No todos aquéllos a quienes se les envió el cuestionario lo contestaron. Muchos simplemente no respondieron. Otros, como ya fue dicho en el primer posteo, prefirieron no exponerse públicamente y a modo de justificación señalaron que se trataba de un tema sensible.
Como sin lugar a dudas la sensibilidad en estas cuestiones se manifiesta en primer lugar en el bolsillo del que paga o en el del que recibe la paga, corresponde aquí agradecer muy especialmente a quienes sí respondieron más allá de lo simpáticos o antipáticos que puedan resultar sus puntos de vista y las razones esgrimidas. Es, tal vez, un primer paso para una mejor comprensión entre las partes o al menos la excusa para comenzar un debate que en todas lados debe darse para el mutuo provecho.
En este último sentido, se invita cordialmente a los lectores de este blog a que manifiesten, de la manera más educada, qué les suscitan las opiniones vertidas por los editores, planteando a su vez todo aquello que les parece podría mejorarse. Se recuerda, como siempre, que acá no se publican opiniones anónimas.
El Administrador
Me llama la atención en esta completa y entusiasta encuesta que ninguno de los entrevistados mencione una cifra concreta para definir las tarifas de las traducciones.
ResponderEliminarTodos sabemos cuánto cuesta la empleada del hogar que trabaja por horas o el plomero (o fontanero) o el tallerista adonde se lleva el coche o la moto. Todos sabemos también cuánto se habrá de pagar a una maestra particular, a un profesor de inglés a domicilio o al entrenador de Pilates.¿Por qué no puede hablarse de lo que cobran los traductores?
En España un traductor o traductora cobra por un folio (2100 caracteres o 350 palabras) lo mismo que una empleada del hogar sin papeles cobra por hora: menos de 10 euros. Si traduce del finés, por decir algo, o tiene fama y experiencia cobrará lo mismo que una trabajadora inmigrante legal o incluso que una trabajadora española. Esa cantidad, unos 15 euros, es la mitad de lo que cobra el plomero o fontanero (entre 20 y 30 euros) y un cuarto de lo que cobra el señor que arregla el auto o moto, unos 45 euros (en un taller barato).
Esto en España. ¡Y antes de la crisis! Como decían con clarividencia en el siglo XVIII: “Desgraciada la madre que tenga un hijo traductor”.