martes, 30 de junio de 2020

Una respuesta colectiva a la crisis del libro

El pasado 25 de junio, Daniel Gigena publicó un artículo en el diario La Nación, de Buenos Aires, la flamante Red de Librerías Independientes, estrategia ideada por los libreros para defenderse de la crisis y de las perversidades del sistema. 

Con apoyo gubernamental,
las librerías independientes se unen
en una red para afrontar la crisis

Ante la caída en las ventas, el cierre de locales y la decisión de varias editoriales de comercializar sus títulos en forma directa , más de cincuenta locales se asociaron para crear la Red de Librerías Independientes, en la que participan representantes de todo el país. Debido a las restricciones del aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO), la crisis en el sector editorial se agravó y, como señalan algunos libreros, varias editoriales “rompieron los códigos” al comenzar a vender sus catálogos en forma directa en páginas web o por redes sociales, con promociones de todo tipo o, como en el caso del Grupo Planeta, en sociedad con el coloso del e–commerce en la Argentina: Mercado Libre .

Según la opinión de algunos editores, la pandemia no hizo sino acelerar procesos que se estaban dando desde hacía años, además de acentuar la necesidad de “hacer caja” de manera urgente para pagar salarios y servicios de proveedores. La cadena de pagos del sector editorial está rota desde abril. Aunque hubo muchas protestas cuando Planeta decidió abrir una tienda oficial en Mercado Libre, no había ocurrido lo mismo cuando otros sellos comenzaron a vender sus libros y a ofrecer promociones (dos libros al precio de uno, tres al precio de dos) en sus páginas web o cuentas de Instagram. Nadie infringe la ley con esas estrategias, pero las librerías salen perjudicadas. Además, algunos libreros denuncian desabastecimiento por parte de las editoriales, que privilegian los canales de venta online.

La creación de la Red de Librerías Independientes “va por la positiva”, según indica Edio Bassi, de la librería Fedro e integrante de la Ruta del Libro en el barrio de San Telmo.  “Estamos dialogando con el Ministerio de Cultura de la Nación, el Ministerio de Cultura de la ciudad de Buenos Aires y la Cámara Argentina del Libro (CAL) para programar acciones –anticipa–. Necesitamos discutir el rol de las librerías en una nueva etapa en la industria del libro para defender la bibliodiversidad”. Funcionarios del Ministerio de Cultura de la Nación y del de la ciudad de Buenos Aires, además de legisladores nacionales y porteños, coincidieron en que las librerías deben ser consideradas espacios culturales y no sólo comercios minoristas. “Ya estamos trabajando en una agenda común que incluya recursos para sobrevivir a la emergencia, con posibles subsidios, pero sobre todo un apoyo para que las librerías mantengan su importante función en un nuevo paradigma de comercialización del libro, tanto en el espacio físico como en el virtual, y el fortalecimiento de la red federal para ampliar el derecho al acceso a la lectura y al libro”, agrega.

Se espera que la existencia de la Red cree mejores posibilidades para que las editoriales puedan planificar junto con las librerías estrategias de comercialización que no excluyan a ningún actor. Un ejemplo de esto es la inminente edición virtual de la Feria de Editores, del 7 al 9 de agosto, que incluirá a las librerías como puntos de venta. “Editoriales y librerías tienen intereses y problemas complementarios que no podrán ser resueltos con decisiones excluyentes ni cortoplacistas –destaca Bassi–. Es imprescindible una discusión abierta entre todos, no solo por el interés de los actores involucrados sino, y fundamentalmente, para el beneficios de los lectores”.

Los libreros confían en que la Red se convertirá en un interlocutor más dentro del ecosistema del libro argentino. Entre otras, la conforman De la Mancha, Tiempos Modernos, Norte, Biblos, Ávila, La Libre, Musaraña, Del Pasaje y otras de las provincias, como Utopía, de Chaco; Malapalabra, de Neuquén, y Pulpería Las Rosas, de Córdoba. Las librerías ubicadas en localidades de las provincias, cuya actividad está permitida desde hace semanas, informaron a la CAL que no llegan al 50% de la facturación de los días previos a la irrupción del Covid–19. En Buenos Aires, las librerías de las avenidas céntricas como Corrientes, que habían abierto semanas atrás, debieron cerrar por decisión del gobierno. Y las grandes cadenas, con sus locales cerrados en los centros comerciales, estuvieron entre las más perjudicadas por el ASPO.

“A raíz de la pandemia las librerías nos empezamos a unir y conformamos esta red con el fin de armar prontamente una asociación, cámara o algo que nos agrupe –dice Mónica Dinerstein, de Tiempos Modernos, librería que en 2020 cumple treinta años en el barrio de Belgrano–. Estamos trabajando en varios frentes, tuvimos varias charlas con el gobierno de la ciudad y con el gobierno nacional y se están organizando mesas de trabajo para continuar con esta tarea”.

Muchos libreros se adaptaron a la fuerza al comercio digital . “Estuvimos un mes sin vender nada y luego empezamos vendiendo con mucha dificultad por WhatsApp, Instagram, Facebook, entregando por delivery, por correo o como pudimos”, dice Dinerstein. Una vez abiertas con horarios reducidos de lunes a viernes, las librerías se encontraron con un nuevo problema: la llegada del libro a las librerías. “Las editoriales están vendiendo directamente y, por otro lado, las tiradas de ejemplares son menores, no salen muchas novedades y las reediciones casi no existen”, agrega. Las editoriales, al priorizar los canales de venta online, “van vaciando” de ejemplares a las librerías.

Los ministros socorren a las librerías

Los libreros se reunieron con funcionarios del Ministerio de Cultura porteño, entre ellos con el ministro Enrique Avogadro, e idearon en conjunto estrategias digitales de comunicación para fortalecer la presencia de las librerías independientes en los barrios, con los hashtags #RegaláLibros y #ConocéLaLibreríaDeTuBarrio. Además, se van a hacer campañas gráficas y audiovisuales, y orientar el consumo del Programa Pase Cultural a la compra de libros (por un tiempo, los adolescentes no podrán usar el pase en cines, teatros ni recitales). “Desde Impulso Cultural, y con apoyo de la CAL y la Fundación El Libro, desarrollamos acciones que buscan promocionar, difundir y visibilizar las librerías independientes de la ciudad de Buenos Aires”, confirma a La Nación Javier Martínez, gerente de Desarrollo Editorial en el Ministerio de Cultura. Además, se trabaja en un mapa interactivo que permitirá localizar las librerías porteñas por barrio y en la actualización del catálogo online de editoriales y librerías.

Por otra parte, en la Secretaría de Industrias Culturales de la Nación, a cargo de Lucrecia Cardoso, se trabaja en la elaboración de un programa orientado a espacios culturales, dentro del que estarían las librerías. Su nombre sería “Marca” y funcionaría a la manera del Mercado de Industrias Creativas de la Argentina (MICA). Se evalúan además subsidios de coyuntura y los planes federales de acceso a la lectura y el libro, en los que las librerías cumplen un rol clave. Y en la Legislatura porteña, representantes del Frente de Todos presentaron un proyecto para que las librerías independientes no paguen servicios ni algunos impuestos durante el tiempo que dure la pandemia. Por último, este sábado, convocados por la Unión de Escritoras y Escritores de la Argentina, escritores, traductores e investigadores participarán de una asamblea por Zoom para impulsar el tratamiento del proyecto de ley del Instituto del Libro que “duerme” en la Cámara de Diputados. Muchos coinciden en que si esa ley se hubiera aprobado en 2019 el Estado estaría mejor preparado para asistir al sector.

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