Los traductores, un thriller lleno de literatura y misterio
Mezcla de humor, literatura y misterio, la película Los traductores, del director galo Régis Roinsard, utiliza la industria editorial y los best–sellers como el escenario de un costoso crimen.
En la trama, nueve traductores en distintos idiomas son contratados para la publicación simultánea de la tercera entrega de la saga de novelas Dedalus, escrita por el aclamado autor Oscar Brach. Para ello son llevados a un bunker de lujo con todo lo necesario para realizar su trabajo, pero donde son aislados del mundo y extremadamente vigilados para evitar la filtración del tan esperado éxito editorial. Pero aún así las primeras páginas se han filtrado en internet… ¿Quién de los presentes es el culpable?
“La historia de esta película se me ocurrió luego de leer varios artículos en la prensa norteamericana sobre la traducción de un nuevo libro de Dan Brown –autor de la aclamada saga conocida como El código Da Vinci–, quien le pidió a su mismo editor que llevara a su casa editorial en Italia a varios traductores de su obra. En ese lugar hubo guardias armados y buscaron en todo momento que el contenido del libro no fuera conocido por nadie externo para así evitar la piratería”, explica Régis Roinsard, en entrevista con El Sol de México.
A lo largo de la película, aparece la tiránica figura de Eric Angstrom interpretado por el reconocido actor francés Lambert Wilson–, quien es director del poderoso sello editorial que ha lanzado a la fama la saga de Dedalus. Él será uno de los más afectados económicamente por la filtración de las páginas de la novela, encarnando las peores actitudes con tal de descubrir al hacker.
“Creo que esta película es también una crítica y una reflexión sobre los vendedores en la industria editorial. Aunque no le concierte al arte cristalizar todo, es el artista quien se encarga de tocar a las personas a quienes se dirige. Pero, imaginemos lo difícil que debe ser para las editoriales llevar acabo tantas traducciones”, comenta el cineasta, quien reconoce que la película también pone a pensar sobre el peligro que corren los derechos de autor frente a la era digital, aunque el arte va aún más allá de los números.
Con un nutrido reparto integrado por varios rostros internacionales, como la ucraniana Olga Kurylenko, el español Eduardo Noriega, el británico Alex Lawther, el francés Frédéric Chau, o el italiano Riccardo Scamarcio, la película adquiere un aire cosmopolita, que aprovecha los rasgos de cada una de las diferentes culturas, como una pequeña Torre de Babel.
Sobre lo que significó trabajar entre actores de tan diversas nacionalidades, el director afirma que se trató de una grata experiencia, en la que para su sorpresa, la lengua en común para todos no fue el inglés sino el francés.
“Siempre es muy difícil hacer una película que incluye muchos actores, como en este caso que eran 12 en una sola secuencia. Sin embargo, trabajar con un casting internacional no ha significado ningún problema. Yo he quedado muy feliz con ellos, pues cada uno tuvimos la oportunidad de conocer diferentes formas de actuar y maneras de trabajar distantes a las que podrían ser las que se realizan Estados Unidos”, finaliza.
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