“Los Premios Nacionales no fueron convocados desde
la asunción de Macri, aunque el ministro de Cultura Pablo Avelluto ‘calcula’
que se anunciarán en la próxima Feria del Libro. Los Municipales llevan dos
bienios sin fallos, pese a que se presentan las obras.” Así es la bajada del
artículo que el 11 de enero pasado publicó Silvina
Friera en el diario Página 12.
Cuando el estímulo a la creación
deja de ser prioridad
En el engranaje kafkiano de Cambiemos siempre falta
algo. Puede ser un papelito, una firma, o una revisión que se extiende por dos
años y genera el temor de que los “desdibujados” Premios Nacionales
–calificación de Enrique Avogadro cuando todavía no era ministro de Cultura de
la Ciudad– estén más cerca de la suspensión definitiva que de su regreso. Los
estímulos a la creación, los subsidios a los artistas –escritores, músicos,
teatristas, artistas plásticos– están en la antípodas del “emprendedurismo” que
propicia el gobierno. Hace dos años que no se convocan los Premios Nacionales;
la última vez que se entregaron fue en diciembre de 2015, cuando la ministra de
Cultura era Teresa Parodi. Entonces los primeros premios –Jorge Aulicino en poesía
y Pilar Calveiro en ensayo político, entre otros– recibieron 50.000 pesos en
efectivo y una pensión vitalicia al momento de jubilarse. El segundo premio
obtuvo 30.000 pesos y el tercero, 17.000 pesos. Aunque se convocan y se
presentan las obras, hace dos bienios que no se fallan los Premios Municipales.
El ministro de Cultura de la Nación, Pablo Avelluto, “calcula” que se anunciará
la convocatoria de los PN para la Feria del Libro, “con una modalidad nueva,
con una simplificación de las categorías que las estamos terminando de
definir”.
Una forma absurda de ahorrar
El anuncio, sin demasiadas
precisiones, no tranquiliza a los escritores y artistas afectados por estas
dilaciones. ¿Por qué no se convocaron los Premios Nacionales durante dos años?
¿Por qué si se convocan los Premios Municipales no se fallan? “En el mejor de
los casos, los premios se postergan porque se considera que no son una
prioridad, como si se tratara de un lujo, cuando en realidad la erogación es
insignificante dentro de los presupuestos nacionales y municipales –responde
Tamara Kamenszain, Premio Municipal en 1999 en la categoría ensayo con La edad
de la poesía–. En el peor de los casos, directamente se los ignora y se
considera que no son un asunto de Estado y no se entiende para qué existen”.
Ana María Shua dice que es una forma “un poco absurda” de ahorrarle dinero al Estado. “No hay que pagar a los jurados, no hay que pagar los premios, no hay que pagar los subsidios. Digo absurda porque los premiados son poquísimos, un minúsculo grupo de personas. Lo paradójico es que los Premios Nacionales en Plástica se han seguido entregando, a través del Palais de Glace. De todos modos, acaba de informar el ministro de Cultura que se anunciarían los nuevos Premios Nacionales en la Feria del Libro, con algunos cambios. Veremos cuáles son esos cambios. Los escritores tememos una reducción de los subsidios, que consisten en cinco jubilaciones mínimas a partir de los 60 años. Y qué, recordémoslo una vez más, se entregan a poquísimas personas: es un premio y no una jubilación de privilegio”, aclara Shua, ganadora de los dos premios.
Selva
Almada precisa que el premio Municipal se viene convocando cada dos años
puntualmente, pero hace dos bienios que no se falla. “Según nos explicó Daniel
Couto, el funcionario a cargo, el presupuesto está desactualizado tanto para el
premio en sí como para los jurados. De todos modos, el material fue recibido y
allí está, en la dulce espera”, advierte Almada, integrante de la Unión de
Escritoras y Escritores. “La jubilación que se otorga cuando los premiados
alcanzan la edad jubilatoria es una ayuda económica muy importante para un
oficio la mayoría de las veces mal pago –cuando se paga; hay una idea de que el
trabajo del escritor no es un trabajo si no un lujo que nos damos unos pocos–,
que se ejerce de manera informal, sacándole tiempo a trabajos formales. Pienso
en (Alberto) Laiseca, a un año de su muerte: uno de los escritores más
importantes de nuestro país tuvo que hacer malabares para poder pagar sus
cuentas los últimos años de su vida. Muchos escritores y escritoras llegan a esa
situación en la vejez y la posibilidad del Premio Nacional se presenta como una
gran ayuda”, reconoce la autora de El
viento que arrasa.
Mala costumbre
Desde Artistas Premiados Argentinos (APA), institución que nuclea a los
ganadores de los Premios Municipales, su presidenta Nydia Sroulevich señala que
la falta de convocatoria en término para los premios Municipales y Nacionales
es una “mala costumbre” que perdura en el tiempo. “El hecho de dilatar las
convocatorias, y a veces aunque estén convocados los concursos, no convalidar
los resultados obtenidos a través de los jurados, hace que pasen largos
períodos sin que se concrete el resultado de los mismos. No se abonan los
premios ni, en caso que corresponda, los subsidios y no se pagan los honorarios
de los jurados. En el caso de los primeros premios tanto municipales como los
nacionales reciben un subsidio mensual vitalicio. Hubo períodos acumulados de
hasta ocho bienios sin que se regularizaran. Entiendo que el motivo es la
reasignación de las partidas que se destinan a esos rubros”, comenta
Sroulevich.
“Si convenimos que la cultura para un país no es lujo sino una producción
más que lo posiciona ante el resto de las naciones, incluso económicamente, las
consecuencias de postergar los premios son graves”, subraya Kamenszain. “Cuando
en la crisis de 2001 los premios Nacionales se suspendieron por unos años,
quedaron en la estratósfera cientos de libros perdidos que no tuvieron la
oportunidad de concursar. Le propongo a Marta Minujín que haga con esos libros
otro Partenón, ya que haberles quitado la posibilidad de concursar puede
entenderse como otro modo de censura”, agrega la poeta. Shua recuerda que los
premios Municipales están sostenidos por una ley de la legislatura de la
ciudad. “Tarde o temprano tendrán que darlos, porque la ley no se puede
modificar retroactivamente. En cambio, no hay una ley de Premios Nacionales,
con lo que no se trata de un atraso sino de una suspensión por tiempo
indefinido –compara la autora de Los amores de Laurita–. La gente que produjo
sus obras en esos años puede quedar en situación de no poder presentarlos
nunca, como le pasó a muchísimos escritores durante los casi diez años a partir
de la crisis del 2001. Quizás en el momento en que produjeron sus mejores
obras, no pudieron presentarlas. Para muchos escritores, sobre todo para los
que escriben una literatura prestigiosa pero poco comercial, ganar un premio
con subsidio es, simplemente, la posibilidad de una supervivencia digna. La
mayor parte de la gente no sabe que a los escritores nos toca solamente el 10
por ciento de lo que se paga por un libro”.
Sroulevich
sostiene que los concursos son un medio para difundir la obra de los creadores.
“El Estado debe mantener una política cultural de apoyo a toda manifestación
artística, una decisión pública destinada a que el artista que ha demostrado
sus talentos no resigne, por necesidad, su actividad creadora en beneficio de
la comunidad a la que pertenece. Un Estado sabio valora el concepto de riesgo
artístico, acepta la posibilidad de descubrir y apoyar nuevos talentos, y la
necesidad de proporcionar una enseñanza artística de alta calidad. También
acepta la posibilidad de premiar a sus artistas y a sus obras, y debe velar por
el cumplimiento de la legislación vigente en materia de estímulos y premios a
la creación”.
El imprudente
Desde el 24 de marzo de 2017, muchos escritores están molestos con lo que
declaró el actual ministro de Cultura de la Ciudad, Enrique Avogadro, entonces
secretario de Cultura y Creatividad del ministerio de Cultura de la Nación. “En
el escenario actual hay otros premios, como los del Fondo Nacional de las Artes
o los de la Fundación Konex, con lo cual los nacionales quedan un poco
desdibujados”, dijo al diario La Nación. PáginaI12 intentó comunicarse con Avogadro
y desde el área de comunicación del ministerio de Cultura de la ciudad
aseguraron que consideran “imprudente” que el ministro hable cuando lleva unas
dos semanas hábiles al frente del ministerio. Almada dice que no entiende que
le resulte “desdibujado” el premio Nacional frente a otros premios que nombra y
que son del ámbito privado, como los Konex. “Creo que sí habría que lograr que
el premio nacional se convierta en ley: eso aseguraría su continuidad más allá
de los gobiernos y de las políticas culturales de turno”, propone Almada. “Me
resulta incomprensible lo que quiso decir Avogadro”, admite Shua. “No,
desdibujados, en este caso, significa ‘poco importantes’. El Premio de la
Fundación Konex es un premio maravilloso para la Fundación Konex, prestigia y
aporta a la Fundación Konex. A los premiados no se les da nada. Prensa y
prestigio, pero ni un centavo. Yo recibí con mucha alegría y emoción el Konex
de Platino, pero en el mismo acto tuve que pagar a la Fundación Konex por una
botella de agua. Los premios del Fondo Nacional de las Artes son
extraordinarios, sirven para descubrir nuevos talentos, son premios honestos,
valiosos, importantes y hay que defenderlos a toda costa. Pero, salvo en el
caso de los poetas, no son para premiar autores de trayectoria, sino para gente
joven que quiere empezar a publicar”. Para Kamenszain, “la afirmación del
ministro muestra no tanto un desinterés o un intento de dilación sino una
verdadera ignorancia”. “¿Qué tendrán que ver los premios Konex, que no suponen
ninguna erogación económica sino que son un estímulo simbólico, con los
Nacionales? Sin desmerecer a los Konex en lo más mínimo, es como decir que el
valor de consignar en un currículum vitae que se presenta al exterior que uno
tiene un premio Nacional de un país o consignar que fue merecedor de un Konex
es lo mismo, cuando en realidad el Konex es un premio que en el exterior no es
significativo y tampoco pretende serlo. Los premios Nacionales de Literatura y
Arte se dan en la mayor parte de los países del mundo y no necesitan traducción
ni explicación; son un pasaporte contundente y universal”.
Vueltas y cálculos
El ministro de Cultura de la Nación, Pablo Avelluto, intenta justificar la
demora de dos años para convocar los Premios Nacionales. “La sensación que teníamos
es que debíamos revisar los premios porque había un montón de subcategorías en
ensayo, filosófico, político, psicológico... Pero también queríamos discutir el
modelo de los premios en relación con la pensión no contributiva que reciben
los ganadores. Cuando uno estudia la historia de los Premios Nacionales, tiene
que ver más con el apoyo a los creadores en su vejez. ¿Alcanza una obra para
otorgar un Premio Nacional que implica una jubilación en el futuro para su
autor? Me parece que es un tema que requiere una cierta reflexión. Estuvimos
dando vueltas, discutiendo; primero el tema lo tuvo Enrique (Avogadro) y
después lo tomé yo. Calculo que para la Feria del Libro los vamos a estar
convocando para este año”, anuncia Avelluto.
–¿Por qué no se convocan los premios que están atrasados: 2016 y 2017?
–Cuando no hubo premios, no se convocó para atrás, hubo muchos años en los
que no hubo premios y hubo muchos cambios de categorías a lo largo de la
historia. No hay una obligación legal de llamar a los Premios Nacionales todos
los años. Sí está reglamentado el tema de las pensiones que reciben los
ganadores, pero no la obligatoriedad del llamado. No es que nosotros adeudamos
premios de dos años. Eso no es así. Vamos a llamar a este año, seguramente con
una modalidad nueva, con una simplificación de las categorías, que las estamos
terminando de definir, para que sean convocados y otorgados en el transcurso de
este año. Y así después todos los años.
–¿Cuál será el monto de los premios?
–Va a ser mayor del que había, pero todavía no lo podemos definir. Vamos a
destinar una inversión para la organización, los premios y los jurados, de
alrededor de 5.000.000 de pesos para este año, que es mucho más de lo que se
había destinado en la última entrega.
Alpargatas y libros
Cambiemos-Pro
no se lleva bien con la “cosa pública”, y prefiere que muchas funciones y
acciones que son competencia del Estado queden en manos de los privados. ¿Cómo
afecta esto a las escritoras y escritores? “Para mí, no tiene nada de malo que
se busque la colaboración entre los privados y el Estado. Al contrario, es una
muy buena tendencia, que las mejores democracias del bienestar llevan adelante.
Habría que seguir estimulando el mecenazgo, por ejemplo”, sugiere Shua. “Yo
diría que Cambiemos-Pro no se lleva bien con la cultura. Es curioso, la Cultura
–o Kultura, como diría Cortázar–, que antes estaba en manos de las capas más
altas de la sociedad, ahora ha quedado del lado del peronismo –plantea la
escritora que ganó el Premio Nacional con el libro de cuentos Fenómenos de
circo–. En ese sentido, creo que se ha producido una degradación de nuestra
clase alta, que ahora parece tener más dinero que nunca pero mucho menos
interés en la cultura. ¿Serán todos parvenues? Una parte muy importante de los
intelectuales de nuestro país hoy son peronistas. Alpargatas sí y libros
también.”
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