Con
bombos y platillos, Silvia Itkin, la
editora general de Ediciones B, filial Argentina, anuncia en una entrevista
realizada por Silvina Friera,
publicada en el diario Página 12 del 14 de enero pasado, que vuelve la
editorial Bruguera. Señala que lo hace mediante tres colecciones orientadas a
los textos clásicos de la literatura universal (que bien leído es también una
forma de publicar libros sin pagar derechos de autor),
pero en ningún caso menciona traducciones nuevas ni, mucho menos, traductores. Todo
hace pensar en refritos españoles. Dicho de otro modo, no estamos invitados a
la celebración.
El remanso de los clásicos
Los 24 títulos que publicará Bruguera este año están organizados en tres colecciones: “Primeros clásicos”, “Clásicos oscuros” y “Clásicos románticos”. En marzo llegarán a las librerías del país Cuentos de la selva de Horacio Quiroga, Romeo y Julieta de William Shakespeare, y Dr. Jekyll y Mr. Hyde de Stevenson, con una tirada inicial de 3000 ejemplares por cada título. El resto del 2016 se completará con El fantasma de Canterville de Oscar Wilde, La dama de las camelias de Alejandro Dumas, El juguete rabioso de Roberto Arlt, Cumbres borrascosas de Emily Brontë, Historia de dos ciudades de Charles Dickens, La leyenda de Sleepy Hollow de Washington Irving, Ana Karenina de Leon Tolstoi, Frankenstein de Mary Shelley, Drácula de Bram Stoker, Madame Bovary de Gustave Flaubert, Jane Eyre de Charlotte Brontë, El conde de Montecristo de Alejandro Dumas, y El hombre invisible de H. G. Wells, entre otros. “Mi hija está leyendo en este momento El libro de los seres imaginarios, de Borges, en una edición de Bruguera de tapa dura, que no sé si sacó de mi biblioteca o de la biblioteca de su padre”, cuenta Silvia Itkin, editora general de Ediciones B Argentina, a Página/12.
“Este es un proyecto que empezamos a desarrollar el año pasado, primero haciendo un trabajo sobre todo lo que había disponible en el mercado. Hay un interés creciente de muchas editoriales y librerías por los clásicos. En Latinoamérica, especialmente, Bruguera es un sello de una enorme pregnancia. Todos tenemos un libro de Bruguera en nuestras bibliotecas. Hay algo extraordinario que une a Bruguera con los clásicos. Los clásicos nos educan como lectores, nos llevan de la mano. Pueden pasar treinta años y de pronto volvés a agarrar un clásico que leíste en tu adolescencia y es pura ganancia, porque siempre te abre una puerta más. Volvemos a leer clásicos y volvemos a leer Bruguera, la volvemos a traer a la familia, a esa cosa de atesoramiento que tenemos los lectores”, confirma la editora. Hace diez años, hubo un relanzamiento del sello de la mano de la escritora y editora española Ana María Moix (1947-2014) con títulos como El faro de P. D. James, Lukumi de Alfredo Conde y El amante extremadamente puntilloso, de Alberto Manguel, entre otros. Pero la experiencia duró hasta 2010, cuando la crisis española hizo naufragar al buque insignia literario de Ediciones B.
Itkin subraya que el regreso de Bruguera implica “recuperar la fidelización de un lector por vía del afecto”. “Que no es poco, porque todos tenemos alguna historia vinculada a una gran novela, a una gran obra de teatro, algún clásico romántico, una obra de terror o lo que fuere que leímos en el colegio o en algún momento de nuestras vidas.” ¿Cómo explicar ese interés creciente por los clásicos que la editora captó cuando estuvo recientemente en la Feria del Libro de Frankfurt y también en Barcelona? “El mercado del libro es muy voraz en términos de novedades, de producir grandes ventas, grandes subastas de nombres y de libros. Tener clásicos es desacelerar esa demanda de novedades de algo que es monstruoso y agotador; es como aquietar las aguas y volver a aquello que es fundacional. Volver al clásico es como buscar las raíces para no perderlas de vista, porque en los clásicos está todo. No hemos hecho más que seguir haciendo versiones de viejas historias extraordinarias que hemos leído. Uno va a un lugar seguro con los clásicos. La voracidad del mercado hace que vivamos en una suerte de montaña rusa. Los clásicos son un refugio, un lugar estable –plantea la editora–. No hay cosa más hermosa que leer un libro dos o tres veces en tu vida en momentos distintos, y que siempre haya algo nuevo por descubrir y que siempre te dé felicidad. El clásico, para mí como lectora, es el remanso y la felicidad.”
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