En julio de 2015 la traductora cubana Lourdes Beatriz Arencibia Rodriguez, publicó en la sección que Cuba
Literaria le dedica a las traducciones el siguiente artículo, donde se recoge
lo publicado en el volumen 3 de la
TUSAAJI , Translation Review, sobre los
traductores de su país, con opiniones de Nancy
Morejón e Ileana Sanz.
Traductores literarios cubanos por el mundo:
Vectores del intercambio
A finales del pasado año 2014, la profesora María Constanza
Guzmán, de Glendon College, Toronto, Canadá, decidió dedicar un importante
espacio en su prestigioso seriado virtual TUSAAJI, Translation Review, a la labor que desempeñan los
traductores literarios cubanos en pro de la divulgación y universalización de
la literatura caribeña a través de una sostenida y dedicada labor de mediación.
Para ello, eligió a tres traductoras de reconocido prestigio y extenso
desempeño que pertenecen, sin embargo, a generaciones distintas y
utilizan en su trabajo lenguas de partidas también diferentes: Ileana Sanz,
Nancy Morejón y Lourdes Arencibia.
El volumen 3, (2014) de TUSAAJI tiene como título: Vectores del Intercambio y en las páginas 88-100 aparecen bajo la rúbrica «Foro: Cuba traduce el Caribe», las opiniones de las traductoras antes mencionadas. Seleccionamos algunas opiniones de dos de ellas, –con la debida autorización– para incluirlas en nuestra Sección.
Nancy Morejón, Premio Nacional de Literatura, señala:
“Mi experiencia como traductora es, relativamente, amplia
pues, desde mi juventud, he realizado traducciones en eventos, coloquios,
seminarios y encuentros internacionales. Por otra parte, traduje textos
literarios de ensayistas y poetas de lengua francesa, inglesa y portuguesa. De
esta afirmación se desprende que el oficio de la traducción fue un modus vivendi que he respetado siempre y que amo
entrañablemente no solo porque me dio de comer sino porque ensanchó mi
horizonte intelectual. Saludo muy sinceramente la iniciativa de los editores de
la revista Tusaaji, dedicada
íntegramente al estudio, difusión y análisis de este oficio, tan antiguo como
la literatura.
Cuba forma parte del Caribe; integra el vecindario con
muchísimo orgullo y tiene conciencia de ese hecho, con fuerza, a partir de
1959. El Che Guevara iluminó ese sendero cuando abrió las ideas revolucionarias
de la época al llamado balcón afroasiático. Desde entonces, salimos de un
estereotipo construido según el hecho lingüístico que nos marca. Somos hispanos
pero no españoles. Nuestra cultura es mestiza pero se produce en lengua
española y, aunque el léxico de la
Isla se ha nutrido de vocablos de origen africano, amerindio
y asiático, lo cierto es que la lengua que hablamos en su dimensión escrita u
oral es un código bien entramado que no ha dejado espacio para la existencia de
algún creol.
El aporte cubano en el ámbito de la traducción y difusión
de la literatura caribeña se concentra, ante todo, en la labor de una
institución como Casa de las Américas que, desde hace un poco más de medio
siglo, ha creado caminos muy fértiles para el conocimiento de la creación
literaria del Caribe, región multilingüe, como sabemos. El Caribe es una suerte
de Torre de Babel. Por eso prefiero hablar de las literaturas del Caribe y no
de una literatura del Caribe. Escritores como Jean Price-Mars, Aimé Césaire,
René Depestre, Édouard Glissant, Kamau Brathwaite, Rupert Lewis, Patrick
Chamoiseau, Ernest Pépin, Maryse Condé, Simone Schwarz-Bart y Daniel Maximin,
entre otros, aparecen en el catálogo de la Casa desde hace tiempo.
Todo comenzó a inicios de los años sesenta. (...) Entre los intelectuales que han desempeñado un papel central en la difusión de la literatura caribeña en Cuba encontramos a Nicolás Guillén, Alejo Carpentier, Ambrosio Fornet, Rogelio Martínez Furé, Roberto Fernández Retamar, Lourdes Arencibia, Emilio Jorge Rodríguez, Silvia García Sierra, Ileana Sanz así como Lisandro Otero y Nara Araújo, fallecidos ambos desafortunadamente. El nombre de Lourdes Arencibia descuella en este dominio por su contribución a la traducción como manifestación literaria y a la conformación de una red caribeña de la que hoy disfrutamos. La colección El sinsonte en el patio vecino de la editorial Fundación Sinsonte, de Zamora, España, aparece a fines de la primera década del siglo XXI e incluye un reconocido catálogo, muy interesante, de su labor traductora. El jamaicano canadiense Keith Ellis, ha contribuido también, enormemente, a esta riqueza. Furé acaba de publicar un diccionario de poetas africanos llamado Pequeño Tarikh, aparecido en el catálogo de la editorial Arte y Literatura, en 2015. Hubiera sido importantísimo recopilar otra antología para la poesía del Caribe de la que fue pionera Mapa de la poesía negra americana, de Emilio Ballagas, en fecha tan temprana como 1946. Sería difícil acometer una descripción, propiamente dicha, del diálogo cultural del Caribe que se inició desde
Considero que el futuro de la traducción del Caribe en
Cuba, y la imagen del Caribe que de ella se desprende, es y seguirá siendo algo
espléndido. (...) Aceptemos que hablamos y escribimos en un mundo plural,
globalizado, violentado por presupuestos irreconocibles ante las disciplinas de
humanidades que forjaron nuestros patriotas, en especial, José Martí. Como
decía Glissant: hablamos y escribimos en el contexto de todas las lenguas del
mundo, no solo la nuestra. Esa observación es la raíz más auténtica del Caribe»
Por su parte, Ileana
Sanz subraya que:
“El aporte esencial del Caribe a través de la traducción ha
sido visibilizar la caribeñidad de la cultura y la literatura cubanas. Parte de
la premisa de la existencia de un corpus literario caribeño no obstante
expresarse en diferentes lenguas. Históricamente, el proceso literario cubano
estuvo más vinculado al Caribe hispano y América Latina que al espacio Caribe en
su conjunto. La diversidad de metrópolis y su consecuencia lingüística
contribuyeron a la fragmentación del Caribe insular y, de hecho, a ver sus
procesos literarios como un apéndice de las literaturas de los países que lo
colonizaron, sobre todo en los que mantuvieron su estatus colonial hasta
entrado el siglo XX o que aún mantienen un estatus dependiente sea como
departamentos de ultramar o asociados.
Las traducciones de las obras del Caribe han contribuido
grandemente a entender y percibir la literatura caribeña como un corpus
diferenciado del metropolitano con cosas en común más allá de la diversidad de
la lenguas en que se expresan. Aparte de la Casa de las Américas, otras instituciones han
desempeñado un papel importante en la difusión de la literatura caribeña. En
los últimos años las editoriales Arte y Literatura y Oriente han publicado
obras del Caribe no hispano al español. La tradicional Feria del libro de Cuba,
organizada por el Instituto del Libro, dedicó su edición del 2011 al Caribe, lo
que representó un gran impulso a la difusión de la literatura caribeña por la
publicación de obras traducidas al español, la presencia de escritores del
área, así como organización de foros para la discusión de los problemas de la
traducción literaria en el Caribe.”
Finalmente, Sanz estima que:
“La imagen que se construye a partir de la traducción, en
Cuba y en el Caribe en general, es la de un Caribe interrelacionado dado por un
sustrato común compartido histórico, económico, cultural de raíces comunes que
no obstante expresarse en lenguas disímiles, tienen una esencia común, una
unidad que se expresa en la diversidad. La creciente integración del Caribe
materializada en organismos que facilitan la ejecución de proyectos comunes ha
implicado una mayor conciencia de la necesidad de comunicación y la
determinación de eliminar las barreras lingüísticas. La prioridad de la
enseñanza de las lenguas habladas en el Caribe en el sistema de educación de
los países caribeños, el intercambio de estudiantes, la implementación de
proyectos conjuntos, entre otros, auguran un futuro promisorio de unidad e
integración.
No he considerado necesario incluir en este artículo el acápite de Tusaaji asignado a mis propias reflexiones autorales, toda vez que en esta propia sección de "Traduttore/Traditore" las he ido entregando en las muchas colaboraciones que a lo largo de los años han dado sustancia y contenido a mis trabajos sobre el Caribe. En cambio, sí quisiera terminar dedicando unas palabras a la revista canadiense y destacar la importante labor de divulgación de la cultura caribeña que su editora, la profesora María Constanza Guzmán, está llevando a cabo en Canadá.
La publicación virtual en inglés es el órgano del Grupo de
Investigación sobre Traducción y contactos Transculturales de la Universidad de
Glendon, York, radicada en Toronto. Propugna que la traducción es una
intersección entre tradiciones, lenguajes, esferas del conocimiento y
discursos; y aspira en suma, a convertirse en un amplio referente cultural de
la mediación con particular acento en las lenguas y autores de las
Américas, tanto de raíz exógena como aborigen. En el número que aquí se
detalla, por ejemplo, figura también un artículo de Ian Craig titulado «The
outsider Inside: Retracing Carpentier’s Lost Steps in the Eastern Caribbean.»
Puesto que entiende la traducción como un complejo proceso
de negociación entre significados, conocimientos y subjetividades, no por azar
la revista ha elegido llamarse TUSAAJI, que en la lengua esquimal denota a
aquel que traduce o interpreta, y posee una capacidad excepcional para escuchar
a los demás...
Editado por: Patricia M. Peña
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