El miércoles 6 de agosto de 2008, la periodista Susana Reinoso publicó en el diario La Nación, de Buenos Aires, una entrevista con Berthold Zilly, quien tradujo en Berlín Facundo, civilización y barbarie. En estos días de congresos de la lengua virtuales, de polémicas sobre a qué castellano se traduce, de trujamanes contra lenguareces y de ferias de Frankfurt, tal vez no venga mal recordar, no sin alguna melancolía, a Domingo Faustino Sarmiento.
"Sarmiento fue un cosmopolita
de conciencia muy aguda"
Un ciudadano alemán entra a una librería en Berlín y dice: "Guten Tag, ich hätte gern das buch Barbarei und Zivilisation , von Domingo Faustino Sarmiento" ("Buen día, estoy buscando el libro Facundo, civilización y barbarie , de Domingo Faustino Sarmiento"). El episodio podría ser real, desde este año. La bella edición comentada en lengua alemana del Facundo , uno de los libros fundacionales de la cultura argentina, a cargo de un traductor de excelencia –Berthold Zilly–, salió en Alemania con 5000 ejemplares en tapa dura y ya vendió 4000. Es una edición numerada, que se vende a 32 euros. El libro es una joya a buen precio.
Zilly es consejero académico y profesor del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Berlín. Es profesor honorario de la Universidad de Bremen e investigador en literatura brasileña de los siglos XIX y XX.
Vino a la Argentina a dar dos conferencias: una en el Instituto Goethe, que auspicia su viaje a Buenos Aires y otra en la Facultad de Filosofìa y Letras de la UBA, este jueves, a las 19. Abordará en cada caso la obra de Sarmiento y la del brasileño Euclides da Cunha, cuyo libro Os sertoes ( Los desiertos ) es también fundacional para la cultura brasileña.
Barbarei und Zivilisation (así, con la inversión de la sustancia) no es sólo para coleccionistas, aunque ha sido diseñado con preciosismo: la portada exhibe los colores celeste y blanco de la bandera argentina, con el sol en el centro. Y para que no queden dudas, en letras grandes dice: "Este libro es la Argentina".
En la contratapa, está el escudo nacional. El ejemplar está protegido por una sobrecubierta donde un gaucho hace un asado, uno de los arquetipos de la Argentina en el exterior.
¿Cómo conoció este "artesano de lo universal" , como llama la francesa Pascale Casanova a los traductores en La república mundial de las letras, la obra de Sarmiento?
Durante una charla con La Nación, en la que la traductora del Goethe, Carla Imbrogno, juzgó como "muy buena" la interpretación del Facundo en alemán, Zilly dijo que llegó a Sarmiento por Euclides da Cunha, el escritor brasileño que dio visibilidad a los desiertos nordestinos y sus miserias, y reveló su influencia en el imaginario socio-cultural de Brasil.
"En varios ensayos, Da Cunha cita a Sarmiento, a quien toma como modelo en el Facundo. Lo elogia como historiador y por su talento para evocar el pasado y vivificarlo en el presente. Ustedes tienen la pampa y el nordeste de Brasil, tiene el sertón (desierto). El trabajo de traducción fue arduo, porque hay que interpretar muchos arcaísmos", señala el traductor alemán.
Da Cunha cuenta en Os sertoes la constitución de Brasil y reflexiona sobre el futuro del vecino del Mercorsur. Zilly cuenta que la primera traducción de Da Cunha al español fue hecha por un argentino, Benjamín de Garay. El traductor alemán encuentra que Da Cunha y Sarmiento comparten la mezcla de géneros en Os sertoes y Facundo, civilización y barbarie . Pero en Sarmiento es muy marcada: va de la epopeya a la investigación folclórica, pasando por la ficción y la crónica de viaje. "En ambos hay una fuerte ficcionalización del relato de guerra", señala el traductor.
El libro tiene además un posfacio de 150 páginas, en el que Zilly pone a los lectores en autos sobre lo que este país fue en la primera mitad del siglo XIX. En la edición hay, además de puntillosas citas bibliográficas, fotos de gauchos, una de Sarmiento joven (imagen casi desconocida), un mapa histórico del país antes de su constitución como Nación, y otro actual.
–¿Qué imagen se hizo de la Argentina a través del Facundo, de Sarmiento?
–Las diferencias de este país están en su historia. Me quedé fascinado con el libro. Pensé que era problemático. Espero no haber provocado la ira de los peronistas. Cuando uno navega por Internet se entera de que Sarmiento tiene muchos enemigos. Lo llaman amigo de los imperialistas. Es una crítica exagerada pero no completamente absurda. Uno debe criticar una obra, no en sus debilidades, sino en el núcleo, donde el libro es más fuerte. Yo viajé por la Argentina, estuve en San Juan, porque me interesa desde hace décadas conocer este país. Facundo fue una llave para entrar en la Argentina y entender su cultura. El libro no sólo se anticipa, sino que hace a la fundación del Estado argentino. Con este libro, Sarmiento se convirtió en una potencia periodística y dejó atrás ese pasado de niño pobre del interior. Recurrí a muchas fuentes bibliográficas porque, por momentos, muchas de las cosas que leía en el Facundo me parecían ficción.
–¿Cómo hizo para conseguir editorial en Berlín?
–Busqué durante varios años una editorial. Luego se interesó Eich born Verlag, que tiene la colección "La otra biblioteca", dirigida por Hans Magnus Enzerberger (premio Príncipe de Asturias de la Comunicación 2002), en la que se han publicado también obras de Humboldt y Darwin, entre los más conocidos. Enzerberger ha dicho que hace los libros que quiere leer. El libro salió con una primera edición numerada, que se vende en librerías y por suscripción. Los lectores que lo compran son profesionales, personas curiosas y cultas, y amigos de la literatura de modo general.
–¿Y también tradujo a Borges para este libro?
–Sí, en el posfacio incluí un poema muy bueno de Borges, que se titula "Sarmiento".
–¿Qué otras obras contemporáneas del Facundo leyó para su traducción?
–Sarmiento tenía una conciencia cosmopolita muy aguda. Escribió Civilización y barbarie pensando en que se leyera en Europa. El quería que el hombre fuera leído. Primero leí dos obras que permiten entender su visión del mundo: Recuerdos de provincia y Viajes . Luego, los libros a los que él refiere: La cautiva y el Dogma socialista , de Echeverría; Don Segundo Sombra , el Martín Fierro, Tradición de lo gauchesco , Historia del gaucho. También leí, entre otros, a Tulio Halperín Donghi. Y muchos más.
–¿Cómo definiría el trabajo de un traductor, como constructor de la universalidad literaria, en el mundo actual?
–El papel del traductor no ha cambiado. Lo que han cambiado son las estrategias. La tarea de un traductor es examinar la fuente, el texto de partida, en todas sus dimensiones. Tiene que leerlo muy atentamente en todos sus detalles, porque debe llegar a soluciones. Muchas veces el trabajo es intuitivo. Después tiene que transformar esa lectura interpretativa de partida en una nueva meta. Tiene que darle una forma estética que provoque en un lector de otra cultura y, posiblemente de otra época, las mismas ideas, fantasias, emociones y sentimientos. También hay que introducir las experiencias históricas que tuvieron lugar después de la publicación de la obra. Por ejemplo, la cuestión del racismo, podía parecer una cuestión inocente en la época de Sarmiento, pero después de Auschwitz cambió por completo. ¿Cómo traducir la palabra "negro" al alemán? ¿Cómo schwarzer o como neger? La traduje como schwarzer, porque somos hoy más conscientes de sus connotaciones posiblemente racistas, aunque la palabra no lo sea. Saramago dice que los autores hacen literatura nacional y los traductores hacen literatura universal.
–¿Y qué relación estableció con Sarmiento durante la traducción?
–Uno se siente como un actor de teatro, porque asume un papel de intérprete de una obra que no es propia. Yo presto mi voz y mis palabras a un autor que no soy yo, pero que habla a través de mí. Establecí mucha empatía con Sarmiento, pero también tuve que poner distancia crítica. Yo tuve que entrar en él y a la vez, traerlo a mi tiempo y a mi lengua, para que lo comprendan los lectores que son mis contemporáneos.
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