Segundo día de la encuesta para editores. Las preguntas son éstas:
1. ¿Cómo elige a sus traductores? ¿Cuáles son los criterios de selección?
2. ¿En base a qué cálculo se les paga? ¿Le parece que la remuneración que estos reciben es justa?
3. ¿En qué medida la edición posterior considera a los lectores de uno y otro lado del océano?
Ediciones B
Jonio González
Cargo: jefe de Departamento de Traducción
Experiencia profesional: trece años en la editorial; seis en el cargo.
1) Por lo general se intenta que sean traductores especializados en el género de la obra a traducir, y por lo tanto familiarizados con jergas, estructuras, etc. Dicha especialización viene dada, a menudo, por la preferencia o afición del propio profesional. Este es el caso, por ejemplo, de los traductores de ciencia ficción o novela romántica, con muchos de los cuales hemos contactado a través de blogs del género. Asimismo, procuramos, en la medida de lo posible, que el traductor de ciertos autores sea siempre el mismo, básicamente por una cuestión de tono.
2) Nuestras tarifas están en la media del mercado, lo que no significa que sean las apropiadas. Un problema añadido es que no suele hacerse diferenciación a partir de la dificultad de la obra, o cuando se hace la diferencia de tarifa es mínima. En nuestro caso, las obras literarias se pagan, por promedio, un veinte por ciento más que las llamadas comerciales (thriller, romántica, autoayuda, histórica). En cuanto a las tarifas de literatura infantil y juvenil, suelen ser ligeramente inferiores, lo que desde luego no es justo, pues se da por supuesto que la dificultad de los textos es menor, cuando de hecho no lo es dar con el tono apropiado para un segmento del mercado muy específico
3) La medida está dada por el volumen de mercado. Si de un título se espera que venda 50.000 ejemplares en España y 2.000 en toda Sudamérica (como de hecho ha ocurrido, y ocurre, a menudo), tal vez sea lógico que se primen las características del castellano del público mayoritario. Cuando Argentina era uno de los principales centros de edición del ámbito del español, el castellano de las traducciones no tenía en cuenta las características locales de países como Ecuador, por poner un ejemplo (al respecto, basta con echar un vistazo a las versiones de la serie de novela negra publicada en su día por Tiempo Contemporáneo), y eso era así porque se trataba de mercados menores o aun residuales. Personalmente no veo el modo de llegar a un consenso, toda vez que el así llamado “castellano neutro” se ha mostrado tan ineficaz como utópico.
Ícono Editorial
Gustavo García
Cargo: Propietario, director, gerente
Antigüedad en el cargo: seis años
1) Elijo a los traductores de acuerdo con su hoja de vida y con una muestra del trabajo realizado. Es fundamental que el texto traducido se lea como si originalmente hubiera sido escrito en español.
2) Se paga según las tarifas del mercado que, por lo demás, no son muy homogéneas, el menos en Colombia. Y puede que no sean las mejores tarifas, pero el mercado del libro no aguanta un pago mayor, que terminaría por aumentarle el precio de venta al público.
3) Sólo si se tiene en ciernes una venta internacional importante son tenidos en cuenta.
Libros del Zorzal
Leopoldo Kulesz
Cargo: propietario y director editorial.
Antigüedad: 10 años.
1) Elijo en base a recomendación de colegas u otros traductores. A un traductor nuevo le hago traducir 5 páginas de prueba.
2) No creo que "justa" sea un calificativo adecuado. Las remuneraciones en el mercado editorial son bajas para todos, para los traductores también. Mi cálculo es preguntarme "¿Cuánto paga el que mejor paga?" y yo pago un 10% más que eso.
3) Tenemos una hoja de estilo para traductores que orienta al traductor a pensar en todos los lectores del mundo hispano, siempre que sea posible
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