Y nadie es profeta allí en su tierra.
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