martes, 16 de octubre de 2018

Una librería argentina en Beijing


El 11 de julio pasado, Aye Iñigo publicó en La Voz del Interior, de Córdoba, la siguiente entrevista con Guillermo Bravo, un escritor cordobés que abrió una librería de libros en castellano en Beijing.

Cumple un año la librería 
que abrió un cordobés en China

El escritor y editor Guillermo Bravo, oriundo de Pilar, celebra el primer aniversario de su librería Mil Gotas, que ofrece libros en español y traducciones de obras clásicas al chino, en la ciudad de Beijing.

En medio de la inmensidad de Beijing, entrar a Mil Gotas es como volver a Argentina por un rato. Esa pequeña librería en el cuarto piso del Instituto Cervantes de la capital china podría estar en cualquier calle de Córdoba, de Mendoza o de Buenos Aires. Entre sus estantes, los lectores chinos –o los hispanohablantes que viven o visitan Beijing– pueden encontrar autores como Fogwill, Antonio Di Benedetto o Roberto Fontanarrosa, entre muchos otros.

“Fundé Mil Gotas por una necesidad personal de conseguir libros en español. Entonces fui trayendo y de a poco compartiendo con amigos. Luego empecé en internet y, como funcionó bien, comenzamos en un espacio físico”, cuenta su fundador, el escritor y editor cordobés Guillermo Bravo.

Además de dirigir la librería, Bravo da clases de Literatura en la Universidad Capital de Beijing. Llegó hace ya cinco años, luego de vivir una larga temporada en París, donde escribió libros y realizó diversos proyectos literarios, entre ellos la fundación de la editorial La Guepe, con la que publicó el primer Martín Fierro en mandarín.

–¿Qué les atrae a los chinos de la literatura hispanoamericana?
–Me da la sensación de que encuentran un mundo nuevo. Otra manera de ver o de vivir la vida. Así que no sólo encuentran una literatura, sino toda otra cultura. Les parece colorida y dinámica y apasionada. Me acuerdo de un lector chino que me contó que había leído una escena de Vargas Llosa en la cual una pareja hacía el amor por varias horas. Luego estrujaban las sábanas y caían litros de sudor. Me contó este lector que desde entonces cada vez que se acostaba con una chica iba a estrujar la sábana y no salía ni una gota. Entonces decía “eso me pasa por no ser latinoamericano”. Me gusta mucho cuando los lectores me cuentan esas anécdotas, de cómo la literatura se mete en la vida cotidiana de la gente.

–¿Cuál es el autor más vendido?
–García Márquez. Los chinos tienen una fascinación total por García Márquez. Aún no me la explico, pero alguna vez me gustaría escribir un artículo sobre el tema. Luego siguen todos los autores del boom. Y luego César Aira, pero es porque por mi gusto personal hicimos una estantería para él solo y siempre lo estamos promoviendo.

–¿Hay un perfil promedio del chino que se interesa por la literatura hispanoamericana?
–Son estudiantes de español. Son parte de lo que yo llamo “la nueva burguesía” china. Gente de clase media y media alta a la que le sobra un poco de dinero y lo invierte en educación, que es fundamental en los chinos.

–¿Tenés libros en venta de algún autor cordobés?
–Tengo muchas editoriales cordobesas y a través de ellos a autores de Córdoba. Por ejemplo la editorial Caballo Negro, que me parece excelente, o la editorial Alción, entre otras.

De Pilar a Beijing
Guillermo nació en la localidad cordobesa de Pilar, donde vivió hasta sus 18 años. Con cuatro hermanos y padres psicólogos, lo que más recuerda de sus primeros años de juventud eran sus días trabajando en el negocio de su abuelo, dedicado a la venta de materiales de construcción. Allí, mientras ayudaba a cargar “al hombro” bolsas de ladrillo o atendía el mostrador, tuvo sus primeras charlas de literatura.
“Me encantaba trabajar ahí con mi abuelo. Además, creo que esa experiencia me sirvió para comenzar con la librería. Fue una infancia feliz, supongo... Además de mis padres, que se separaron cuando yo era muy chico, estaban mis abuelos, y esa empresa de mi abuelo que era como el personaje central de la familia porque todo giraba en torno a eso. Después, a mis 18, me fui a vivir a Córdoba capital, para estudiar Arquitectura”, recuerda.

–¿Y cómo fue tu primer acercamiento a la literatura?
–Mis padres son psicólogos. Luego mi padre se cansó de la psicología –cuando se separó de mi madre– y estudió literatura. Se recibió y trabajó como profesor hasta que se jubiló. La relación con él era sobre todo a través de la literatura y fue él quien me fue introduciendo en esta pasión. Desde chico me hablaba de eso. De una manera muy particular, muy suya. Muy poco académica. Me acuerdo de que hablaba a veces en broma con frases del Quijote como “no es menester”. Una vez le dolía una muela y me dijo “me duele más de lo que es menester”. Y nos reíamos porque los dos pensábamos en el Quijote. Cada vez que me visitaba, una o dos veces por semana, me traía un libro y yo tenía que dibujar lo que había leído. Luego volvió a vivir a Pilar y nos veíamos todos los días para hablar de esto.

–¿Qué otros autores te hizo conocer?
–También me contaba muchas anécdotas de escritores. De Roberto Arlt, Quiroga, Sarmiento, Dickens... De Dickens sabía hasta los platos que comía, y un día me dijo que le gustaba tanto que se iba a dejar su mismo peinado y barbita. También me acuerdo de que me contaba que cuando Arlt era chico y hacía algo que molestaba al padre, que era un loco, este le decía: “Te pegaré mañana”. El pobre niño se quedaba 24 horas esperando la paliza, que al final se realizaba de manera brutal. Mi papá muchas veces me decía en broma “te pegaré mañana”. En fin, creo que fue una buena manera de entrar a la literatura, muy poco académica, muy libre.

–Si tuvieras que elegir tus tres libros preferidos, ¿cuáles serían?
–A pesar de ser muy poco nacionalista y de que hace casi 15 años de que vivo afuera, mis escritores preferidos son casi todos argentinos. Borges, siempre. Ya de más grande descubrí a Aira y, a través de él, a Copi y a Osvaldo Lamborghini, dos escritores que adoro. Aira me cambió mi forma de ver la literatura. Para decir tres libros, diría Osvaldo Lamborghini, de Ricardo Strafacce; Congreso de literatura, de Aira, y Cosa de negros, de Washington Cucurto.

–Estás por publicar en Argentina una biografía de Copi. ¿Cómo surgió semejante proyecto?
–Empezó porque vivía en París y por casualidad conocí a varios amigos de Copi que me contaban anécdotas de él. Y de a poco me fui interesando en él como persona. Me gustaban su cara, sus gestos. Y su obra me volvió loco. Así que se fue dando naturalmente. La va a publicar la editorial argentina Mansalva, lo que es un gran honor porque para mí es única, quizás la mejor del país. Soy fanático de Mansalva y de su creador, Francisco Garamona. Un poeta genial que hemos traducido al chino.

–Si un chino te dice que quiere ir a conocer Córdoba, ¿qué lugares no puede dejar de visitar?
–Yo creo que lo mejor que tiene Córdoba es su vida estudiantil. Toda la parte del Centro y de lo que llaman el casco histórico creo que hay que visitarla. Y luego las Sierras, que son hermosas.


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