martes, 10 de marzo de 2020

Los libros en Uruguay: cuánto y dónde


Librería Escaramuza
El pasado 16 de febrero, Sergio Israel publicó la siguiente nota en El Cultural, el excelente suplemento de cultura del diario El País, de Montevideo. Aquí se da cuenta de la situación del libro y las librerías en el Uruguay, con detalles desconocidos para la mayoría de los lectores.

Libros en Uruguay,
un mercado pequeño de grandes lectores

Asomarse a alguna de las grandes librerías montevideanas como Puro Verso, Más Puro Verso o Escaramuza produce una inquietante sensación de superabundancia. Es que en cada una de ellas el visitante accede a más de 20 mil títulos, mucho más que de lo que podrá leer jamás, aun quitando horas al sueño, a su demandante dispositivo de bolsillo y a otros productos de la industria cultural.

Sin embargo, apenas uno profundiza un poco es fácil darse cuenta de que ni siquiera en estas grandes librerías se consiguen todos los títulos que un lector inquieto podría buscar.

Juan Castillo y Soledad Viera, al frente de Puro Verso, o Diego Quiles en Más Puro Verso, ahora competidora de sus ex socios en el extraordinario local que fue la óptica Pablo Ferrando en la Peatonal Sarandí, trajinan mucho para cubrir las demandas de los clientes, pero tienen una tarea muy difícil: a menudo quien busca un libro está bien informado gracias a Internet, pero los libreros saben de antemano que no todo lo que se edita podrá llegar a sus manos a un costo razonable.

Cuando el precio se dispara a una cifra que la mayoría no está dispuesta a pagar, antes de resignarse, a menudo queda la opción de adquirir el libro electrónico, una modalidad que no crece como se esperaba. En esta versión el libro pierde el carácter de objeto, aunque se abarata porque no intervienen imprentas, distribuidores tradicionales y librerías.

España, Argentina y poco más. 
La tecnología y la segmentación del mercado han permitido que junto a los mega grupos editoriales —Penguin Random House y Planeta— existan cerca de 2.000 editoriales españolas, algunas unipersonales que funcionan part time en un apartamento. Tanto las grandes como las medianas y pequeñas editan a autores locales y traducciones de escritores extranjeros, sobre todo ingleses, franceses y estadounidenses.

Descontando los libros de texto, los fascículos y los publicados en gallego, valenciano, catalán y vasco, cada año en España se publican unos 42.000 títulos nuevos. “Nada del otro mundo comparado con el resto de Europa”, explicó el mes pasado el presidente de los editores españoles Antonio María Ávila al diario La Vanguardia, pero una enormidad si llegaran a Uruguay, un país con un alto nivel de lectores y una economía estable, pero con un mercado con serios problemas de escala.

Entre los miles de títulos disponibles en las grandes librerías uruguayas están algunos llegados hace 15 años, pero que aún cuentan con chances de conseguir un comprador. Si a los españoles se suman los editados en Argentina, el segundo proveedor de libros importados, y los nacionales, la plaza estaría en teoría bien abastecida.

Pero del resto de América Latina poco: llega algo de México, Chile, Colombia, Cuba y poco más. Los autores latinoamericanos disponibles en las librerías uruguayas son, en la mayoría de los casos, editados por las multinacionales.

Aunque muchos libros se venden en supermercados, el papel de las librerías es central. Un estudio publicado en 2019 por el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERCLAC) de UNESCO no solo realizó un diagnóstico, sino que propuso una serie de medidas a llevar adelante por los actores privados y los gobiernos para fomentar la difusión del libro y mejorar las condiciones de las librerías independientes.

Un informe de la agencia estatal Uruguay XXI sobre la industria indica que hay 179 librerías registradas en el Banco de Previsión Social, 120 de las cuales son de Montevideo. El año pasado dieron trabajo a 1.526 personas y en 2012 facturaron 26 millones de dólares.

La integración latinoamericana está muy retrasada también en el mundo del libro. Los principales distribuidores locales —Javier Muñoz (América Latina), Gonzalo Fuentes (Gussi) y Gustavo Bosca (Océano)— coinciden en que es mucho más fácil importar de España que del propio continente latinoamericano, incluyendo a Argentina.

Alejandro Lagazeta (Escaramuza) tiene una visión optimista: en su papel de distribuidor (también editor y librero) apuesta a importar libros españoles y argentinos, sobre todo de editoriales jóvenes. El informe de Uruguay XXI, con datos proporcionados por la Dirección Nacional de Aduanas, indica que el año pasado la distribuidora Escaramuza importó libros por 330.101 dólares, cuatro veces menos que Gussi, el líder local, pero más que América Latina, cuyas compras en el exterior fueron por valor de poco menos de 200 mil dólares.

Aunque sobre la suma de importaciones y producción nacional no existen cifras oficiales sino apenas estimaciones, sin contar los libros de texto, no hay dudas de que Penguin Random House (PRH) es el líder del mercado seguido por Planeta y Océano. Los datos proporcionados por Aduanas muestran que PRH (contando Ediciones B) importó en 2019 por valor de 908 mil dólares, menos que Planeta y Océano, pero a esas cifras se deben agregar los libros nacionales (entre 80 y 100 por año) y las impresiones locales de decenas de títulos producidos en el exterior. Allí Penguin toma ventaja sobre sus competidoras: Planeta es líder en todos los países de habla hispana, pero según admitió su director en Uruguay Amir Hajjoul, aquí todavía no logró la misma penetración que el mayor competidor. Océano no edita libros en Uruguay, pero el año pasado importó por valor de 1.090.172 dólares.

El líder en importaciones es Bookshop, que supera los dos millones de dólares. Alejandro González explicó que importan libros infantiles y textos de inglés para sus 11 librerías y clientes en todo el país. El País S.A. es el segundo e importa libros y fascículos, mientras que las distribuidoras fuertes en infantiles, Saracini y Distri Cerro (que compran en Argentina, España y China) suman entre las dos casi 850 mil dólares. Urano, especializada en auto ayuda, importó por 371.529 dólares.

Pequeño gran mercado. 
“Uruguay es el país de la región donde más se lee y el que cuenta con mayor producción de libros por habitante de América Latina. Existe en el país un público lector variado, multi-segmentado y educado” sostiene otro informe, de noviembre de 2019, elaborado por Uruguay XXI sobre el sector editorial.

Con 6.5 títulos per cápita, Uruguay encabeza el ranking latinoamericano de cantidad de libros editados (según los registros de ISBN) y eso, opina la experta de la agencia, Omaira Rodríguez, es un muy buen punto de partida para la exportación.

Para mejorar el acceso de la población al libro, UNESCO realizó una serie de recomendaciones que incluyen la adopción de incentivos tributarios, de crédito y de fomento; la promoción de ediciones que faciliten el acceso al libro por parte de todos los grupos de la población y el fortalecimiento de los sistemas de distribución, en particular de librerías que cubran todo el país. También se propuso abaratar los costos de transporte, financiamiento para la participación en ferias del libro y fortalecimiento de las redes de distribución, entre un paquete de medidas.

Gonzalo y Diego Rodríguez (Byblos) manejan una de las distribuidoras pequeñas que deben enfrentar las dificultades económicas, logísticas y aduaneras para traer libros de Argentina (Biblos e Infinito) y de España (Antoni Bosch). Las trabas para importar desde Argentina, un fuerte polo editorial, han existido siempre, pero en los últimos tiempos la situación se agravó.

Para Lagazeta, la clave está en cooperar más y probar nuevas formas de comercialización, partiendo de la base de que el proceso de concentración de las editoriales no es diferente al resto de las industrias.

Hajjoul piensa que la dificultad para que lleguen algunos títulos ha existido siempre y no sólo en el libro. “Argentina es un gran consumidor de literatura y uno de los mercados más maduros de América Latina. Uruguay consume más autores extranjeros mientras que Argentina más locales” explicó.

Por otra parte, a pesar del aparente retroceso en el valor del conocimiento, el consumo de libros crece, quizás porque las editoriales grandes apuestan a alianzas con empresas audiovisuales como Netflix y otras estrategias para “entretener a gente que no es lectora”, como los libros de auto ayuda y astrología.

El catálogo general de Planeta tiene unos 3.800 títulos disponibles y hay entre 50 y 60 novedades por mes. “Si no los conocemos no los traemos, porque este mercado no aguanta tanto” explicó Hajjoul. Tanto el director de Planeta como el editor general de PRH, Julián Ubiría, se defienden de la crítica frecuente de que cuando las multinacionales compran una editorial empobrecen la oferta. Entre los 100 más vendidos de Planeta, explica Hajjoul, hay cinco o seis de Tusquets, la última editorial adquirida por el grupo, y dice que el sello tiene más títulos y ventas que antes. Sin embargo, en ciencias sociales han desaparecido del mercado títulos de editoriales como Ariel, Crítica y Paidós. Algo parecido ocurre con sellos clásicos como Minotauro (ahora relanzado) y Martínez Roca.

La concentración deja ciertos nichos y ha permitido que nazcan las pequeñas editoriales que algunos llaman “boutique”. Castillo, el propietario de Puro Verso, está atento al boom de las pequeñas editoriales y trata de acceder a algunas de las que no tienen un distribuidor local o a títulos que estas no traen.

El año pasado, según Aduanas, Puro Verso importó libros por casi 50 mil dólares y así pudo mejorar la oferta de sus estanterías con títulos que no trajeron las distribuidoras locales. El grupo PRH ingresa cada año al mercado local entre 900 y 1.000 títulos nuevos, pero Ubiría reconoce con preocupación que el ciclo de vida de los libros es cada vez más corto. A su vez, su experiencia le indica que se han producido cambios en el gusto de los lectores en los últimos 15 años. “Perdió fuerza lo nacional y lo latinoamericano”.

Ello explica que muchos de los ISBN registrados por las multinacionales correspondan a autores extranjeros que luego de pasar cierta tirada se imprimen en plaza. Eso ocurre con Arturo Pérez Reverte, Marcela Serrano, Isabel Allende, Mario Vargas Llosa, Stephen King y muchos otros best sellers.
En el caso de PRH, a esta lista se sumarán en las próximas semanas escritores de renombre como Andrea Camilleri, Sándor Márai, J.K. Rowling, Margaret Atwood, Chico Buarque e Iréne Némirovsky que se editan en Salamandra, un sello recién adquirido por el grupo.

Opacidad 
A pesar de los esfuerzos de actores como la Cámara Uruguaya del Libro, el Ministerio de Educación y Cultura y Uruguay XXI, las cifras globales del libro en el país siguen siendo un misterio.

Una estimación indica que alrededor de un millón de compradores adquieren unos tres millones de libros al año. La mayor distribuidora es Gussi, que acaba de cumplir 40 años y que hace llegar a las librerías la mayor parte de las ediciones locales y muchas extranjeras, entre ellas la española Anagrama. Las tres multinacionales más importantes —Penguin, Planeta y Océano— tienen su propia distribución. Penguin es el líder, con 35% al 40% del mercado, cerca de un millón de libros al año.

El registro de ISBN en 2017 fue de 2.230 títulos. Eso incluye todos los libros impresos en el país, desde textos hasta best sellers extranjeros. Otra estimación indica que del exterior ingresan cada año al menos seis mil títulos más.

La venta de libros físicos por Internet a través de Amazon o Mercado Libre todavía es secundaria, pero está creciendo y representa un desafío para libreros, editores y distribuidores. Escaramuza, por ejemplo, ya factura un 10% de sus ventas por Internet y aspira a llegar a un 25% en un año. La distribuidora América Latina, especializada en ciencias sociales, está ensayando la impresión de libros a demanda, en especial para congresos científicos o visitas de autores.

Otro de las actividades opacas es la propia Feria Internacional del Libro que cada setiembre organizan la gremial y la Intendencia de Montevideo. No se sabe casi nada del público ni cuanto se vende y eso dificulta la promoción. El presidente de la Cámara, Álvaro Risso, adujo que hacer la feria en un espacio público como el de la Intendencia tiene como ventaja la centralidad, pero impide llevar un registro, porque al edificio ingresan cada día funcionarios y otras personas. La Cámara estima unos 150 mil visitantes.

La falta de estos datos impide un mejor conocimiento del mercado, información que sería clave para que el público, las editoriales y otros actores puedan tomar mejores decisiones.

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