martes, 13 de febrero de 2018

Un ejemplo de mala traducción periodística

¿Un hombre en control de los giros de su
vida? ¿O uno que trata de entender lo que
éste artículo dice sobre él?
El 30 de diciembre del año pasado, el diario Clarín reprodujo el siguiente artículo de Julie Ho, publicado originariamente en The New York Times a propósito de la “precisión” cuando se traduce. En ninguna parte aparece el nombre de quien lo tradujo, pero su lectura revela que, justamente, en la versión al castellano, la “precisión” brilla por su ausencia. Puesto a investigar, el Administrador descubrió que este mismo texto –digámoslo– mal traducido, en el que el castellano se parece a esos folletos de instrucciones de electrodomésticos traducidos en Taiwán,  circula impunemente por diversos diarios de Latinoamérica que se nutren  de dudosos artículos de color, resumidos del diario estadounidense. Las preguntas persisten: ¿los editores periodísticos ya no leen lo que publican? O dicho de otra forma, ¿leen tan mal que todo les da un poco lo mismo? ¿ Era necesario ahorrarse unos pesos en traductores y en correctores (esta última, especie en franca extinción)? Estos engendros constituyen la mejor respuesta.

Cómo traducir la voz de un artista

Mantener una traducción fiel al original, así se trate de un libro o un filme, podría no ser suficiente. Podemos tener acceso a cintas extranjeras más rápido que nunca, pero qué tan profundamente nos identificamos con ellas tiene mucho que ver con la traducción.

Los servicios de streaming de video como Netflix están tratando de mejorar la calidad de los subtítulos para satisfacer la demanda del público. Para ayudar, el sitio de anime Crunchyroll ha recurrido al público mismo, colocando a fans en su personal de subtítulos. La idea se remonta a los días de piratería antes de que existiera Crunchyroll, cuando los fans realizaban mejores traducciones que los estudios.

“La creación oficial de subtítulos era un poco más parecida a una línea de ensamblado”, dijo Colin Decker, de Crunchyroll, a The New York Times. “Y los fans dijeron que importa la precisión. El medio los atrajo para esforzarse por entender la cultura extranjera, lo que elevó el estándar de la calidad de la traducción”.

Es un problema con profundas raíces históricas. La Odisea, de Homero, escrita originalmente en griego antiguo, ha visto cientos de años de interpretaciones y, sin embargo, hay espacio para más. La clasicista Emily Wilson descubrió un nuevo enfoque a la famosa primera línea que describe a Ulises, el rey y héroe de la historia, como politropo.

En la interpretación literal de la palabra, poli significa “muchos” y tropos significa “giro”. Pero si Ulises es un hombre de “muchos giros”, ¿acaso es un hombre en control de los giros de su vida o está a merced de éstos? Wilson nos dio: “cuéntame sobre un hombre complicado”.

“De las traducciones existentes, me parece que ninguna le transmite a un lector sin el griego la interrogante abierta que, de hecho, es la pregunta con la que abre ‘La Odisea’”, escribió Wyatt Mason, en The New York Times Magazine, sobre la traducción de Wilson. “¿Qué tipo de hombre es Ulises?”.

La interpretación de Wilson ofrece una idea distinta sobre qué tipo de hombre era Ulises.

“Quieres tener un sentido de ansiedad respecto a este personaje y de que vamos a ver cómo se desdoblan capas”, explicó Wilson. “Aún no sabemos bien cuáles son las capas. Así que, quería que se le dijera al lector: esté atento a un texto que no va a ser interpretativamente directo”.

Para Wilson, recalibrar las palabras originales no significa que pierden algún significado.

“¿El hecho de que sea posible traducir las mismas líneas de 100 maneras distintas y que todas ellas sean defendibles de maneras totalmente diferentes? Eso te dice algo”, comentó.

En su traducción de Ulises como un “hombre complicado”, la opción de palabras se siente moderna, hablando directamente al lector de hoy.

Cuando Carina del Valle Schorske, una traductora en Nueva York, considera un texto, lo disfruta por lo que es: una interpretación.

“Ciertas palabras se mantienen empecinadas a ambos lados de una frontera y parecen no querer revelarse”, escribió en The Times Magazine. “Tomo eso como un recordatorio de que conocer a alguien, y conocerme a mí misma, es siempre un asunto inconcluso”.

Para Wilson, los términos precisos pueden ser infieles siempre y cuando sean veraces. Explica que una interpretación aún menos tradicional de politropo sería “infiel”.

“Podría haber dicho, ‘cuéntame sobre un esposo infiel’. Y ésa es una traducción viable”, apuntó. “Pero le daría una perspectiva totalmente diferente”.

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