Continuando con.el
impacto causado en el mercado editorial argentino por la apertura de las
importaciones, una nota de Silvina Premat, publicada en el diario La Nación, de
la Buenos Aires, el 7 de enero pasado. Su contenido contrasta con las últimas
dos entradas publicadas en este blog. De acuerdo con la bajada de la nota, “Con
la liberación de las importaciones para la industria editorial, sellos,
distribuidores y sobre todo lectores recuperan una oferta más amplia y variada”.
Tal argumento había sido puesto en duda por varios entrevistados y por el
especialista Alejandro Dujovne en notas anteriores.
Mercado de #libroslibres:
el impacto de una medida con hagstag propio
Ayer, el Ministerio
de Cultura de la Nación lanzó el hashtag#libroslibres para
difundir masivamente la resolución de la Secretaría de Comercio del Ministerio
de Producción, que afecta en primer término a la industria editorial: el
levantamiento de las restricciones que obstaculizaban la importación de libros.
Esa resolución, publicada ya en el Boletín Oficial, modifica un paquete de
medidas fijadas por el gobierno de Cristina Kirchner que, según el ministro
Pablo Avelluto, "limitó el ingreso de libros importados y provocó que en
los últimos años los costos de producción locales volvieran menos competitiva a
nuestra industria, a la vez que desalentó la exportación de libros".
Grandes y pequeños
actores del sector recibieron la noticia con satisfacción y evaluaron
negativamente el impacto de aquellas restricciones, que incluían un cupo de 500
ejemplares por título para ingresar al país, retenidos en la Aduana para unas
pruebas de plomo en tinta que siempre dieron negativo. "Nos parece bien
porque propiciamos la bibliodiversidad, que el lector pueda elegir todo tipo de
libros, sobre todo los que no se pueden editar en el país porque son muy
limitados, como los de medicina, ingeniería u otras especializaciones",
dijo a LA NACION la presidenta de la Cámara Argentina del Libro (CAL), Graciela
Rosenberg. Para ilustrar la reducción de importaciones producidas como
consecuencia de las medidas, recurrió al informe de producción del libro
argentino 2014: se lee allí una caída del 65% en los ingresos de libros del
exterior entre 2011 y 2014.
"El argumento
de la sustitución de importaciones resulta absurdo de aplicar al libro:
pretender sustituir un libro por otro es tan absurdo como pretender sustituir
una persona por otra", sumó por su parte la presidenta de la Cámara Argentina
de Publicaciones (CAP), Trinidad Vergara. En un comunicado difundido ayer, esa
entidad afirma que "al no poder imprimir libros en el exterior, los
editores argentinos se vieron obligados a imprimir más caro y con grandes
limitaciones de materiales y procesos no disponibles en el país. Ante la
capacidad sobrepasada de una industria gráfica que no podía atender toda la
demanda (de los 5000 talleres gráficos que hay en el país, no más de 50 están
en condiciones de imprimir y encuadernar libros), los más perjudicados fueron
los pequeños editores, sin capacidad de negociación".
En los hechos, la
realidad fue que no todos los títulos cuyo ingreso al país podía tardar dos
meses o un año fueron luego impresos aquí, con el consecuente empobrecimiento
de la oferta. Para sacar un libro, los editores generalmente buscan tener
garantizada la venta de al menos mil ejemplares. "Los que se venden por
debajo de ese número hay que importarlos. No vale la pena hacer el gasto de la
impresión. Es el caso de los libros técnicos o de cuatro colores o hechos en
materiales especiales", explica Fernando Fagnani, gerente general de
Edhasa, que distribuye Anagrama y Salamandra. Para subsanar el volumen de la
venta de los libros de nicho, ese grupo incrementó la impresión local de novelas
y ensayos. "Con las restricciones perdimos todos: libreros, editores,
distribuidores y, sobre todo, lectores", enumeró Fagnani, y aportó:
"entre 2011 y 2014 la cantidad de títulos de diversa temática que se
ofrecían en las librerías cayó un 35%. Esto es lo más importante, porque
significa que los lectores tuvieron un 35% menos de diversidad en los libros
que podían comprar".
"La derogación
de las retenciones a la exportación y el nuevo tipo de cambio vuelve a poner
nuestros libros a precios más competitivos internacionalmente", evalúa
Adriana Hidalgo, responsable del sello homónimo, quien destaca que el ingreso
libre de los libros habilita a "participar de la discusión literaria
universal, lo que ha sido uno de los motores del prestigio y excelencia de nuestra
cultura", y señala la importancia de que se sostengan y amplíen las
políticas de apoyo a las editoriales.
Los dos grandes colosos
La mirada de los
grupos que lideran la mitad del mercado editorial argentino, Planeta y Penguin
Random House, es similar. En los sellos de Planeta, según su director
editorial, Ignacio Iraola, el perjuicio provocado por las restricciones fue
dispar. "Planeta siempre fabricó localmente, por lo que no fue afectada.
En cambio, Paidós tenía importaciones chicas exclusivamente de textos
académicos, y Tusquets importaba libros exquisitos para librerías
independientes. No se podían imprimir esos libros porque son muy caros para lo
poco que se venden. Entonces dejaban de circular", explicó.
Juan Ignacio Boido,
director editorial de Penguin Random House, observó que las nuevas medidas
"a priori son positivas, porque independientemente de la ideoneidad de las
normas anteriores su implementación era muy compleja y terriblemente
burocrática". El nuevo escenario podría ser el mejor si "se acompaña
y se fomenta la modernización y competitividad de las imprentas locales.
Seguiríamos imprimiendo acá y los lectores de esos libros que la industria
argentina no puede hacer podrían comprarlos sin problemas".
Números y palabras que
definen el escenario
Además del impacto económico, liberada la importación, aumentará el
universo de posibilidades de libros disponibles en el mercado-
65%
Es la caída en
dólares de los ingresos por importaciones de libros registrada entre 2011 y
2014. Según el Informe de Producción del Libro Argentino 2014 de la Cámara
Argentina del Libro (CAL), en 2011 se importaron ejemplares por un total de US$
117.275.582, en tanto tres años después ese total fue de US$ 40.714.000. Las
exportaciones tampoco tuvieron un comportamiento óptimo. De un total deUS$
43.424.344 en 2011 se redujeron a US$ 28.832.000 en 2014.
35%
Es el porcentaje en
que se redujo la variedad de títulos ofrecidos a la venta en las librerías
argentinas entre 2011 y 2014. Esta estimación toma en cuenta los libros que
realmente llegan a los anaqueles, tanto con ISBN -Número Internacional
Normalizado para Identificación de Libros- local o de origen internacional. La
cifra ilustra una reducción en el universo de opciones que un lector puede
tener en cuenta a la hora de decidir qué comprar.
"Bibliodiversidad"
La
"palabra" no está en el diccionario, pero nadie puede negar su
connotación positiva. Desde hace un tiempo viene sonando en boca de los
diferentes actores de la industria como un valor a defender, y anteayer el Ministerio
de Cultura de la Nación la empleó para señalar la importancia del levantamiento
de las restricciones a la importación de libros, una medida "que busca
ampliar la bibliodiversidad". Al respecto, el ministro Pablo Avelluto
dijo: "Los lectores argentinos van a tener acceso a la mayor oferta
bibliográfica disponible, sin obstáculos burocráticos ni limitaciones que
impedían la libre circulación de las ideas".
Comprar en Amazon, aún no
Elegir un libro,
comprarlo en un clic y... por ahora, según el ministerio de Producción, a casa
no llega. La medida anunciada anteayer repercute en la industria del libro,
pero no en los particulares que adquieran hoy un título en sitios como Amazon.
La Afip estudia modificar la política que regía en Aduana para el ingreso de
bienes comprados por Internet. "Estamos analizando qué tipo de mercadería
viene para establecer una discriminación. Si son libros es una cosa, si son
productos que pueden competir en forma ilegal es otra", indicó Alberto
Abad, titular de AFIP.
Cuando surgen estas controversias, me pregunto ¿no es Estados Unidos, el país más rico entre los capitalistas, el que más protege sus fronteras de mercancías extranjeras? ¿Por qué se dice en estos casos, de ultraliberalización, que se imita el modelo estadounidense?
ResponderEliminarEs así, María José, tal como vos decís. Las leyes se aplican según conveniencia y fuerza. Me acuerdo de cómo se quejaron las editoriales españolas cuando Argentina cerró sus fronteras y el silencio absoluto que siguió cuando desde este lado se explicó que, en la medida que España importara libros argentinos en la misma medida en que Argentina importaba libros españoles, entonces se volvería a hablar de liberalizar el comercio. Salvo la presión de las multinacionales, que de todas maneras encontraban la forma de saltar el cerco o de publicar los libros españoles en la Argentina, no oí a nadie más responder una cuestión tan simple: ¿por qué el comercio debe ir en una sola y úncia dirección?
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