Con un sentido común ausente en la entrada de ayer, el escritor y editor chileno Daniel Rojas Pachas describe en su página de Facebook una realidad del todo diferente de la que imagina para su país Sebatián Gómez Matus.
Informarse y aterrizar en la realidad
Frente a la noticia de Chile rechazando ser el invitado de honor el 2025 en Frankfurt, quiero señalar un par de puntos que enfocan el asunto más allá de populismos, memes, el insulto al vuelo al gobierno y la posición siempre grandilocuente y poco realista del chileno, de creer que su situación como país es comparable a naciones con industrias del libro consolidadas como España o Francia. Chile maquilla mucho las cosas y esta decisión, mala, buena o lo que quieran creer, lo que hace es poner en evidencia la mascarada nacional, la fachada de cartón. Ante el informe reciente de la cámara chilena sobre la producción nacional con 8200 libros (títulos) el año pasado, o sea registrados, con todos los requisitos de ley para entrar al mercado del libro, ojo libros con tirajes por debajo de los 500 ejemplares, en verdad creen que Chile podría llenar siquiera un hangar con libros. Porque eso son los espacios en Frankfurt. Además Frankfurt es una feria de negocios, de venta de derechos más que una feria de presentaciones. Sin duda si Chile llegara a participar como invitado de honor (no como expositor, eso lo hace todos lo años) lo que se montaría sería el catálogo de Planeta de Libros, que de hecho es la que domina la producción nacional. En Chile el agente es una figura casi desconocida. No que sea inexistente, pero si reducida. El gran porcentaje de autores negocia directamente con los sellos y sean sinceros, los derechos de autor, el grueso de sellos, chicos y medianos los pagan con ejemplares. No somos esa gran industria que se pretende. España el año pasado tenía dos salones gigantes. En Chile hay problemas para que los libros circulen fuera de Santiago, o sea en las provincias extremas de su propio territorio. Que hace pensar que podrán en tres años cruzar de un continente a otro con buques llenos de libros. Inevitablemente la diversidad quedaría fuera y terminarían llenando la comitiva con expositores de vino, gastronomía y periodistas, músicos y anexos al libro. No digo que la industría chilena esté en pañales hay muchos profesionales calificados e hitos y voces, no sólo Neruda e Isabel Allende tienen la atención de los lectores europeos. Existen traducciones y autores contemporáneos que son leídos. Chile además todos los años expone en ferias internacionales con comitivas, pero de ahí a encabezar la feria hay un gran salto. Lo que se debe potenciar son esas instancias internacionales de forma gradual y el libro y su perfeccionamiento, no el circo que rodea el asunto. Francamente no creo que en dos o tres años se pueda lograr una muestra a la altura del espacio, menos con la inestabilidad política y económica que el país viene atravezando desde el 2019 (Bueno y desde muchos años antes, pero ese no es el centro del asunto). Creo que hace falta una autocrítica a las falencias de la industria nacional y revisar la realidad del país en todas sus dimensiones con atención a la desconexión de las provincias, saliendo por un segundo de los entusiasmos y las camarillas de la capital. Revisen el link que pongo en los comentarios con los números de España, en relación a su participación el año pasado. 70000 títulos editados el 2022 y vean los tirajes y la inversión que ese país viene haciendo históricamente en su industria cultural. Esto no es cosa de levantarse un día y creerse un tigre cuando se es en realidad un gato (ojo no tengo nada en contra de los gatos). Chile no tiene esos números. No significa esto que nunca los tendrá o que no existe el potencial, pero es eso potencial. Las ilusiones y las buenas intenciones no son suficientes. Mejor informarse un poco y aterrizar la realidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario