El
pasado 13 de marzo, Patricia Kolesnicov
publicó en Clarín el anuncio de la
suspensión de la Feria del Libro de Buenos Aires, que se suma a las
suspensiones de otras ferias, como las de París, Londres y Bogotá. La noticia
llega tarde gracias a los buenos oficios de Fibertel, compañía de cable que
dejó al barrio del Administrador sin servicio de Internet por varios días.
Ofrecemos entonces a los lectores las disculpas del caso y hacemos responsable
del problema a esa empresa prácticamente monopólica.
Coronavirus en
la Argentina:
No habrá Feria
del Libro
No habrá pasillos llenos este año, no habrá inauguración de la Feria
del Libro con reclamos políticos y sectoriales, no habrá colas que
den la vuelta a un stand, autores de distintas partes del mundo, adolescentes
acampando en La Rural. Aunque no se diga oficialmente, ya es un hecho que no se
hará la Feria del Libro de Buenos Aires en 2020.
Quienes se preguntan –hasta indignados, en las redes– por qué
la Feria del Libro no se suspende por la epidemia de coronavirus deberían
saber que levantar un evento que involucra a tanta gente y
tanta plata no es algo que se haga sencillamente.
La decisión ya está tomada –cuentan los que están en directo encuentro
literario–, “falta un papel firmado. ¿Qué significa esto? Como informó
Clarín este miércoles, la Feria
necesitaba un decreto –de la Ciudad o de la Nación– que avale el cierre. Y
desde allí discutir los contrato que ha firmado la Fundación El Libro,
organizadora del encuentro literario. El
decreto de Ciudad estuvo este jueves por la tarde, con un plazo de 30 días y la
Feria abría después. El de Nación declara la emergencia sanitaria por un año y
estuvo publicado más tarde en el Boletín Oficial.
Es que la Fundación
El Libro –organizadora de la Feria– tiene ya pagado gran
parte del alquiler de La Rural, el lugar donde la feria se hace. A su vez las
editoriales ya cumplieron con muchas de las cuotas con que abonan su presencia
allí: dos tercios, informaba hace unos días la editora de De La Flor, Kuki
Miler. ¿Quién se hará cargo de
esto? No es lo mismo negociar con el respaldo de un
decreto que sin él.
Clarín intentó
este jueves comunicarse con La Rural al respecto. Preguntó si el dinero se
devolverá, si quedará para el año que viene –como contaban algunos editores–
pero sin actualizarse por inflación, si se repartirán pérdidas. No hubo
respuesta por ahora.
La Feria
del Libro es un emprendimiento privado. Lo organizan las
editoriales, los libreros, la Sociedad Argentina de Escritores y el sector
gráfico: la industria. Y la industria editorial en este país está formada sobre
todo por PYMES. Los lanzamientos se programan para la Feria y los pagos se
estipulan para el final de la Feria. Su suspensión tendrá consecuencias.
Algunos proponían, con buena voluntad,
pasar la Feria para el segundo semestre del año. Algo que depende de la
disponibilidad de La Rural –¿se podría pensar en otro predio? ¿hay otros
predios con el tamaño y la infraestructura necesarios– y, también de cierta
organización internacional de las grandes Ferias: en el primer semestre se
hacen Buenos Aires y Bogotá –que se aplazó sin fecha– y en el segundo,
Frankfurt y Guadalajara.
Mientras tanto, las editoriales ya están pensando en
cómo promover sus novedades, cómo mantenerse activas y visibles en este año en
que, además de la Feria, no habrá reuniones masivas durante un plazo que por
ahora no se conoce.
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