Existe una superstición
ampliamente difundida en el mundo editorial a propósito de la ficción. Así, se
cree que la novela –no los cuentos–, vende mucho más que cualquier otro género.
Como las estadísticas no suelen ser oficiales, el mito se mantiene. Sin
embargo, en Gran Bretaña las cifras revelan otra cosa. Con este tema, Alison Flood publicó en The Guardian del 15 de diciembre del año
pasado el siguiente artículo sobre la crisis de la ficción y los escritores de
ficción en Gran Bretaña. En la bajada se lee: “Las nuevas cifras indican que
son cada vez menos los escritores del Reino Unido que ganan lo suficiente para
mantenerse, mientras que el Council atribuye la caída de las ventas a la
recesión y al auge de los teléfonos inteligentes.” La traducción de este
artículo fue realizada por Julia
Benseñor.
La ficción literaria, en crisis debido a la drástica
caída en las ventas, informa el Arts Council England
La imagen del escritor
empobrecido que escribe con dificultad su obra maestra en una helada buhardilla
es tan válida hoy como hace un siglo, según un nuevo informe encargado por el
Arts Council England(ACE), que reveló que la caída de las ventas, del precio de
los libros y de los anticipos hace que sean pocos los que puedan vivir sólo de
la escritura.
De acuerdo con el informe, la
ventas de ficción literaria impresa se encuentran sustancialmente por debajo de
lo que estaban a mediados de la década de 2000 y el precio promedio de un libro
de ficción literaria se redujo en al menos un 15% en términos reales.
Todo esto produce un efecto en la
diversidad de escritores: estamos perdiendo voces.
Sarah Crown, Arts
Council England
El aumento de las ventas de
libros electrónicos de géneros como el policial y el romántico no ha compensado
la escasez de ficción literaria, lo que llevó a ACE a diseñar mecanismos para
apoyar a los autores afectados.
“A principios de los años 90, sin
duda habría sido innecesario que el Arts Council considerara intervenir en el
sector literario, pero es mucho lo que cambió desde entonces —Internet, Amazon,
el fin del acuerdo británico que fijaba el precio de los libros—,
modificaciones que siguen en curso y que tuvieron un efecto profundo”, dijo la
directora de literatura de ACE, Sarah Crown. “Hoy en día, hay un sistema mucho
más implacable para los autores de ficción. Inevitablemente terminamos en una
situación en la que los que están en mejores condiciones de escribir ficción
literaria son aquellos que no tienen una necesidad imperiosa de ganarse la vida
con eso. Esto ha tenido un efecto sobre la diversidad de quienes escriben:
estamos perdiendo voces y no queremos que sea así”.
El informe, realizado por la
editorial digital Canelo, analizó los datos sobre ventas de libros que publica Nielsen Book Scany
constató que, entre 2007 y 2011, las ventas de ediciones de tapa dura se
desplomaron en 10 millones de libras. Las ediciones de ficción en rústica
experimentaron una baja más estrepitosa, ya que cayeron casi todos los años
desde 2008. En 2011, las ventas de ediciones en rústica fueron de 162,6
millones de libras, mientras que en 2012 equivalieron a 119,8 millones de
libras.
Entre las pocas obras literarias
que han vendido más de un millón de copias se encuentran Expiación, de Ian
McEwan; Cometas en el cielo, de Khaled Hosseini; La mujer del viajero en el tiempo, de Audrey Niffenegger, y La
vida de Pi, de Yann Martel. La novela literaria que fue bestseller
el año pasado Un Dios en ruinas, de Kate Atkinson, vendió 187.000 copias,
aproximadamente la mitad que Elizabeth ha desaparecido, de Emma Healey, la
más vendida en 2015.
Los investigadores analizaron los
10.000 títulos de ficción más vendidos en los últimos cinco años y llegaron a
la siguiente conclusión: “Más allá de los 1.000 autores principales (como
mucho), la venta de libros impresos por sí sola no ofrece un ingreso decente.
Si bien hace tiempo que se sospechaba esto, los datos lo confirman de manera
inequívoca... Es más, ésta es una evaluación generosa. Una vez que el minorista,
el distribuidor, el editor y el agente se quedan con su parte, 3.000 copias del
título que ocupa el milésimo lugar en cuanto a ventas no dejarán mucho dinero.
El hecho de que estemos retrocediendo a un contexto en el que sólo los
escritores más favorecidos pueden mantenerse debería ser una fuente de mucha
preocupación”.
La novelista Kit de Waal, cuyo
debut My Name Is Leon, publicado en 2016, se convirtió en bestseller,
fue una se los muchos autores entrevistados para el informe. “Dedicarse a
escribir como carrera es muy pero muy difícil”, dijo. “Para mucha gente, las
probabilidades de pasarse dos años de la vida concentrándose en escribir son
nulas. La gran pregunta que se hacen los escritores de mi entorno se relaciona
con escribir en los ratos libres. Si tenés que dedicar tiempo para escribir,
vivís en la línea de la pobreza. Todo aquello que te nutre como escritor —las
conferencias o los grupos de escritores— cuesta dinero. Si realmente estás en
la bancarrota, cuesta demasiado”.
Una de las causas de la caída en
las ventas de ficción literaria, según indica el informe, es la recesión, que
coincide en el tiempo con el auge del entretenimiento fácil y barato. “En
comparación con nuestros teléfonos inteligentes, la ficción literaria suele ser
‘difícil’ y cara: no es gratis y exige más concentración que Facebook o el
videojuego Candy Crush,” escriben los autores del informe.
ACE dijo que “históricamente, se
ha supuesto que la ficción literaria forma parte de la categoría de las
ediciones comerciales, por lo que requería poca intervención del Arts Council”.
Ahora, el Consejo propone apoyar a más autores individuales con su programa de
subvenciones para las artes, priorizar el financiamiento que otorga a diversas
organizaciones, sobre todo ubicadas fuera de Londres, y aumentar su apoyo a los
editores independientes de ficción literaria, con esta última como una de las
pocas ideas brillantes destacadas por el informe, que apunta al “desarrollo de
nuevas imprentas independientes dedicadas a la ficción literaria”.
Asimismo, tiene la intención de
iniciar conversaciones con el gobierno sobre la introducción de una reducción
impositiva para las editoriales pequeñas, así como respaldar las oportunidades
para desarrollar lectores.
“Existe la creencia de que todo
aquel que sabe leer es lector pero, en realidad, estamos todo el tiempo con el
teléfono, todo el tiempo con Twitter”, manifestó Crown. “Debemos reconocer que
hay otras cosas que le demandan tiempo a la gente, y afirmamos que hay algo tan
singular e importante y necesario y fundamental en la ficción literaria en
particular que hace que tengamos que centrarnos en ella y apoyarla”.
Sin embargo, el novelista
literario Will Self no se mostró optimista sobre el
futuro del sector. “La ficción literaria ya está subsidiada: recordemos a todos
los autores que siguen ganándose la vida enseñado escritura creativa. Ellos
representan un cambio que se está dando en la literatura… Es como hacer una
colcha con retazos”, agregó en referencia a los libros escritos en cursos de
escritura creativa, a los que llama “emprendimientos colectivos”.
“En mi opinión, los programas de
escritura creativa son una fuerza que instala el conformismo y la falta de
experimentación”, agregó Self. Predijo que “a medida que quede claro que la
enorme cantidad de escritores que están inscribiéndose en estos cursos no
llegarán a nada [ficción seria], terminarán siendo una forma de ‘conservatorio’
practicada por hombres y mujeres jóvenes y seguida por un grupo selecto… como
sucede con la música clásica o la pintura en caballete”.
La industria de las ediciones impresas se animó en
2015 cuando se reveló que las ventas de libros físicos habían aumentado por
primera vez en cuatro años. Este cambio, que continuó en 2016 con una reducción
de 4% en las ventas de libros electrónicos y un alza del 2% en las de libros
impresos, se atribuyó a un mayor interés de los consumidores en libros de
cocina y libros para colorear.
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