Felipe Ponce
es Licenciado en Letras por la Universidad de
Guadalajara. Becario del IV Curso de Formación de Editores Iberoamericanos,
auspiciado por la Universidad Complutense de Madrid y la Sociedad
Iberoamericana de Amigos del Libro y la Edición (2004), es el director fundador
de Ediciones Arlequín (1994) y editor de la Editorial Página Seis (2009). El
siguiente texto fue publicado por El Diario NTR, en su edición del 9 de abril
de este año. La referencia que hace a un artículo del Administrador de este
blog está en la entrada “Sobre algunas políticas del F.C.E. de México”, correspondiente
al 28 de febrero de 2018.
La silla es mía y no puedo sentarme
Solemos estar satisfechos
con aquellas entidades que en apariencia hacen su trabajo bien y que además
gozan de prestigio y reconocimiento. Nos acostumbramos a ellas, poco les
cuestionamos o regateamos. Pasan los años y siguen allí, sus formas no cambian
nada y esas instituciones (¡cómo se ha vuelto peyorativa esa palabra!)
continúan con procesos inamovibles, formatos inaccesibles, métodos infalibles…
Y todo es costumbre: una anomalía en el paisaje, porque es lo que hay.
Hace
poco leí un texto de Jorge Fondebrider que me abrió los ojos acerca de un
elefante blanco que tiene librerías. Es de mucha reputación y vive en casa. El
elefante no tiene un dueño, es de todos, pero está amaestrado para jugar sólo
con sus propios juguetes y con los de los vecinos ricos, que imponen a gran
precio. Y los editores mexicanos en pequeño, que también tienen juguetes y que
además son en parte dueños del elefante, están excluidos, y cuando se les da un
pequeño permiso para mostrar sus juguetes es por poco tiempo y a regañadientes.
El elefante caprichoso se llama Fondo de Cultura Económica (FCE).
¡Qué
batalla para que los libros de las editoriales independientes estén en sus
librerías! En Guadalajara es necesario organizar una presentación que obliga a
generar un pedido y poder así vender al momento. De otro modo, los encargados
siempre están en inventario o haciendo devoluciones y no pueden atender previas
solicitudes.... Los libros que una vez entraron podrían permanecer meses sin
encontrar su sitio o quedarse en almacén, y se acabó. En contraste,
trasnacionales como Penguin Random House y Planeta son omnipresentes, con mesas
y en novedades.
Las
estanterías nos muestran con claridad la situación desventajosa donde dominan
las reservaciones y los guetos. El primer orden es la reservación del propio
FCE, que a mi parecer debería estar exhibido donde corresponda según sus
temáticas, con los demás libros de todas las editoriales. El segundo orden es
el de los guetos de las trasnacionales, que en parcelas de sus propios sellos
editoriales ocupan mesas de tiempo indefinido. Y los editores nacionales
independientes, con más de cien sellos y miles de títulos, no están allí ni en
su mínima representación.
Para
el FCE el emprendedor nacional vale menos que cualquier subproducto
trasnacional.
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