viernes, 30 de agosto de 2024

Línea de Apoyo a la Traducción en Chile


Chile abre la convocatoria de su Línea de Apoyo a la Traducción 2024

El Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de Chile anunció la apertura de la convocatoria 2024 de la Línea de Apoyo a la Traducción, del Fondo del Libro y la Lectura, instancia dirigida a traductores y profesionales del libro que tiene como finalidad fomentar las traducciones en Chile.

Esta convocatoria tiene por objeto el financiamiento total o parcial para la traducción al castellano de obras escritas en otros idiomas, de autores chilenos o extranjeros, a realizarse por traductores chilenos o extranjeros residentes en el país, que tengan un excelente dominio del idioma castellano, a partir de ser su lengua materna; y que no cuenten con traducciones previas.

La convocatoria ofrece financiamiento de manera total o parcial de un máximo de 4 millones de pesos por proyecto para gastos de honorarios y de operación, referidos a servicios traducción, corrección de prueba, corrección de estilo y edición. No se contempla el pago de derechos para la adquisición de la obra a traducir. Estos deberán iniciarse durante el año en curso y no podrán superar los 18 meses de duración. Las obras a traducir pueden estar en formato impreso o digital, ser de ficción y no ficción, pertenecer a cualquier género y deben estar previamente editadas en idioma extranjero. El proyecto debe asegurar su futura publicación, distribución y comercialización en Chile o en el extranjero.

Puede postularse personas naturales, chilenos o extranjeros, con cédula de identidad emitida por el Registro Civil de Chile, mayores de 18 años. Con la finalidad de poder distribuir de mejor manera los recursos, como responsable solo se podrá presentar hasta 2 proyectos, y hasta 2 proyectos por traductor.

Puedes consultar las bases completas de la convocatoria aquí.

La convocatoria cierra el 13 de septiembre, a las 17:00 hora de Santiago de Chile

jueves, 29 de agosto de 2024

Cosas que se hacen en Europa, donde hay plata

El CEATL (Consejo Europeo de Asociaciones de Traductores Literarios) organiza una Conferencia Europea sobre Traducción Literaria en el marco del programa de Estrasburgo, Capital Mundial del Libro 2024 de la UNESCO.

Este acontecimiento sin precedentes, que se celebrará en el Parlamento Europeo y en la ciudad de Estrasburgo del 2 al 4 de octubre de 2024, reunirá a un importante grupo de actores interesados en la traducción literaria durante tres días de debates sobre las cuestiones relacionadas con la circulación de las obras literarias en Europa.

El programa, que contará con 65 ponentes de 30 países, 5 mesas redondas, 7 talleres, y mucho más; brindará la oportunidad de reforzar las redes existentes, intercambiar puntos de vista y buenas prácticas, y examinar los retos a los que se enfrenta el sector, entre ellos la diversidad lingüística y editorial, la inteligencia artificial y la libertad de expresión.

Ya está abierto el plazo de inscripción para asistir a la conferencia en persona (en el auditorio de 350 plazas del Parlamento Europeo) o en línea. Habrá interpretación simultánea en francés, inglés y alemán.

La Conferencia de Estrasburgo cuenta con un amplio apoyo de instituciones públicas (Parlamento Europeo, Comisión Europea, Ministerio francés de Cultura, Ayuntamiento de Estrasburgo), así como de agentes del sector del libro europeo y de otros ámbitos (asociaciones europeas e internacionales de traductores, escritores, editores y libreros; organizaciones literarias y culturales), todos ellos comprometidos con el apoyo y la promoción de la traducción literaria.

miércoles, 28 de agosto de 2024

El Ministerio de Cultura español y el Premio Nacional de Traducción 2019: María Dolores Udina Abelló vs. Carlos Manzano

Para entender plenamente esta noticia, corresponde aclarar que en España existe un Premio Nacional de Traducción, que se concede todos los años. Tal parece ser que, en 2019, la beneficiaria fue 
María Dolors Udina Abelló, lo que provocó una airada reacción del traductor Carlos Manzano, quien juzgó tener más méritos que la premiada. El resto es contenido leguleyo, finalmente resuelto el pasado 22 de agosto, tal como se señala en esta noticia, publicada por la agencia Europa Press.

Cultura confirma a Dolors Udina como Premio Nacional a Traductor 2019 que reclamó otro candidato que alegó "más méritos"

El Ministerio de Cultura ha confirmado la concesión del Premio Nacional a la Obra de un Traductor correspondiente al año 2019 a la traductora María Dolors Udina Abelló después de que el también traductor, Carlos Manzano, presentase un recurso alegando que él tenía "más méritos objetivos" y, por tanto, que era "merecedor del premio", como publica este jueves el Boletín Oficial del Estado (BOE).

Según refleja la sentencia de la Sala de lo Contencioso-Administrativo Sección Sexta de la Audiencia Nacional, con fecha 8 de marzo de 2024 a la que ha tenido acceso Europa Press, el aspirante Manzano --que había presentado su candidatura al citado Premio Nacional que otorga Cultura-- solicitaba que se reconociese "su derecho" a que el premio le fuera "concedido a él" al considerar que la concesión del galardón a Udina fue "arbitraria". 

"El demandante argumenta que los méritos objetivos que habría acreditado superan en cualquier caso los que justifica la favorecida por la decisión del jurado, lo que le haría, a su juicio, merecedor del premio. Relaciona los méritos aportados por cada uno y llega a la conclusión de que la concesión ha sido arbitraria y contraria al principio de igualdad garantizado en el artículo 14 de la Constitución", se explica en dicha sentencia. 

La Audiencia Nacional estimó en parte el recurso contencioso-administrativo interpuesto y dispuso que "se retrotraiga el procedimiento al momento inmediatamente anterior a la concesión del premio a fin de que por el órgano competente se motive de manera suficiente la decisión que se adopte, en los términos que resultan de esta sentencia". 

En 2019, el Ministerio de Cultura proponía a Dolors Udina como Premio Nacional a la Obra de un Traductor por "su trayectoria prolongada, prolífica y de alta calidad como traductora de lengua inglesa al catalán y castellano" y por ser un "ejemplo" en la profesionalización de la traducción literaria. 

Precisamente, en relación a los méritos aportados en su día, la sentencia detalla que "no hay ninguna valoración técnica --ni de ninguna otra clase-- acerca de su número o calidad que permita conocer las razones por las que fueron preferidos los aducidos por la premiada". "De este modo, se hace imposible conocer cuáles han sido los criterios utilizados para llegar a la decisión adoptada por el jurado y, en consecuencia, exponer razones fundadas para combatirlos, con la consiguiente indefensión para el interesado", añade. 

Por todo ello, Cultura reunió al Jurado el pasado 17 de junio de 2024 y concedió nuevamente la concesión del Premio de 2019 a Udina "por la excelente calidad lingüística de la traducción y la búsqueda incesante de la palabra justa, hasta alcanzar la riqueza de los matices que implica el original, hallando en sus traducciones la misma expresividad, ambigüedad y precisión de su creador". 

También destaca su "dilatada carrera y continuada en el tiempo, que comenzó en la década de los 80 del siglo pasado" y "los más de doscientos títulos publicados", como recoge el BOE, que subraya que, a su relevante faceta como traductora literaria, Dolors Udina añade la de la docencia en la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad Autónoma de Barcelona, desde 1998", sin olvidar su labor editorial, entre 2000 y 2005 --años en los que fue editora de la versión catalana de la revista digital The Barcelona Review--, además de su actividad como articulista en revistas y periódicos como La Vanguardia, Diario de Mallorca, Diari de Barcelona, El País, Revista de arqueología y Quimera

Entre las obras de Udina publicadas del inglés al catalán, del inglés al castellano o del castellano al catalán y viceversa, junto con las traducciones del francés, destacan obras de autores como Jane Austen, Virginia Woolf, J. R. R. Tolkien, Ralph Ellison, Toni Morrison, Raymond Carver, Isaiah Berlin, Nadine Gordimer, J.M. Coetzee, Cynthia Ozick o Alice Munro. La presente orden agota la vía administrativa.



martes, 27 de agosto de 2024

"No me considero artista por traducir, pero sí autora"

En el pasado mes de julio, nuestra vieja conocida, la traductora española Itziar Hernández Rodilla (foto) publicó una interesante columna en el blog El Trujamán, a propósito de la traducción y la inteligencia artificial. La reproducimos a continuación.


Más sobre el Plagio Universal

El otro día alguien con mucha más información sobre el tema que yo, un especialista en procesamiento del lenguaje natural que está de parte de los buenos, o sea, del que es más pobre que las ratas y vive en la precariedad, comentaba que es curioso que, para defendernos de la IA, esgrimamos el consabido capitalismo vs. creatividad cuando la creatividad es un concepto puramente capitalista.

Me hizo pensar, la verdad. Porque es bastante cierto. La humanidad ha sido siempre creativa, claro. Eso es, me parece, parte de nuestra esencia animal. La música estuvo ahí desde siempre, el baile, los cuentos bien relatados en torno al fuego, el cómic nació en las cuevas, se ilustró a la población en los capiteles de las iglesias, se iluminaron manuscritos; incluso en las épocas más oscuras de la historia, hubo humanos que crearon. Pero es cierto que todo aquello tenía un fin. Y que se consideraba arte la reproducción de manuscritos que solo se copiaban. Y que traducir era tan creativo como lo que más porque no era un arte en sí mismo, sino la forma de trasladar enseñanzas. Y solo cuando la individualidad comienza a venerarse, cuando aparece el capitalismo, se comienza a hablar de creatividad como la entendemos hoy y con cuyo concepto tendemos a juzgar el pasado.

No es tan curioso, pues, que el capitalismo haya vinculado el significado de la creatividad al crecimiento económico, la expansión del consumo y la producción de bienes. La creatividad no tuvo nunca, tal vez, el sentido ético que le dimos, el de servir para crear nuevas sociedades o formas de vivir que empoderen a todo el mundo para establecer formas de vida más justas. Tal vez la creatividad se usó siempre para el aumento de la productividad, con el fin de reforzar el capitalismo, con la consecuente reproducción de sociedades injustas y desiguales, y con el daño colateral de la precariedad y la destrucción planetaria. Y, en este sentido, es lógico que el constructo político de la industria creativa derive hacia la IA.

Pues vaya, ¿no? Entiéndaseme bien, no es que yo esté en contra de que las obras se consideren creación, y soy firme firmísima defensora del derecho de autor a que da pie crear una obra derivada como la traducción (un retroceso evidente me parecería dar marcha atrás en este sentido y renunciar a nuestros derechos de autor por tarifas más altas), pero (aquí era donde venía el que estaban esperando) también me parece un retroceso utilizar la IA para cosas que puede hacer mejor un ser humano porque, miren por dónde, es humano, por mal humano que sea. Pero, claro, hay que entender también que la creatividad que el capitalismo ha defendido ha estado casi siempre basada en el concepto de robar. Y ese es, precisamente, el que nosotros no reclamamos.

Yo no me considero artista por traducir, pero sí autora. Yo no creo que mi oficio dependa de una musa (aunque siempre ayuda para darle brío a las palabras); pero sí creo que debe depender de derechos de autor que se respeten (hola, Plagio Universal). Me he encontrado en el brete de tener que calificar de creativas obras de IA y de no tener claro a qué se refería la calificación; pero sí sé que me ha robado, que seguirá robando y que, además, cuanto más robe, más plana se va a volver y, por lo tanto, menos nos van a educar a los pobres curritos y más nos podrán explotar.

En definitiva, tal vez los traductores deberíamos volver a ser esos seres que, sin creatividad, eran creadores, contribuían a construir la cultura universal y ayudaban a la formación de la literatura nacional, haciendo un servicio, sí, pero tremendamente humano: el de ayudar a la humanidad a comunicarse y ser mejor.

O tal vez no debamos contraponer la creatividad al capitalismo, sino arrancarla de sus garras.

lunes, 26 de agosto de 2024

Gamerro y Zabaloy unen fuerzas para presentar los momentos epifánicos en la obra de Joyce

El escritor y traductor Carlos Gamerro recientemente ha unido fuerzas con el traductor Marcelo Zabaloy y, juntos, han confeccionado un nuevo libro de James Joyce. Se trata de Epifanías, publicado por Interzona, con prólogo y notas de Gamerro (acaso uno de los mayores especialistas en el autor de Dublineses de la lengua castellana), y traducción de Zabaloy (autor de la cuarta versión en castellano de Ulises y de la primera versión completa en castellano de Finnegan's Wake), que se basa en las dos colecciones de epifanías que se conservan en las universidades de Buffalo y de Cornell, en los Estados Unidos.

En principio, el término "epifanía" (del griego, επιφάνεια) significa, literalmente, "manifestación" y "revelación", y sirve para nombrar un acontecimiento de naturaleza religiosa que, bajo diversas denominaciones, implica la aparición o advenimiento de alguna deidad en muchas culturas.

Joyce, sin embargo, lo emplea con una finalidad estética. Para él, según Gamerro en el prólogo, son "pequeñas revelaciones en las que de repente, de modo aparentemente espontáneo, 'vemos' a la otra persona, la situación en la que estamos metidos, a nosotros mismos; los vemos como por primera vez, inundados de un sentido hasta entonces insospechado o escondida".  De esos momentos trata este libro que, dividido en 40 fragmentos, recoge fragmentos de Stephen el Heroe, Retrato del artista adolescente y Ulises.

Tanto el prólogo como las versiones (acompañadas por el correspondiente texto en inglés) constituyen una labor valiosísima y una forma de aproximarse a Joyce desde otro lugar. 

jueves, 22 de agosto de 2024

Según el autor de la nota, la de Borges es "una obra que no sólo sobrevive a la historia de la infamia, sino que, asimismo, nos permite sobrevivir a ella"


Fernando Herrera
, publicó hace un par de días en la revista Caras y Caretas, una nota donde, por enésima vez se habla de Borges como traductor, relacionando su condición de lector a esa circunstancia. 

La traducción como ensayo

La pasión por la lectura no solo impregnó la obra de Borges, sino que la fundó. Quizás no haya otro escritor contemporáneo cuyo vínculo con los libros haya sido tan entrañable. “La Biblioteca de Babel”, uno de los cuentos más citados de Ficciones (1944), nos muestra desde su mismo comienzo hasta qué punto le otorgaba al libro un carácter trascendental, mítico, aun sagrado. Dice Borges: “El universo (que otros llaman la Biblioteca)…”. Sabemos que, siendo niño, el pequeño Georgie salía muy poco de la casa familiar a raíz de su frágil salud. Pasaba entonces largas horas leyendo y hurgando en la biblioteca de su padre, a la que en alguna entrevista llegó a calificar como “el hecho capital” de su vida.

Su amor por la lectura lo llevará al extremo del paradójico desaire por el concepto clásico de autor: “Que otros se jacten de las páginas que han escrito; / a mí me enorgullecen las que he leído”, sentencia en “Un lector”, poema incluido en Elogio de la sombra (1969). Borges ponía un acento extravagante e irónico en el fenómeno de la lectura por sobre la actividad de escritor que él mismo ejercía. Si bien no se trataba de una impugnación plena, claro está, sí había en ese gesto un desplazamiento, una crítica velada al genio romántico y a la vanidad del estilo. No es extraño, por ende, que su obra constituya una amalgama intertextual de “ajenas historias”, como él mismo decía: de citas, referencias y recuerdos transplantados a sus narraciones por obra del destino o del mismísimo azar. Borges tomaba partido por el lector como origen mismo de la escritura.

Páginas ajenas
Esa curiosidad se saciaba en las páginas de otros antes que en las propias. De ahí que la traducción, no sólo como práctica discursiva, sino sobre todo como temática intrigante y metafísica, haya sido un ámbito privilegiado en el que recrear su fascinación lectora. Ensayos como “Los traductores de Las mil y una noches” (1936), “Las versiones homéricas” (1932), o el temprano “Las dos maneras de traducir” (1926), estudiados por Sergio Waisman en su magnífico libro Borges y la traducción (2004), constituyen una visión totalizadora del arte de traducir como uno de los pilares dialécticos de toda cultura: “El concepto de texto definitivo”, dirá en un ensayo de 1932 sobre El cementerio marino de Paul Valéry, “no corresponde sino a la religión o al cansancio”.

Su pasión de traductor había comenzado de niño, tras aprender inglés con su abuela inglesa, Frances Ann Haslam de Borges. Luego, a los quince años, en Ginebra estudia la lengua francesa y lee la poesía de Heinrich Heine con la modesta ayuda de un diccionario alemán-inglés. Lee a Poe, a Dickens y hasta una versión inglesa de El Quijote, cuyo original castellano le parecerá, años más tarde, “una mala traducción”. A los nueve años ya había volcado a su idioma un cuento breve, “El príncipe feliz”, de Oscar Wilde, publicado en un diario porteño de la época. La confusión generada a raíz de su edad ya auspiciaba un porvenir borgeano: “Como la traducción estaba firmada simplemente ‘Jorge Borges’, la gente supuso que era obra de mi padre”.

No exento de polémica, como traductor se proponía ensanchar el campo de la literatura antes que ser fiel a los originales. Para él, traducir era ingresar a un laboratorio del lenguaje en el que no se debía repetir ninguna fórmula, sino recrearlo todo. En efecto, Borges encara de un modo perspicaz y no menos temerario la traducción de autores como Kafka, Faulkner, Virginia Woolf, Whitman o Poe, guiado por la ambigua convicción de “mejorar el original”; para él, cualquier obra podía ser incluso “infiel a la traducción”. Es claro el carisma de su imaginación, aun de su humor, en tales afirmaciones. Pero el propósito de Borges no era ser un traductor ponderado. Su interés pasaba, antes bien, por enaltecer una actividad durante mucho tiempo profesada de un modo acaso instrumental, tecnocrático y repetitivo, y enajenada de su encanto de ser el arte de la complejidad y la semejanza.

Énfasis y omisiones
Borges quiso darle a la traducción un tenor novedoso. Hacer de ese “largo sorteo experimental de omisiones y de énfasis”, como define en su ensayo “Las versiones homéricas”, una disciplina apasionante, colmada de interrogantes metafísicos y humanos. Dado que, dicho con sus palabras, “cada idioma es un modo de sentir el universo o de percibir el universo”, el arte del traductor no podría sino embeberse de sentimientos y percepciones extrañas a su cultura, ajenas a sus hábitos comunes. Idea que tendrá su deriva en la legendaria conferencia titulada “El escritor argentino y la tradición” (1951), donde ponía a la argentinidad literaria en la privilegiada extrañeza de poder ser y no ser Occidente al mismo tiempo.

Claro que el uso de localismos y su propensión a omitir detalles y transformar la perspectiva de la narración, por ejemplo en sus versiones de “La carta robada” de E. A. Poe y de Orlando de Virginia Woolf, serán muy discutidos. Con su traducción de algunos poemas de Leaves of Grass de Walt Whitman, cuya traducción “oscila entre la interpretación personal y el rigor resignado”, tal cual dice en el prólogo, sucederá algo similar. La lluvia de cuestionamientos provendrá tanto de quienes lo verán como un autor extranjerizante como de quienes renegarán del sabor local de sus traducciones.

Esa indagación orgánica en la lectura potenció desde su infancia una aguda mirada crítica, siempre con el afán descubrir lo insospechado en las obras que lo emocionan. Sus ensayos de los años 20 y 30 son piezas maestras de una cultura y una agilidad léxica y conceptual solo comparables a las de figuras de la crítica del siglo XX como T. S. Eliot, Walter Benjamin o José Lezama Lima. Su itinerario ensayístico se inicia con Evaristo Carriego (1930), Discusión (1932) e Historia de la eternidad (1936), a los que seguirán Otras inquisiciones (1952), y sus memorables Nueve ensayos dantescos (1982), además de un conjunto de prólogos publicados por Torres Agüero en 1975.

Es difícil encontrar un autor que haya envejecido mejor. Su indómita erudición, su capacidad para conjugar a Chesterton o Conrad con Carriego, a la Cábala con el tango, a la Buenos Aires suburbana de su fervor con Babilonia, siguen asombrándonos como en la primera lectura. Su trabajo sobre la página, su hilarante destilación del lenguaje, parecieran preservar una obra que no solo sobrevive a la historia de la infamia, sino que, asimismo, nos permite sobrevivir a ella.

miércoles, 21 de agosto de 2024

Presentan un Fondo Nacional de las Artes a imagen del gobierno libertario de Milei

"Con críticas a gestiones anteriores y una plan fuerte como entidad financiera, el presidente del organismo presentó al equipo que lo acompañará ad honórem; el secretario de Cultura confirmó que Sturzenegger trabaja para “eliminar las barreras reglamentarias que impiden a los artistas ser protagonistas del mercado de arte internacional." Tal es la bajada del artículo publicado en el día de ayer por Daniel Gigena, en las páginas culturales del diario La Nación, de Buenos Aires, donde se da cuenta de la nueva constitución del directorio del Fondo Nacional de Las Artes. 

El Fondo Nacional de las Artes confirmó su perfil de “banco para artistas” y presentó su nuevo directorio

En la Cúpula del CCK o Palacio Libertad -el cambio de nombre del edificio no es oficial todavía-, el secretario de Cultura Leonardo Cifelli abrió esta mañana el acto de presentación del nuevo directorio del Fondo Nacional de las Artes. Luego de agradecer al presidente Javier Milei y a la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, por liderar la “batalla cultural”, dio la bienvenida al licenciado en Economía y gestor cultural Tulio Andreussi Guzmán, presidente del FNA, y un nuevo equipo de especialistas del organismo, que trabajarán ad honórem. En ese contexto, reiteró que el centro cultural pasaría a llamarse Domingo Faustino Sarmiento.

“Estoy convencido de que su trabajo será clave para cuidar y promover el patrimonio cultural de nuestro país”, dijo Cifelli sobre el responsable de esta renombrada institución creada en 1958. El secretario de Cultura recibió aplausos de la concurrencia cuando anunció que, gracias a las políticas de desregulación que impulsa el ministro Federico Sturzenegger, el Gobierno avanza en la eliminación de “barreras reglamentarias que impiden a los artistas ser protagonistas del mercado de arte internacional”.

“Que no queden dudas: vamos a continuar protegiendo el patrimonio cultural y la historia de nuestro país, pero de ninguna manera vamos a impedir que los artistas vuelvan a la escena de las grandes subastas internacionales, de las galerías, de las ferias”, aseguró, antes de agradecer a la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, de quien hasta ahora depende la cartera de Cultura. Cabe recordar que, en el primer proyecto de la ley Bases (cuyo autor intelectual era Sturzenegger y que Cifelli defendió en la Cámara de Diputados), el FNA integraba la lista de los organismos culturales que, parafraseando al Presidente, quedaría “¡afuera!” del Estado.

Andreussi Guzmán anunció cambios sustanciales en el organismo y, con cierto retraso, las líneas de fomento para 2024. “El FNA debe ser entendido como una entidad financiera para prestar apoyo y fomentar a las artes en todo el territorio argentino”, destacó. Del acto participaron la mayoría de los integrantes del directorio del FNA, artistas y representantes de las áreas de cultura de las provincias.

“Las funciones principales del FNA son otorgar créditos a las actividades artísticas y a la cultura, a la vez que administrar, fiscalizar y distribuir, según las disposiciones legales, los ingresos obtenidos a través de las leyes de fomento del arte. Luego están las actividades complementarias, que son los subsidios, las becas, los concursos y las exposiciones, entre otras”, se explayó Andreussi Guzmán que, en su discurso, confirmó un “regreso a las fuentes” del organismo. Por indicación de Cifelli, remarcó que la suya sería una gestión federal (algo que los funcionarios de gestiones anteriores también dijeron en su momento).

Tras destacar dos gestiones históricas del FNA -la primera, a cargo de Juan Carlos Pinasco, de 1958 a 1973, y la de Amalia Lacroze de Fortabat, presidenta entre 1992 y 2002- criticó las últimas dos, a cargo de Carolina Biquard y Diana Saiegh, durante los gobiernos de Juntos por el Cambio y el Frente de Todos, respectivamente. “En las últimas gestiones se verificó un cambio en la matriz de las prestaciones -dijo Andreussi Guzmán-. Durante cuarenta años el FNA funcionó como un banco de artistas, pero en los últimos años las actividades complementarias pasaron a ser las principales, dejando al Fondo en una situación de debilidad. En la última gestión, además hubo una muy mala fiscalización llevando a los ingresos a sus mínimos históricos. Recibimos una institución acéfala, porque todos los directores habían renunciado; desordenada, desarticulada y con una seria problemática financiera”.

Luego refirió que en los primeros meses de gestión se había dedicado a reordenar y optimizar los recursos. “Hoy puedo afirmar que el FNA es sustentable y totalmente independiente de los recursos del Tesoro, que en la última gestión aportó el 40% de los recursos. Hoy el FNA no necesita más esa ayuda”, dijo. “Hay que saber administrar lo que se ingresa”, sostuvo e informó que los costos operativos del FNA habían bajado un 30% este año. Y anticipó que se pondrían en valor la sede del FNA en Alsina 673, el archivo y la Sala Clorindo Testa.

Andreussi Guzmán presentó al Directorio y a los responsables de las tres gerencias que lo acompañarán en su gestión. Marcelo Griffi oficiará como representante del Banco Central (por recomendación del presidente del BCRA, Santiago Bausili), Alicia De Antonis, como auditora general, y Gastón Pulero, actual director nacional de Integración Federal y Cooperación Internacional, como representante de la Secretaría de Cultura. El director y coreógrafo Mauricio Wainrot (ausente con aviso) dirigirá el área de Artes Escénicas y Danza; la artista María Silvia Corcuera, el de Artes Plásticas; el doctor en Historia y profesor Juan Antonio Lázara, el de Letras, Patrimonio, Radio y Televisión; el arquitecto Marcelo Nougués, el de Arquitectura; el cineasta Miguel Pereira, el de Cine; la gestora cultural Teresa Anchorena, el de Patrimonio y Artesanías, y el director y académico Guillermo Scarabino, el de Música. Los cargos serán ad honórem y tendrán una duración de cuatro años.

En la gerencia de Operaciones fue designada Laura Sarafolgu; en la de Relaciones Institucionales y Comunicación, Inés Etchebarne (que dirige también la Casa Victoria Ocampo) y en la de Planeamiento y Servicios Culturales, Santiago Valentino que fue el encargado de dar a conocer las líneas de fomento para este año.

Las líneas de fomento del FNA contemplan un total de 750 millones de pesos. Por el cambio en la “matriz” de la nueva gestión, casi el 69% se destinará a préstamos; el 20%, a becas; casi el 9%, a concursos, y poco más del 2%, a subsidios. Hasta ahora, el FNA ejecutó un tercio del presupuesto asignado para este año en sueldos e infraestructura.

Desde mediados de mes se pueden solicitar tres tipos de préstamos (UVA con tasa 0%): personales para proyectos culturales, reformas y adquisición de equipamiento, de hasta diez millones de pesos, y para industrias culturales, de hasta veinte millones de pesos; con un plazo de devolución de hasta veinticuatro meses en préstamos menores a cinco millones de pesos y de hasta 48 meses en préstamos superiores a ese monto. Valentino destacó que se mediría el “impacto” de los préstamos en las comunidades.

También se encuentra abierta hasta el jueves 19 de septiembre la convocatoria para participar de las Becas Creación (de $ 850.000 para artistas y de un millón de pesos para proyectos grupales) en las disciplinas de artesanías, arquitectura, artes audiovisuales, artes visuales, danza, diseño, letras, música, patrimonio, teatro y artes circenses, con una única categoría: producción creativa. Pueden presentarse propuestas de investigación, anteproyectos de escritura, montaje, grabación de discos, composición, confección de prototipos, ensayos y rodajes, entre otras. Se estima que otorgarán doscientas becas.

Hasta el martes 24 de septiembre se podrá participar del Programa de Formadores, destinado a docentes, artistas, formadores y capacitadores de distintas áreas de la cultura, que se enfocará en proyectos de capacitación artístico-cultural que fomenten iniciativas con impacto comunitario y multiplicador en todo el país. “Queremos que cubran necesidades reales y estar presente en todas las provincias”, dijo Valentino. Se otorgarán $ 600.000 para proyectos individuales y $ 800.000 para los grupales.

Algunos de los tradicionales concursos del FNA se seguirán haciendo este año, informó Valentino. De hecho, el de Letras (cuento, novela, poesía, ensayo y no ficción) está abierto hasta el 10 de septiembre. Entre septiembre y octubre abrirán los concursos de Música Académica, Dramaturgia y Fomento para Editoriales Independientes y otros tres nuevos concursos propuestos por el Directorio: Proyectos Curatoriales, Puesta en Valor de Cementerios Patrimoniales y Templo y Arte Registrado de Proyectos de Cortometrajes. Los ganadores de los primeros premios recibirán un millón de pesos; los que ganen el segundo, $ 750.000, y los ganadores del tercer premio, medio millón de pesos (en 2023, se entregaron $ 350.000, $ 250.000 y $ 200.000, respectivamente).

Sin embargo, pese al reordenamiento, hubo ajustes en el FNA. Para este año no fueron anunciados los tradicionales concursos de Arquitectura, Artesanías, Artes Plásticas, Danza, Diseño y Música Popular.

Para los subsidios a entidades sin fines de lucro, no habrá “ventanilla abierta” sino un concurso de proyectos artísticos para la comunidad.

martes, 20 de agosto de 2024

Pelotudeces a troche y moche

No sabemos quién es María del Pilar Díaz, pero firma cosas como la que se leen abajo en El Confidencial, un medio español que, con salero, nos explica el universo. Ésta es la bajada pedorra que presenta el artículo: "Las expresiones populares en español han perdurado y evolucionado durante siglos, reflejando la riqueza cultural e histórica de los pueblos hispanohablantes"

¿Qué significa la expresión "a troche y moche"? Este es su origen

El idioma español, conocido por su riqueza y diversidad, cuenta con una amplia gama de expresiones populares que reflejan la historia y la cultura de los pueblos hispanohablantes. Una de estas expresiones es “a troche y moche”, cuya etimología y uso continúan generando interés entre los lingüistas y los amantes del idioma.

La Real Academia Española (RAE) define la expresión “a troche y moche” como una locución adverbial que se emplea de manera coloquial para describir acciones realizadas de forma disparatada e inconsiderada, o sin ningún tipo de orden ni medida. Esta expresión se utiliza, por ejemplo, en contextos donde se actúa de manera desorganizada o caótica, como en la frase: “Se ha liado a bastonazos a troche y moche”.

El origen de esta locución es incierto, pero existen varias teorías que intentan explicar su procedencia. Algunos estudiosos indican que la expresión “a troche y moche” tiene su origen en el siglo XV, cuando Isabel la Católica ordenaba cortar las torres de los castillos de nobles rebeldes, con “troche” derivado de “trocear” y “moche” de “mochar”, simbolizando una acción irracional y absurda.

Como abordan desde el Centro Virtual Cervantes, una de las hipótesis más aceptadas sugiere que podría derivar del verbo arcaico “mochar”, que significa cortar o dividir en partes. Esta palabra, junto con “trocha”, que podría hacer referencia a algo toscamente hecho o a un camino o vereda, formaría una expresión que describe una acción realizada sin ningún tipo de cuidado o precisión, como cuando se despeja de maleza un sendero.

Una posible relación con el ámbito rural
Otra interpretación interesante vincula “a troche y moche” con actividades agrícolas. En el pasado, el trabajo en el campo, especialmente durante la tala de árboles o el desbroce de terrenos, se hacía a menudo de manera apresurada y sin seguir un orden riguroso. Esta falta de organización habría dado lugar a la asociación de la expresión con cualquier actividad que se realiza sin planificación.

A pesar de su antigüedad, la expresión ha sobrevivido en el tiempo, manteniéndose viva en el habla cotidiana, especialmente en España, aunque también es comprendida en otros países de habla hispana. Su uso actual demuestra cómo el idioma español, a través de sus expresiones, sigue reflejando las costumbres y formas de vida de generaciones pasadas.

La expresión “a troche y moche” comparte similitudes con otra frase del español, “a destajo”. Mientras que “a troche y moche” se refiere a actuar de forma desordenada, sin planificación ni cuidado, “a destajo” implica trabajar con gran intensidad y rapidez, pero con un propósito claro, orientado a completar una tarea en el menor tiempo posible. Así, mientras que la primera sugiere caos y falta de criterio, la segunda se asocia con eficiencia y productividad, aunque ambas destacan la intensidad en la ejecución de una acción.

lunes, 19 de agosto de 2024

Samuel Beckett y sus seguidores islandeses

El ensayista, editor, periodista cultural y traductor mexicano Alejandro García Abreu publicó el pasado 11 de agosto, en La Jornada Semanal, de México, el siguiente artículo sobre el devenir de las traducciones de Samuel Beckett en Islandia.



Un trago de muerte negra: Samuel Beckett en Islandia

La historia del doctor Ástráður Eysteinsson, escritor y catedrático de la Universidad de Islandia, pondera los efectos de la lectura de Samuel Beckett (Dublín, 1906-París, 1989). Autor de un ensayo sobre el examinador del vacío, se aproxima a la dificultad de la existencia a través de algunos ejemplos. Se apoya en la crítica, las traducciones y las puestas en escena. Es la sombra de una sombra dublinesa. El texto aparece en una proeza literaria. Translating Samuel Beckett Around The World [Traducir a Samuel Beckett alrededor del mundo], editado por José Francisco Fernández –profesor de Literatura inglesa en la Universidad de Almería– y Pascale Sardin –especialista en estudios ingleses en la Universidad Bordeaux Montaigne–, es un acontecimiento en el campo de los estudios del escritor por su deslumbrante sentido analítico. Publicado por Palgrave Macmillan –editorial con oficinas en Londres, Nueva York y Shanghái– en 2021, el volumen deviene colección de ensayos sobre las huellas de Beckett por el mundo en función de las traducciones de su obra. Fernández y Sardin muestran diversos trayectos de los textos del autor de Trío fantasma (1977). Los convocados son doce ensayistas y traductores de distintas latitudes: Islandia, Suecia, Países Bajos, España, Italia, Argentina, Brasil, Turquía, Israel, Pakistán, India y China. Trasciende la docena de piezas sobre “el rastreador del enigma del universo”, según Pierre Gould, quien firma como Bernard Quiriny y alude a Beckett.

La recepción de la obra en la bahía humeante
El vínculo del artista visionario con Islandia es una de las historias más atractivas incluidas en Translating Samuel Beckett Around The World. Ástráður Eysteinsson –experto en literatura inglesa y escandinava, espléndido germanista– escribió “Embraces-Empty Spaces: Translation and Reception of Samuel Beckett in Iceland” [Acogidas-Espacios vacíos. La traducción y recepción de Samuel Beckett en Islandia]: una indagación de los enigmas de la escritura. En Reikiavik, la “bahía humeante”, ciudad denominada así por el vapor que emergía de sus fisuras geotérmicas, el traductor e investigador literario –nacido en Akranes, ciudad portuaria–, leyó a Beckett y bosquejó una especie de genealogía de sus traslaciones al islandés y de los ejercicios intelectuales.

Eysteinsson se remonta a 1960. Cuando Esperando a Godot –obra traducida por el novelista Indriði G. Þorsteinsson (1926-2000) y dirigida por Baldvin Halldórsson (1923-2007)– se representó en el Teatro de la Ciudad de Reikiavik el 29 de marzo de ese año, fue bien recibida y, en retrospectiva, superó cierta barrera. El dramaturgo era conocido por la crítica islandesa y tenía cierta cantidad de seguidores. Los asistentes se enfrentaron a una obra controvertida. La gran recepción se debió a que quienes habían escrito sobre Beckett durante los años anteriores afirmaron que Esperando a Godot y otras piezas se caracterizaban por una investigación del abismo.

El doctor por las universidades de Iowa y Colonia se refiere a un periodista islandés que informaba desde Viena, donde había visto Fin de partida (1957) en 1958. Es un drama “lleno de repeticiones y conversaciones sobre asuntos sin importancia. Todo ha quedado atrás, nada por delante, salvo la muerte. Todo lo que importa ha terminado y se ha acabado. Es una representación teatral que quedará grabada en la mente durante el resto de la vida, como una advertencia y una amenaza, independientemente de lo que tomemos de la obra, en la conciencia de lo que significa ser en nuestro tiempo”, dijo el periodista anónimo. Se comprueba la bienvenida al espacio vacío. Sospecho que, sentado a su mesa de trabajo, Eysteinsson cita a Beckett en un ejercicio de ficción crítica basado en Comedia (1962): “Y todo está cayendo, todo ha caído, desde el comienzo, en el vacío. Nada ha sido preguntado. Nadie preguntándome por nada de nada.”

Eysteinsson recuerda que el primer artículo extenso que apareció en Islandia sobre la obra de Beckett fue escrito en 1957 por Sigurður A. Magnússon (1928-2017), quien se convertiría en una de las voces más importantes de su país en los años posteriores. Su título extrañó a los lectores: Bölsýni í öskutunnum [Visión sombría en los contenedores de basura]. Bölsýni –dice Eysteinsson– implica el pesimismo y se aproxima a la desesperación, como lo hace él mismo. Transfigurado en la sombra de Magnússon en esta ocasión, piensa en la oscuridad de la desilusión total e irreversible y en un humor lúgubre. Magnússon dijo que la faceta de novelista también está influida por la misma visión taciturna. Eysteinsson se apropia de las palabras de Magnússon y aclara: la existencia no tiene sentido. Siempre quedan espacios vacíos. Como el escritor dublinés, sus acólitos son funambulistas.

El primer texto de Beckett en islandés
Ástráður Eysteinsson leyó un artículo publicado en la revista Dagskrá en 1958 escrito a cuatro manos. Sveinn Einarsson (1934) –que más tarde se convertiría en director del Teatro de la Ciudad de Reikiavik y posteriormente del Teatro Nacional– y Ólafur Jónsson (1936-1984) –destacado crítico literario en Islandia– aseguraron que Beckett fue “clasificado junto a los llamados absurdistas”, como el rumano Eugène Ionesco (1909-1994) y el ruso Arthur Adamov (1908-1970). Ambos escribieron en francés, como Beckett. La referencia al teatro del absurdo se convirtió en un rasgo de la recepción islandesa del genio de Dublín. El artículo de Einarsson y Jónsson está acompañado por su traducción de Acto sin palabras I (1956). Fue el primer texto de Beckett publicado en islandés. El personaje es un hombre con un ademán característico: dobla y desdobla su pañuelo. El escenario es desierto con iluminación deslumbrante. Transcurre la acción –una descripción de movimientos y acontecimientos– y el individuo se mira las manos. Antes de que los actores beckettianos pronunciaran palabras islandesas en el escenario, el dramaturgo apareció con un texto impreso que consiste en una serie de instrucciones escénicas.

Escrito en francés, Acto sin palabras I fue publicado en París por Éditions de Minuit en 1957, y en 1958 constituyó la llegada perfecta de Beckett al país de la playa roja de Rauðisandur y de los acantilados de Látrabjarg, espacios unidos al imaginario del autor de Eleutheria (1947).

Al describir al escritor irlandés, Sveinn Einarsson y Ólafur Jónsson enfatizaron cómo sus obras difieren de las configuraciones dramáticas predominantes en la época: “emplea imágenes simbólicas y símiles que recuerdan a la poesía moderna”. La palabra que usaron en la revista Dagskrá, nútímaljóðið [el poema moderno], tenía una referencia a la poesía modernista, sobre la que hubo un debate en Islandia durante los años cincuenta, que se unía a una discusión similar sobre la pintura abstracta. La falta de temas identificables y escenas figurativas en la literatura y la pintura fue percibida por muchos como un asunto preocupante. Para una cultura literaria con raíces que se remontan a mil años atrás pero que depende del enlace de una población pequeña y, por lo tanto, de una lengua nacional hablada por pocos, el abandono de las formas métricas tradicionales y la desaparición de los fundamentos creativos acostumbrados, creó frustración e incertidumbre entre quienes apreciaban la continuidad cultural, elucida Eysteinsson.

El poeta y dramaturgo Árni Ibsen (1948-2007) desarrolló una fascinación por la obra del creador de Quad (1981) y en 1987 publicó el primer libro de Beckett en islandés, Sögur, leikrit, ljóð [Relatos, obras de teatro, poesía], publicado por la editorial Svart á Hvítu. El libro contiene catorce poemas, las piezas teatrales Esperando a Godot, Todos los que caen, Fin de partida, Vaivén, No yo, Nana e Impromptu de Ohio y los textos en prosa Primer amor, El expulsado, Suficiente, Imaginación muerta imagina, Me di por vencido antes de nacer y Compañía. Pero fue una excepción. La cultura literaria todavía se resiste a este tipo de experimentación, confirma Eysteinsson. La primera novela de Beckett que apareció íntegramente en islandés, Molloy (1951), traducida por Trausti Steinsson (1950) con un epílogo de Sigurður A. Magnússon, salió a la luz hasta 2001. No fue ampliamente aceptada porque la tradición épica conserva demasiado peso.

Pero Beckett, cuya obra fue galardonada con el Premio Nobel de Literatura en 1969, se abre paso en el territorio de los fiordos. Cuando recibió el premio, el escritor Thor Vilhjálmsson (1925-2011) le envió una carta sin esperar respuesta, pero el autor de Nacht und Träume (1982) le contestó “desde algún oasis en el desierto de Túnez” y terminó su misiva con un anhelo: “Me vendría bien una gota de muerte negra ahora mismo.” Beckett sabía que el tradicional licor islandés Brennivín se conoce con ese lóbrego sobrenombre: svarti dauði. Vislumbro a Eysteinsson, con un vaso que contiene muerte negra, en un teatro discretamente iluminado. Brinda por el dublinés y declama Fin de partida (1957): “Estarás sentado en cualquier lugar, pequeña plenitud perdida en el vacío, para siempre, en la oscuridad. Como yo.”

En esta saga islandesa sobre traducciones, dirección escénica, ensayos, novelas, dramaturgia y un intercambio epistolar, el “pájaro negro y solitario” finalmente habitó el país de trescientos ochenta y dos mil habitantes. Imagino que Ástráður Eysteinsson –sombra entre las sombras– se despide con la lectura de un pasaje de Beckett, perteneciente a Pavesas (1959): “Mi padre, de vuelta de la muerte, para estar a mi lado.”

viernes, 16 de agosto de 2024

Margarita Nelken, primera traductora de Kafka

Margarita Nelken
Elisa Martínez Salazar
 es profesora del área de filología alemana en la Universidad de Zaragoza. Es coautora junto a Julieta Yelin de Kafka en las dos orillas (Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2013). El presente artículo fue publicado en el número de julio de la revista mexicana Letras Libres. Allí vuelve a la cuestión sobre la autoría de la primera versión de Franz Kafka al castellano.

El testimonio de Margarita Nelken como primera traductora de Kafka al español

La reiteración de que algo es un hecho probado cuando no lo es no lo convierte en verdad, pero genera un estado de opinión en el que se difuminan los límites entre lo cierto y lo incierto. En los tiempos de desinformación que corren, padecemos a diario esta práctica en la vida pública. En el inofensivo terreno de la recepción hispánica de Kafka viene ocurriendo algo similar: se agolpan supuestas verdades contradictorias sobre la autoría de su primera traducción al español, enredada en una trama de tintes kafkianos y policiacos.

Es sabido que fue la Revista de Occidente, fundada y dirigida por Ortega y Gasset, el medio que publicó por primera vez un texto de Kafka en lengua española, concretamente La metamorfosis. Lo hizo en 1925, una fecha llamativamente temprana en el contexto internacional. Pero, pese a lo que se suele afirmar, no fue esta la primera traducción de la historia de Gregor Samsa a una lengua distinta del alemán. Unos años antes, todavía en vida de su autor, el joven escritor Sándor Márai la había vertido al húngaro. Y ello no fue precisamente del agrado de Kafka, que quería reservar los derechos de traducción a este idioma a su amigo el doctor Robert Klopstock, según hizo saber por carta a su editorial. Por tanto, no es la española la primera traducción mundial de La metamorfosis, por mucho que esto se repita.

Con todo, es cierto que el anónimo traductor de la Revista de Occidente se adelantó a lenguas como el francés, el inglés y el italiano. A lo largo de los años se ha especulado en torno a su identidad. Entre las distintas hipótesis, tres nombres sobresalen por haberse dado por ciertos a partir de indicios de solidez desigual: Jorge Luis Borges, Ramón María Tenreiro y Margarita Nelken. No me detendré en esta ocasión en la polémica atribución a Borges a que dio lugar la editorial Losada, al presentar mezcladas traducciones procedentes de la Revista de Occidente con otras del escritor argentino. Aunque aún no existe unanimidad al respecto, la autoría de Borges fue descartada hace décadas por Fernando Sorrentino y —eso sí, sólo cuando le preguntaban directamente— por el propio Borges: de los tres candidatos, fue el único que negó explícita y reiteradamente haber traducido La metamorfosis.

En cuanto a Tenreiro, su condición de traductor de alemán y reseñista de Kafka desde las mismas páginas de la Revista de Occidente lo convierten en una opción verosímil. Pero en los últimos años su autoría se está presentando ya no como una posibilidad, sino como una verdad indubitable. Es lo que viene defendiendo el profesor José María Paz Gago desde la prensa generalista y desde el ámbito académico. Incluso la propia Revista de Occidente ha acogido esta tesis en su reciente número monográfico dedicado a Kafka con motivo del centenario. Y, sin embargo, resultan llamativos tanto los argumentos empleados como la rotundidad de las conclusiones.

La afirmación de que solo Tenreiro pudo traducir la historia de Samsa se basa en una serie de coincidencias lingüísticas entre el texto de La metamorfosis y ciertas traducciones del escritor gallego, coincidencias que a juicio de Paz Gago constituyen una “prueba irrefutable” de su autoría. Sorprende una certeza tan firme, siendo que las muestras que se aportan corresponden en su mayoría a usos habituales de la lengua escrita de aquella época. Como tales, se trata de elementos frecuentes también en la prosa de Nelken (y en la de tantos otros). Así ocurre con el empleo de pronombres enclíticos (“repantingóse”), del adverbio “harto”, de la forma separada “en seguida”, de la conjunción adversativa “empero” y de la expresión temporal “al punto”, por citar únicamente los rasgos más recurrentes. Unas marcas lingüísticas que, al no ser exclusivas de ninguna pluma, no arrojan luz sobre la autoría de la traducción.

Mientras la figura de Tenreiro se difumina, Margarita Nelken se perfila con nitidez como la más probable traductora de La metamorfosis. La primera publicación española de la narración kafkiana coincidió con la fase de mayor número de traducciones firmadas por Nelken, que trasladó del alemán, además de otros libros para otras editoriales, nada menos que tres para la editorial Revista de Occidente entre 1925 y 1926. El propio José Ortega Spottorno —hijo de Ortega y Gasset y editor de la misma versión de La metamorfosis como libro, tanto desde la editorial de la revista como desde Alianza— sugirió el nombre de Nelken a la germanista Cristina Pestaña en 1999. Unas declaraciones que, sin ser concluyentes, han de tenerse en cuenta, al provenir de un testigo privilegiado del asunto. Pero el indicio más claro hasta la fecha, que viene a refrendar los anteriores, es un documento mucho más contundente. Se trata de una carta de la propia Margarita Nelken, que reproducimos a continuación.

En 1964, pocos años antes de morir, la intelectual recibió en México, donde vivía exiliada, la carta de una estudiante de la Facultad de Leyes de Salamanca llamada Juana Gascón, interesada en reconstruir la trayectoria de las mujeres diputadas de la Segunda República. Nelken respondió a su petición redactando una semblanza autobiográfica en la que se refería a distintas facetas de su carrera política y cultural. Con respecto a su labor traductora escribió: “Traducciones varias: del francés al español y del alemán (primera publicación de Kafka en la Revista de Occidente)”. Este pasaje puede localizarse en el último párrafo del siguiente fragmento, correspondiente al inicio de la carta:

Lo cierto es que esta información no es nueva: la publicó ya a finales de los años noventa la especialista Josebe Martínez y se tiene en cuenta tanto en la bibliografía sobre Nelken como en ediciones de su obra literaria. Sin embargo, el dato no ha trascendido lo suficiente a los estudios hispánicos sobre Kafka y su recepción. Ojalá su divulgación rebaje la rotundidad con la que se defienden otras opciones y nuevos hallazgos documentales confirmen sin lugar a dudas lo que ya tiene más que visos de verdad: el hecho de que fue Margarita Nelken quien tradujo por primera vez una obra de Kafka a la lengua española, una versión que después de un siglo continúa publicándose como anónima o atribuyéndose a otros.

jueves, 15 de agosto de 2024

Matías Battistón y sus problemas con las formas

 

En la pròxima reunión del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires, el invitado es Matías Battistón, quien va a referirse a los problemas formales que le trajeron sus traducciones de Edouard Levé, John Cage y Gertrude Stein.

Los datos están en el flyer. Los esperamos.

miércoles, 14 de agosto de 2024

FED 2024: Ilusión, afinidad y límites puntuales

Ayer, Luciano Sáliche publicó en InfoBAE su balance de la FED, complementario del publicado por Daniel Gigena en La Nación. Según la bajada: "La Feria de Editores concluyó con buenos números: un 25% más de asistencia que el año pasado y ventas dispares, aunque para la mayoría mejores que la edición anterior".

Balances de una nueva FED, sorprendida y resistente: “El ecosistema del libro independiente es indestructible”

Si la unión hace la fuerza, la Feria de Editores funciona como una estampida. Hace tiempo que los sellos independientes entendieron que el camino era colectivo y comenzaron a asociarse en grupos para deslizarse mejor por la cadena de montaje. Los ejemplos sobran. Uno de ellos es la cooperativa TyPEO, que opera sobre un corredor del fondo, en la calle Hebe Uhart —en la FED, los corredores tienen nombres de escritores—, y agrupa a Rara Avis, Astier, Cúlmine, El Colectivo, Del Signo, La Libre, Muchas Nueces, Hasta Trilce, Ripio, Ubu. “Fue una excelente feria”, dice Ramiro Mases, editor del sello Rara Avis, que conoce del paño porque trabajó varios años en Eterna Cadencia. “Hace tres años que las editoriales de la cooperativa TyPEO hacemos un corredor, así que estamos muy cómodos, al lado de gente amiga y colegas. En general, la FED es una experiencia muy agradable. Y este año, en particular, nos sirvió mucho”, cuenta del otro lado del teléfono.

Contra todos los pronósticos, los números generales de este año son bastante buenos. En primer lugar, en cantidad de público. Los organizadores contabilizaron que durante los cuatro días que duró el evento en el C Complejo Art Media pasaron 24600 personas: 2500 más que el año pasado, que contó con 22100 visitas. El jueves hubo 3400 personas, el viernes 5700, el sábado 7200 y el domingo 8300. Son muy buenos números teniendo en cuenta que, hace meses, a la Feria del Libro de Buenos Aires fue un 10% menos de gente. Otra escala (1.126.351 personas), es cierto, pero caída al fin. Pero también en ventas, porque la caída de la Feria del Libro fue de un 40%, en cambio en la FED todos aseguran que vendieron más que el año pasado. Además, y esto seguramente tuvo que ver, el jueves y el viernes 347 librerías participaron del Programa Librerías Aliadas, que tuvieron un horario exclusivo para recorrer la feria y comprar con el 50% de descuento en los stands adheridos.

Las ventas fueron zigzagueantes. Algunos vendieron más que el año pasado, otros menos. Lo que sí hubo fue una gran sorpresa: entre la gran recesión y la estrepitosa caída del poder de compra, nadie esperaba demasiado. “Entre los editores la expectativas eran muy bajas: no se esperaba que fuera una mala feria, pero imaginaban que no iba a ser lo que la FED siempre es: la gran venta del año junto con la Feria del Libro. Después, cada editorial, según sus características, por ahí vende más en la Feria del Libro o en la FED. Pero sin duda son los dos episodios comerciales más importantes. Y en ese sentido, los editores tenían una expectativa muy conservadora, muy magra respecto de lo que podía pasar. Nadie esperaba que fueran grandes ventas. Y ya con los primeros días todo cambió. Hay, por supuesto, casos particulares, pero con la generalidad de los colegas que hablé a todos les fue mucho mejor de lo que imaginaban”, sostiene Mases de Rara Avis.

Marina Yuszczuk de Rosa Iceberg cuenta que “la Feria del Libro este año fue muy mala; la FED fue mejor. Con respecto al año pasado, la diferencia fue que en agosto de 2023 veníamos de un aumento de precios importante y la gente se sorprendía cuando le decías el precio de los libros (y además, no compraban). Este año no hubo sorpresas: los precios están más o menos estabilizados en los últimos tres meses, pero tampoco hay plata, y se nota. Se vendió bastante bien, y a muchos eso nos sorprendió. Creo que se debe a que hay un público muy particular que espera la FED y compra en la FED, aunque sea uno o dos libros. Lo que no se ve más hace un par de años es el tipo de compra del 2019, 2020, 2021: era muy raro que alguien comprara un solo libro de la editorial, generalmente se llevaban otro porque conocían el sello y les interesaba seguir el catálogo, además de que había algún pequeño descuento por comprar dos títulos; ahora, eso es más difícil, casi imposible”.

A Hexágono le fue bien: “Vendimos aproximadamente un 30% más que el año pasado”, cuenta María Eugenia Riccheri, su editora. “Es el cuarto año consecutivo que participamos. Hasta ahora ninguna de las tres superó a la primera, la del 2021: la presencial pospandemia. Las dos anteriores fueron malas, por lo menos para nosotros”. Hexágono participó en la Feria del Libro a través de Impulso Cultural, el stand del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires: “Este año fue muy flojo. Estamos porque suele ser una plataforma interesante para organizar eventos y como la participación en el stand es gratuita está bueno aprovechar, pero la feria que nos gusta y en la que notamos verdadera diferencia es en la FED”. “Teniendo en cuenta la fecha anterior y el contexto actual, pensé que iba a ser una FED bastante mala y por el contrario la pasé muy bien. Noté a la gente interesada, animada, un clima de disfrute. Se está consolidando también como un espacio de encuentro”, agrega.

El balance general puede ser entusiasta, pero las ventas fueron muy dispares entre los stands. Para Manuel Rud, de Limonero, editorial especializada en libros ilustrados, “fueron un poco menores que las del año pasado pero bastante mejores de lo que esperábamos, considerando que este año la performance comercial viene franca y evidente caída tanto en librerías como en ferias”. Mat Guillian de UOiEA! sintoniza con la idea: “Nuestras ventas en la FED24 fueron un 30% menos que el año pasado. Sin embargo, sigue siendo la feria más importante del año en cuanto a difusión y venta. La asistencia de gente fue espectacular. La diferencia que encontramos con las ediciones anteriores es que fue menos frecuente la venta de la segunda unidad”. Algo parecido ocurrió en el stand de Hojas del Sur: “En nuestro stand las ventas no fueron muy buenas, fueron significativamente inferiores al año pasado”, asegura su editor, el poeta Debret Viana.

“Y si bien no es tan fácil comparar la FED con la Feria del Libro —continúa Viana— porque es una dinámica totalmente distinta de libros, de gente, de tiempo, de intensidad y demás, aún así, creo que se percibe que el poder adquisitivo está deteriorado profundamente y que es inevitable recortar en cosas que no son de primera necesidad como son los libros. Eso no afectó, sin embargo, la concurrencia. Hubo muchísima gente, según los números, más gente que el año pasado en el mismo predio. Hay mucha gente que tiene ganas y necesidad de participar culturalmente de este tipo de eventos, de estar cerca de libros aunque no los pueda comprar. Incluso la gente que nos compró libros nos contaba que habían ido deliberadamente a no comprar, se sintieron tentados e irresponsablemente atentaron contra su propia economía y terminaron comprando un libro o dos. Si antes compraban cinco, compraron uno. Si compraban uno, ahora pasan a visitar y nada más”.

“Además de ser, como siempre, un lugar de encuentro y de celebración —dice Manuel Rud, de Limonero—, creo este año muchos vivimos la FED como una especie de trinchera ante la avanzada muy fuerte (diría del gobierno nacional pero lamento decir que también de todo un sector de la sociedad) sobre las industrias culturales en general y sobre la actividad editorial independiente en particular. Me queda como sonido de fondo de esta edición la voz de los distintos actores de la industria (autores, ilustradores, mediadores, editores, libreros, etc.) revindicando la labor editorial de pequeña escala y la labor librera ante el empuje feroz de las grandes superficies, los mega aparatos de marketing y logística y los canales de venta no mediados por humanos”. De esta edición, queda la postal del “constante encuentro de los y las colegas, y la grata sorpresa de que la gente volvió a responder, a pesar del difícil momento”.

“A pesar de todo, el encuentro entre editores, escritores y lectores sigue siendo una fiesta”, asegura Mat Guillian de UOiEA! “En Argentina, a lo largo de los años, las crisis económicas son desafiantes. Debemos rompernos la cabeza para sorprender con el catálogo y también con el plan de negocio para subsistir. Lo más complejo es intentar que el libro no se vuelva un privilegio, pero creo que esa batalla la estamos perdiendo, lamentablemente. Y esto se profundizó en la actualidad. Hay problemas que permanecen de la mala gestión anterior, como el precio del papel y la inflación, pero en este caso nos afecta además la caída del consumo. Sin embargo, la cultura –con sus heridas en carne viva– trasciende a todos los gobiernos, incluso a los que la desfinancian. Nosotros no estamos de paso, otros sí. En fin, es un momento muy difícil, pero algo es concreto: a las editoriales no las conducen especuladores financieros y los lectores son guerreros que no renuncian a sus armas”.

“Es la primera FED bajo este sol oscuro y autoritario del nuevo gobierno”, subraya Debret Viana, editor en Hojas del Sur. “Por eso, había como un anhelo de estar ahí, una idea de resistencia cultural, de estar presentes en la sede, de ser parte de algo que libra la batalla de la resistencia. Y no me refiero a las editoriales, sino simplemente a la presencia, a los lectores, a los escritores, a los editores, a los diseñadores, a los libreros, a todo el grupo de la cadena del mundo del libro que tomó esto también como un espacio de lucha, necesariamente politizado. No había cánticos ni banderas, pero creo que simplemente la producción y la sostenibilidad de productos culturales es algo que ya está en la vereda contraria de las pretensiones del gobierno actual. Se genera algo muy lindo de camaradería. Por momentos pareciera brindar esperanzas, quizás esperanzas equivocadas, porque todo lo que viene es oscuro, pero esperanzas de que hay con qué pelear”.

Para Marina Yuszczuk de Rosa Iceberg, “cambió el modo de comprar y también cambiamos las editoriales, aunque todavía sea muy pronto para hacer un diagnóstico, pero hablé con muchos editores conocidos y en general -especialmente en las editoriales más chicas- todos estamos publicando menos, porque vemos que no tiene sentido sumar títulos y cantidad de libros que de todas formas no se van a vender. Uno se va de la FED con la sensación de que el ecosistema del libro independiente es indestructible, a juzgar por el entusiasmo de editores, lectores, autores, libreros, por el interés del público y el conocimiento que tienen del mundo del libro, de sus editoriales preferidas, y cómo van a la feria no tanto a ver qué hay, sino a buscar ciertos libros que ya tienen ganas de leer por haber leído recomendaciones o haber visto en redes que salieron. Pero no creo que esto sea así: creo que a largo plazo, el impacto de esta economía se va a sentir cada vez más”.

“Ese impacto no solo viene del lado de la menor cantidad de títulos y tiradas que salen a la venta —continúa la editora—, sino de la menor cantidad de tiempo y energía para leer en una generación abrumada por la cantidad de trabajo que tienen que hacer para que más o menos le cierren los números. Porque lo que pasa en la FED es fruto del trabajo de muchos años y muchas personas; es increíble hablar con editores y autores de otros países y ver qué excepcional es el mundo del libro en Argentina. En ese sentido, la feria se sintió más que nunca como una burbuja que es el mundo del revés del universo libertario, el mundo del meme, del chistecito y de la ignorancia proclamada a los cuatro vientos, donde nada vale y nada importa. Quiero decir, unas de las primeras coas que hizo este gobierno es dejar de comprar libros para repartir a los chicos en las escuelas -muchas veces, chicos que no tienen otra forma de acceso al libro físico-, eso creo que lo dice todo”.

“Las ventas fueron mayores, sobre todo porque el año pasado fue particularmente malo”, dice Ramiro Mases de Rara Avis. “Partiendo de esta aclaración, la FED siempre es una feria donde se gana plata: se vende mucho más de lo que de lo que se invierte, eso seguro. Y nosotros participamos desde la segunda FED y siempre fue una feria que tenía la tendencia o la característica que es que cada año se vende más que el anterior. En el caso de Rara Avis, siempre fue así salvo el año pasado. Por eso te decía que este año vendimos más que el año pasado y a su vez que en el 2022, es decir, hace dos años, vendimos más también que el año pasado. Podría decirse que tuvimos un mal año en el medio. Pero vendimos más que el año pasado, bastante más: un 40% al menos. ¿Por qué? Teníamos novedades potentes, pero hay algo más, de evaluación general: la sensación de mucha gente de que puede ser la última vez: ‘bueno, compro ahora, porque mañana no sé si podré'”.

“En otros años, la gente se llevaba dos, tres o cuatro libros en un puesto”, continúa el editor de Rara Avis. “Lo que uno hacía era jugar con los descuentos para que se lleve más de un ejemplar. Hoy en día eso se redujo por lo que representa el precio de un libro para un salario promedio. Hay gente que se va a comprar un solo libro en toda la feria y uno pugna porque sea el de su de editorial. Claramente se vio un poder adquisitivo disminuido, pero no es una cuestión de público, porque crece: hay un público sólido y fiel”. Guillian de UOiEA! concluye con una sensación que, creo, es generalizada: “La cultura alternativa argentina sobrevive a todo, como ya ha pasado. En este mismo momento se están escribiendo libros con la pulsión que nos atraviesa. Nos lo dicen todo el tiempo los lectores de diferentes países que asisten a la FED y a la gran cantidad de ferias que hay en el país: Esto es impresionante. Es único, dicen. Yo les creo. No existe nada que pueda apagar este fuego”.

martes, 13 de agosto de 2024

Para muchos lectores y editores, un verdadero oasis en medio de una Argentina devastada



Antes de ayer terminó la Feria de Editores y Daniel Gigena publicó una breve crónica del evento en La Nación, de Buenos Aires. En la bajada, se lee: "El encuentro de sellos independientes del país, América Latina y España le ganó la pulseada a la crisis; asistieron cerca de 25.000 personas y las ventas, para sorpresa de los organizadores, fueron buenas".

La Feria de Editores salió invicta en un momento crítico de la industria editorial

Siguió la espil ascendente de público en la Feria de Editores (FED), que se despidió esta tarde a todo trapo. Ayer, concurrieron 7200 personas (en 2023, habían ido 6300) y hoy, 8300 (doscientas menos que el año pasado). En total, de jueves a domingo visitaron la fiesta de las editoriales independientes alrededor de 25.000 personas (se informó un número de 24.600; 22.700 en 2023). El fin de semana, fue difícil recorrer las “calles” del C Complejo Art Media sin pisar pies o dar empujones involuntariamente. No obstante, los organizadores confirmaron que en 2025 la FED no se mudará del barrio de Chacarita.

“Estamos muy contentos: este año nos visitaron 24.600 lectores y lectoras -dijo a LA NACION el editor Víctor Malumián, coorganizador de la FED-. El apoyo a las editoriales independientes está intacto. En un año durísimo, las ventas en la FED superaron todas las expectativas. La colaboración entre librerías y editoriales es la clave de nuestro trabajo”.

“Si se vende lo mismo que el año pasado será un golazo”, había dicho Malumián a este diario. La FED continúa invicta ante la crisis que afecta el mercado editorial en el país, debido al aumento de costos y la recesión económica. A diferencia de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, donde hubo cortocircuitos entre el Gobierno y la Fundación El Libro desde el primer día, esta vez la política no metió la cola en el encuentro.

En efecto, las ventas, según la mayoría de los asombrados editores, fueron buenas. La concurrencia lo atribuyó a tres razones: la mayoría de los precios de las novedades estaba por debajo o apenas por arriba de los $ 20.000, hubo una “ingeniería” de descuentos y promociones y se trabajó en la calidad de los catálogos. Muchos editores comentaron que los mejores días habían sido jueves y viernes, cuando también compraron ejemplares -a mitad de precio- 347 “librerías aliadas” y bibliotecas (en 2023 fueron 299) en stands adheridos. El fin de semana atrajo mayor cantidad de público interesado en los libros pero sin mucho poder de compra; muchos lectores sacaron fotos de portadas con la esperanza de comprar los libros más adelante.

“Son dos años incomparables”, resumió el responsable del stand de La Carretilla Roja al ser consultado por las ventas de este año respecto del anterior. En Indómita Luz, estaban contentos porque, en promedio, habían vendido treinta ejemplares por día (el best seller fue el ensayo Únicos y repetibles: autómatas, robots, androides y cyborgs en el campo literario argentino, de Gonzalo Santos); en Común, cien (las novelas gráficas de Raina Telgemeir y el libro para chicos de Emily Tetri Tigresa vs Pesadilla estuvieron entre los más buscados) y en el stand del sello mexicano Almadía, que trajo novedades de Jazmina Barrera y Clyo Mendoza, cincuenta ejemplares por día. En el stand de Limonero se cansaron de embolsar De un gris antiguo, el libro ilustrado para todo público de Alejandra Kamiya y Yael Frankel.

Por primera vez en la FED participó una editorial de Venezuela, Acirema, que seleccionó una treintena de títulos. “Fue una sorpresa la repercusión de nuestros libros en este momento tan difícil -dijo el encargado del stand a LA NACION-. Por el interés que hubo, estamos pensando en imprimir y distribuir en la Argentina”. El título más vendido fue Bolívar y Spinoza. Reflejos doctrinarios, del ecuatoriano Jorge Dávila. Además de la colección Editor, el sello mexicano Gris Tormenta llevó a la FED títulos de la colección Paisaje Interior (que aún no están en librerías), con ensayos del peruano Mario Montalbetti, el australiano Gerald Murnane y el mexicano Julián Herbert.

Sigilo despuntó con las novedades de la franco-senegalesa Seynabou Sonko (que se presentó este domingo en la FED junto con Mónica Zwaig) y de Agustina Espasandín; la editorial Aurelia Rivera vendió bien la nueva novela de Ernesto Semán, Acá falta alguien, ambientada en la fugaz “primavera democrática” de la posdictadura, y fff, cuentos de terror de Gustavo Nielsen. En la artesanal El Vendedor de Tierra, los poemarios de Claudia Masin y María Malusardi estuvieron entre los más buscados. Además de los libros de cuentos de Kamiya, en Eterna Cadencia los lectores se encontraron con Caballo de verano, cuentos de Hernán Ronsino.

Las novedades de Galerna -Es todo verso, de Daniel Mecca (producto de su gestión en el Centro de Atención al Lector), y Volver a pensar. Filosofía para desobedientes, de Tomás Balmaceda- se vendieron a premio promocional en la FED. “Es un evento que crece año tras año y que pone de manifiesto la riqueza editorial argentina, con catálogos nuevos, y por otro lado, la demanda de lectura, no solo por parte de los lectores ‘con trayectoria’, sino también de los nuevos lectores -dijo a La Nación Carolina Di Bella, gerenta editorial de la editorial-. Además de ser un evento editorial, la FED es un evento cultural”.

En Conejos el libro de cuentos de Walter Lezcano (Especies que desaparecen) y la novela de Salvador Biedma (Aunque no queramos) estuvieron entre los más vendidos. En Marea, la editorial de no ficción y crónica atacada por hordas digitales afines al oficialismo, se destacaron las novedades El pasadizo secreto, de Elsa Drucaroff; Una batalla de todos los días. Cómo recuperamos la democracia en la Argentina, de Juan Pablo Csipka, y Berliner. El vengador de Treblinka, de Gustavo Sierra. Buena Vista, la editorial de rescates de escritoras argentinas nacidas en el siglo XIX, presentó Poesía reunida, de Salvadora Medina Onrubia (al cuidado de Enzo Cárcano y Lucía de Leone), y La loca Basilia y otros relatos, de Ada María Elflein, con un prólogo de Natalia Crespo.

El homenaje del sello La Conjura al chileno Roberto Bolaño, 266 microdosis de Bolaño, con breves escritos de autores como Daniel Guebel, Nicolás Artusi, Nurit Kasztelan, Daniela Catrileo y Sergio Olguín, entre muchos otros, fue muy solicitado. La Mariposa y la Iguana sumó a su catálogo Pequeñas prosas blancas, un relato poético de Celina Feuerstein, y La Crujía, Los ruidos vienen de la cocina, segunda novela de Maia Debowicz.

El sábado, la charla Elantiago La Rosa (traductor y editor en Chai de la autora, respectivamente) desbordó de público, entre el que se hallaba el escritor y dramaturgo estadounidense Wallace Shawn, pareja de Eisenberg desde hace cinco décadas. Al ser consultada por un asistente, la autora de Taj Mahal contó que le daba a leer sus cuentos a Shawn una vez que estaban casi terminados o terminados y que siempre la había estimulado para escribir.

Además de su vida personal, Eisenberg habló con humildad de su “lentitud para hacer todo” y su “incapacidad” para considerar que podía llegar a tener éxito en la vida con la literatura. Dijo que le costaba mucho escribir y que avanzaba párrafo a párrafo. “Lo más difícil es encontrar un título”, reveló. Sutilmente, criticó la política exterior de su país en América Central. Eisenberg mostró su asombro por la convocatoria de la FED. “This is amazing!”, le dijo a una lectora.

Fueron de compra a la FED escritores como Guillermo Martínez, Luis Mey, Dolores Reyes, Selva Almada, Pablo Katchadjian, Ernesto Meccia, Gonzalo Heredia, Natalia Neo Poblet, Guillermo Piro, Natalia Zito, Gabriela Saidon, Enzo Maqueira, Daniel Fresco, Sergio Pujol, Gustavo Noriega y Facundo Pastor, el actor Dan Breitman y el cineasta Sergio Wolf. La terraza del C Complejo Art Media estuvo abierta el fin de semana: el sábado se hicieron actividades programadas por el canal de streaming Blender y el domingo volaron al viento cenizas, cabelleras, hojas secas (de árboles), bufandas y tickets de compra.