La palabra folklore
fue creada por el escritor inglés especializado en mitos, leyendas y tradiciones
William
John Thoms, el 22 de Agosto de 1846. Etimológicamente deriva de “folk” (pueblo,
gente, raza) y de “lore” (saber, ciencia) y se designa con ella el “saber
popular”. Durante muchísimos años así se la conoció en el mundo hasta
que los españoles de la RAE acaso por una
educación deficiente en idiomas, necesitaron transformarla en folclor, creando un verdadero engendro
que carece de lógica y, por lo tanto, de explicación, pero, joder, hombre, que
es así.
Muchas otras palabras de
origen inglés sufrieron destinos similares o, directamente, fueron reemplazadas
por otras que los españoles tradujeron e hicieron propias, sin que ello
implique que hayan prosperado en el resto de la lengua. Por caso, muchas de
ellas se refieren a los deportes. El basketball así pasó a ser basquetbol, donde la palabra “basket” (canasta) y la palabra “ball”
(pelota) desaparecieron olímpicamente para entregarnos un nuevo engendro basado
en la pronunciación que, por razones del todo oscuras, cambia la “k” por la “q”,
escala previa a su transformación radical en balonmano, monstruo que invita directamente al vómito.
En el caso del football,
la lógica de la pronunciación dio claramente futbol, escala previa a balompié,
que, afortunadamente no se usa fuera de España. Quizás por ello, el DRAE se vio obligado a contemplar ambas
variantes. Pero entonces nos topamos con el problema de la definición. Según el
mentado diccionario el fútbol es esto:
Del ingl. football.
1.m. Juego entre dos equipos de once jugadores cada
uno, cuyo objetivo es hacer entrar en la portería contraria un balón que no
puede ser tocado con las manos ni con los brazos, salvo por el portero en su
área de meta.
Si tradujéramos esto al argentino y a otras
variantes del castellano de América, habría que reemplazar varios términos, a
saber: “portería” por “arco”, “portero” por “arquero” (existen también otras
denominaciones, como “guardameta”, “guardavalla” o “golero”). Pero
supongamos que las diferencias léxicas fueran apenas una variante regional. Lo
que no es de ningún modo correcto es negar que el “balón” (o sea, la “pelota”) es
tocada con las manos por los jugadores. Esto ocurre en la ejecución de los
saques laterales, con lo cual la definición del DRAE, por incompleta, no es correcta.
Y esto lo saben hasta los periodistas deportivos, principales aliados del DRAE a la hora de buscar sinónimos
con que embellecer sus muchas veces irreales relatos de lo que ocurre en las canchas
(sin hablar del segundo nombre de los jugadores, que existe sólo para condenarnos y para ser
utilizado en las transmisiones de televisión y radio: Cfr. Diego Armando
Maradona, etc.).
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