El siguiente trabajo, que se
ofrece en este blog en dos días consecutivos, fue presentado por Juan Carlos Moreno Cabrera (1956), lingüista
español y catedrático de Lingüística General en la Universidad Autóma
de Madrid, durante el I Simposi Internacional sobre Situació i Perspectives del
Plurilingüisme a Europa (València 2008).
De la cuna a la cuña.
Brevísima relación del nacionalismo lingüístico español
(Primera parte)
1. INTRODUCCIÓN
Las ideologías lingüísticas
centradas en la promoción de una lengua determinada crean un discurso de
carácter mitológico que intenta presentar la lengua en cuestión como superior a
los demás idiomas con los que convive y justificar suposición dominante o
ventajosa sobre ellos. En este artículo me voy a ocupar de algunos de los
tópicos principales del nacionalismo lingüístico español, que, lejos de
constituir una postura marginal o residual, propia de grupos o personas
exaltados, conforma un corpus muy bien articulado y desarrollado de conceptos
promovidos por las instituciones del Estado español y presentados como
características inherentes, naturales e indiscutibles de la lengua española
supuestamente basadas en el sentido común. Voy a mostrar que esos tópicos se
apoyan en presupuestos falsos, para lo cual basta echar mano de la ciencia
lingüística moderna.
Hay que advertir que, en general,
estas ideologías se suelen fundamentar en una serie de hechos empíricos
indiscutibles para, sobre su base verificable, construir todo un conjunto de
ideas propagandísticas que presentan esos hechos empíricos constatables como
naturales e inevitables. El caso más frecuente consiste en que, después de que
una lengua, mediante la imposición, ha ampliado su territorio de forma muy
importante (como ha ocurrido con el inglés, el francés, el español o el
portugués), se toma el hecho objetivamente verificable de que esa lengua goza
de un número de hablantes enorme y de un uso muy notable, como patente de corso
para asociar esa lengua con una serie de cualidades inherentes, que la hacen
intrínsecamente superior a las demás lenguas con las que convive en ese
territorio ampliado. De esta manera, las valoraciones ideológicas de la lengua
queda aparentemente justificadas y son presentadas como propiedades necesarias
e inevitables de ella.
En este artículo voy a examinar
cuatro de los tópicos típicos del nacionalismo lingüístico español. En primer
lugar, hablaré sobre la idea del nacimiento de la lengua española materializada
a través de la metáfora de la cuna. En segundo lugar, examinaré el tópico de la
presunta conversión del castellano en español a través de su extensión
geográfica, ilustrada mediante la imagen de la cuña. En terce lugar, voy a
comentar otro de los tópicos preferidos del nacionalismo lingüístico español:
el que hace referencia a las cinco vocales, como garantes de su facilidad de
aprendizaje y manejabilidad práctica. En cuarto lugar, trataré lo que es, sin
duda, el tópico más importante de la versión moderna del nacionalismo
lingüístico español. Se trata del concepto de español como lengua común, en el
que se explota de forma más clara el mecanismo de justificación de una
ideología lingüística a través de una determinada base empírica, que acabo de
esbozar.
2. LA CUNA DEL ESPAÑOL: EL ACTA
DE NACIMIENTO DE LA
LENGUA CASTELLANA
Es un tópico muy extendido dentro
de la opinión pública española que los primeros testimonios escritos del castellano
–y, por tanto, del español– están en las Glosas
Emilianenses. He aquí tres muestras entre muchas otras que sepodrían
aportar:
“El castellano, cuyos primeros
balbuceos aparecen en las Glosas
Emilianenses, en torno a los siglos X y XI, es el idioma común de una veintena de naciones. Forma nuestro patrimonio
cultural másextenso y constituye nuestra auténtica patria espiritual.” (VV.AA.,1999:9;
cursivas de JCMC)
“Su trabajo [el del glosador] le
ha valido una sonora recompensa, pues los siglos quisieron conservarlo hasta
llegar a nosotros como el primer
testimonio escrito en lengua castellana: las Glosas Emilianenses” (Lozano,2005: 78; cursiva de Lozano, negrita
de JCMC)
“Nuestra lengua escrita se alumbró en San Millán de la Cogolla.[ …] Los inicios del ‘castellano’surgen del valle de San
Millán.” (Lamela, 2008: 48; cursivas de JCMC)
En estas breves citas podemos ver
una expresión quintaesenciada de la ideología nacionalista del español que, partiendo
del dato falso de que en las Glosas
Emilianenses encontramos los primeros testimonios del castellano, asocia esta
acta de nacimiento con el concepto de lengua común, tal como podemos comprobar
en la primera de las citas, que es otro de los principales tópicos de este
nacionalismo, que examinaré en la sección quinta del presente artículo.
Además, estas humildes y breves
glosas son ensalzadas de forma desproporcionada para dar la máxima importancia
a estos supuestos inicios del castellano:
“Pocos casos hay en la historia
de la humanidad en que un grupo tan reducido de palabras haya producido
semejante torrente de saber y de cultura. Y esto ha sucedido en
San Millán de la
Cogolla.” (Nieto Viguera, 2007: 87)
No voy a hacer referencia ahora a
la falsedad del dato de que las Glosas
Emilianenses son el primer testimonio escrito de castellano, porque ya lo
he comentado en otro lugar (Moreno Cabrera, 2008: 165-167). Lo
importante es constatar que la ideología del nacionalismo español intenta
asociar esta lengua con el nacimiento de una nación y, por ello, es fundamental
que esa nación sea anterior a cualesquiera de las otras naciones situadas en
el Estado español o, si no es anterior, al menos, es
lo suficientemente pujante culturalmente para que su lengua sea la
primera en aparecer en un escrito. Un pequeño inconveniente, en este
caso, es que en estas glosas aparecen también frases en euskera, aunque esto
podría ser una ventaja para la ideología del nacionalismo lingüístico español,
ya que, dado que el euskera no es una lengua romance, el hecho de que
los supuestos primeros testimonios del castellano aparezcan junto a los de
una lengua no romance, ni siquiera indoeuropea, son un claro indicio de
antigüedad y precocidad sobre otras lenguas romances. En esa dirección parece
apuntar el siguiente comentario:
“Pero la gloria de San Millán no
acaba ahí. En ese mismo monasterio donde tanto se confiaba en Dios para
alcanzar la vida eterna, otro hombre, o tal vez el mismo, copió dos glosas en
otra de las lenguas habladas en la zona, el vasco, dejando así de
forma imperecedera la huella de su pluma también en los escritos más
antiguos, no epigráficos, conservados en esa lengua.” (Lozano, 2005: 78-79)
Ese supuesto carácter de mayor
antigüedad y abolengo en la lengua escrita del romance castellano sobre los demás
romances de la Península
es un resto ideológico de la teoría del castellano primitivo característica
de la etapa renacentista del nacionalismo lingüístico español
(Binotti,1995),según la cual el castellano era incluso anterior al latín,
supuesto manifiestamente incompatible con nuestros conocimientos lingüísticos
actuales. Sin embargo, como acabamos de comprobar, la ideología nacionalista no
tiene inconveniente en manipular la interpretación de los primeros testimonios
escritos en lengua romance para dar a la lengua española una preeminencia sobre
las demás lenguas romances desde los primeros testimonios escritos. Que se
trata de una operación puramente propagandística se ve de forma clara en el
libro de Nieto Viguera (2007) titulado Glosas Emilianenses. Cuna de la lengua castellana y en el que se
afirma lo siguiente:
“Mas las glosas, en su mayoría,
ya no son latín, se trata de otras formas, de otros modos de comunicarse, de
otra nueva lengua, aunque todavía no sea el ‘castellano’ o el español, como
prefieran otros.” (Nieto Viguera, 2007: 75; las comillas son de Nieto
Viguera)
Si este autor afirma que las
glosas no son todavía castellano o español, el subtítulo
del libro en el que se encuentra esta afirmación no tiene más
que –suele ocurrir habitualmente con los títulos de los libros– una
función puramente propagandístico-educativa que se contradice con lo
afirmado en la obra que presenta y que el propio autor caracteriza de
forma clarividente al principio del libro:
“Para que usted no se vaya
defraudado hemos escrito estas páginas sobre las Glosas. Y al redactarlas hemos pensado en el visitante
normal, que no tiene especiales inquietudes lingüísticas
o históricas, que ha oído hablar de ‘San Millán, cuna de la
lengua’, de las ‘Glosas Emilianenses’
o de la Rioja ,
como lugar del nacimiento del castellano, y que desea una información cumplida
sobre el significado de esta especie de eslogan
publicitario que le ha traído hasta San Milán.” (Nieto Viguera, 2007:
4; cursivas de JCMC)
Es una pena que el lector tenga
que esperar hasta la página 75 (de las 95 de que consta el libro) para hacerle
saber la falsedad de ese eslogan publicitario. Resulta curioso y revelador que, a partir de la
página 81 hasta el final del libro, en donde se pondera la importancia de
estas Glosas Emilianenses, se habla
de nuestra lengua al referirse a esas
glosas y se afirma:
“Partamos de una realidad
perfectamente verificable: entre nosotros ha sido una constante histórica que
nuestra lengua, en momentos críticos de maduración, ha sentido la
necesidad de reafirmarse y dejar constancia de su capacidad como
medio adecuado de expresión en su forma escrita o gráfica, no
hablada.” (Nieto Viguera, 2007: 81)
Es decir, al hablar sobre la
importancia de las Glosas Emilianenses
se reafirma precisamente uno de los tópicos principales del nacionalismo
lingüístico español: el español tiene una capacidad perfectamente verificable para ser un
medio adecuado de expresión escrita desde los primeros testimonios escritos:
da igual que las Glosas Emilianenses no
estén escritas en esta lengua, tal como había afirmado el autor unas pocas
páginas antes.
3. LA CUÑA Y
LA SUPUESTA
CONVERSIÓN DEL CASTELLANO EN ESPAÑOL
Otro de los tópicos esenciales
del nacionalismo lingüístico español es la supuesta conversión de la variedad
lingüística castellana en una lengua completa y desarrollada denominada español. Esta idea lleva a decir a algún
autor que el castellano ya no existe porque sus hablantes decidieron abandonarlo
para usar sólo la lengua española común:
“Por supuesto, el «castellano»
también es una lengua española, tristemente ya desaparecida al haber sido
sustituida, a lo largo de los tiempos, de manera total y absoluta, por el
idioma nacional, el «español» […]. Ha sido una renuncia que no se ha sabido
valorar y agradecer todavía a los castellanohablantes y a sus respectivos territorios”
(Lamela, 2008: 69-70)
Esta conversión va asociada a
la expansión del castellano por toda la Península , a su
adopción por poblaciones de habla no castellana y a los procesos de koineización
y mezcla que acabaron por convertir el castellano en una nueva entidad
lingüística de calidad superior. No voy a aducir aquí las formas concretas
que adopta esta visión del español, que abarca desde la metáfora de la cuña de
Menéndez Pidal, o ladel abanico de Amado Alonso, hasta el cambio de forma
interior del castellano en su presunta transformación lingüística, porque
ya lo he hecho en otro lugar (Moreno Cabrera, 2008:87 y siguientes).
Ante ello conviene decir que
el castellano medieval no se ha transformado en otra lengua
superior, sencillamente porque sigue existiendo en la forma de castellano
moderno que, sin duda alguna, procede de ese castellano medieval. Lo que
aprovecha aquí la ideología nacionalista española es el hecho de que la lengua
estándar española, tal como es adoptada por el Estado español y por sus
instituciones educativas y culturales, es una versión cultivada
y elaborada del castellano vulgar moderno. Ello hace que la variedad
castellana moderna esté muy próxima, si es que no es casi idéntica, a esa lengua
española estándar. Pero esto es así, no porque el castellano se haya convertido
en español, sino porque la lengua estándar fundamentalmente escrita que
denominamos mediante la expresión español
estándar o normativo
peninsular no es más que una variedad o registro culto elaborado del
castellano vulgar moderno. De aquí podemos deducir que
no es cierto, como dicen los apóstoles del nacionalismo lingüístico
español, que el castellano vulgar moderno es un dialecto del español,
sino que ocurre exactamente todo lo contrario: el español estándar normativo no
es más que una variedad culta del castellano moderno:
“No tiene sentido, por tanto,
decir que las variedades orales empleadas en, pongamos por caso, Soria o
La Mancha son «dialectos del español», ya que esto implica una falsa
relación histórica entre cada una de esas variedades y el español (esto es, la
lengua estándar que tuvo su origen en el dialecto de Burgos, transferido
más tarde[con modificaciones] a Toledo durante la Reconquista y
finalmente codificado después como la lengua de Castilla y posteriormente del
Estado español).” (Penny, 2004: 38)
Tampoco es cierto que el
castellano moderno haya desaparecido ni que los castellano hablantes hayan
renunciado a su lengua para pasar a ser hablantes del español, como se afirma
en la cita que inicia esta sección. Esta absurda idea sólo puede tener un
propósito: la indicación de que los hablantes de lenguas distintas del
castellano deben también renunciar ausar su lengua propia para adoptar
la lengua común, como hicieron supuestamente los castellanos con el español.
(continúa mañana)
No hay comentarios:
Publicar un comentario