La caridad mal entendida
El
colectivo de Trabajadorxs de la Palabra (TLP), integrado por escritores,
editores, libreros y periodistas, denuncia que el gobierno de la Provincia de
Buenos Aires, a través del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, ha
convocado al sector editorial para que contribuya con la donación de libros
para el Programa Mediadores del Conocimiento, que lleva adelante ese
Ministerio, y que pretende donarlos a población en condiciones de
vulnerabilidad. “Es, como mínimo, cínico que pidan la donación de libros al
sector editorial, ante la ausencia total de políticas de apoyo de los
gobiernos, provincial y nacional, para atender la crisis que atraviesa y que,
entre otros problemas, tiene que enfrentar un dólar cada vez más caro con la
consecuente suba del costo del papel y una caída en las ventas de casi el 40
por ciento. Da la impresión de que el Gobierno de (María Eugenia) Vidal
desconoce por completo la problemática que sufre el sector editorial”, afirma
este colectivo en el que participan los escritores Selva Almada, María Inés
Krimer, Débora Mundani, Jorge Consiglio, Hernán Ronsino, Ricardo Romero, Julián
López, Carla Maliandi, Juan Carrá, Pía Bouzas, Juan Mattio, Clara Anich,
Tatiana Goransky y Juan Rapacioli, entre otros.
El colectivo TLP advierte sobre la desaparición del ministerio de Cultura,
devenido Secretaría, y la drástica reducción del presupuesto destinado a
Cultura y Educación para el próximo año. “La provincia diseña programas para
atender a los más vulnerables en donde el Estado pretende hacer donaciones,
deslindándose de la responsabilidad de adquirir con los fondos correspondientes
el trabajo intelectual de editorxs, escritorxs, traductorxs, correctorxs,
diseñadorxs y toda la cadena de trabajadorxs que participan de la producción de
un libro. Además, vale recordar, que el Estado asiste o administra por el bien
común, no dona”, explican en un comunicado que está circulando por las redes
sociales de editoriales como Eterna Cadencia, Caja Negra, Notanpuán, Godot,
Dedalus, Interzona, Aquilina y Gárgola, entre otros sellos que están
convencidos de que “el pedido de donación es un mamarracho”, como lo define el
escritor y editor Ricardo Romero. “Las editoriales que pertenecen al TLP suelen
donar libros a organizaciones no gubernamentales y ofrecen generosos descuentos
a bibliotecas y sistemas de bibliotecas públicas, pero no a un Estado que no
las contempla en su presupuesto, que ha quitado programas y subsidios y
que claramente entiende a la cultura y la educación como válvulas de ajuste en
sus objetivos económicos. Por lo que rechazamos en forma taxativa la
convocatoria”, concluyen desde el colectivo de escritores, editores, libreros y
periodistas.
“Primero el ministerio de Cultura pasó a ser Secretaría –plantea Juan
Mattio a Página 12–. Después nos
enteramos de que el presupuesto para el 2019 crecerá sólo un 10 por ciento y
quedará atrasado más de 30 puntos en relación a la inflación. Se ven afectados,
entre otros, el Fondo Nacional de las Artes y la Biblioteca Nacional. A este
ajuste brutal se suma la caída de las ventas de libros –la Fundación El Libro
calculó una caída de 30 por ciento entre 2016 y 2017, y se espera que sea peor
este año–, el encarecimiento de los insumos para la impresión (casi todos ellos
importados) y la dolarización del precio del papel. Por su parte, el Estado
desactivó las compras de libros para el Plan Federal de Lectura, que
significaba un respaldo para pequeñas y medianas editoriales y sus autores. Las
librerías también cierran; una histórica, como lo es Del Mármol, anunció que
baja la persiana en diciembre, y también cierran los centros culturales que no
pueden afrontar los aumentos en las tarifas”. El colectivo de Trabajadorxs de
la Palabra hizo su primera aparición pública el 21 de julio pasado con una
suelta de libros y feria de editoriales en apoyo a los 357 trabajadores
despedidos de la agencia de noticias Télam. Entonces, el escritor Julián López
leyó el comunicado con el que se presentaron en sociedad. “Los despidos en
Télam, en Radio del Plata, la crisis de la industria editorial, el cierre de
centros de formación docente, el ataque a las bibliotecas populares y centros
culturales, el vaciamiento del Conicet y la criminalización de lxs artistas
callejerxs dan cuenta de una estrategia destinada a silenciar voces disidentes
con el propósito de imponer una mirada única sobre la realidad nacional
–alertaron desde el TLP–. Como trabajadorxs de la palabra hacemos público
nuestro rechazo al avasallamiento que impone este gobierno, restringiendo el
derecho a la información y acceso a los bienes culturales, acorralándonos en la
precarización de nuestras prácticas profesionales”.
Mattio (Buenos Aires, 1983), autor de la novela Tres veces luz, completa el cuadro de situación de un panorama
lúgubre. “Las grandes multinacionales, como Random House y Planeta, achican sus
planes editoriales y algunas editoriales pequeñas y medianas, ya anunciaron que
no podrán seguir en 2019. Los medios de comunicación, por su parte, se cierran
o se achican de tal manera que los periodistas culturales salen a competir con
multitud de colegas para conseguir una colaboración mal paga en alguno de los
medios sobrevivientes. Este es el panorama que enfrentamos los y las
trabajadorxs del universo del libro. Las estrategias de supervivencia se agotan
y el horizonte es cada vez más negro”.
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