Mariana Windingland es traductora del noruego al castellano. Sus problemas, no obstante, son comunes a lo que vienen expresando los diversos traductores que opinaron hasta ahora sobre el uso del tú y del vos en la traducción al castellano. Vale la pena leerla.
“Pronombres que dan identidad”
Días atrás me encontraba en un seminario de traductores literarios de noruego, una novedad que trajo la pandemia en formato virtual, y que vino, en cierto modo, a reemplazar las residencias de traducción que NORLA (Norwegian Literature Abroad) organizaba año tras año en Oslo. Mes a mes, participamos del encuentro unos diez a quince traductores de diversas lenguas y culturas, y hasta el momento he sido la única de habla hispana. Los encuentros son sumamente enriquecedores ya que propician debates que, años atrás, habría sido impensable sostener, salvo que se hubiera volado más de treinta horas hasta el país escandinavo.
En el último seminario, algunos colegas me consultaron sobre los aspectos que presentan mayor dificultad a la hora de traducir al español una de las dos lenguas oficiales de Noruega, el bokmål, hablada apenas por poco más de cuatro millones de habitantes. Sin dudas que surgió la cuestión de cómo mencionar aquello que no existe en la cultura de destino, como accidentes geográficos típicos de los fiordos, características de paisajes árticos o la misma aurora boreal, pero esto es un eterno problema de traducción común a todas las lenguas.
Como me consultaron acerca de este par de lenguas en particular, el noruego-español, rápidamente intenté ilustrar el estado de situación. Por un lado, la gran diferencia del español ibérico con el americano en sus numerosas variantes, cada una de ellas con su cadencia y su entonación. Luego hice mención sobre el tan requerido “neutro” ya sea por las editoriales como en la industria audiovisual. Por último, intenté retratar aquello que nos ocurre cuando recibimos un encargo de traducción: la decisión de la variante de español es de la editorial y la dicta el mercado, y esto en las lenguas periféricas simplemente no ocurre, o si sucede, lo es en mucho menor medida. Yo he tenido la dicha de traducir a español rioplatense, y sólo en esas ocasiones sentí haber logrado un trabajo medianamente aceptable. Pero en la mayoría de los casos he debido traducir a neutro, y aunque el tú se parezca tanto al du de las lenguas escandinavas, al you y al toi, si se quiere, creo que sólo traducimos mutilando el voseo por imposición histórica. Nunca llegaré a comprender por qué escritores rioplatenses conservan el vos, y quienes traducimos no, algo que experimento prácticamente como sumisión.
Quizás las nuevas generaciones traigan un poco de aire fresco a este panorama. No son pocos los largometrajes estadounidenses para público infantil que en sus doblajes incorporan distintas variantes del español para una mejor caracterización de los personajes, entonces hay un colombiano, un cubano, un mexicano, y un argentino dialogando sin necesidad de neutralizar la lengua, como sucede en la vida real y en las ciudades cosmopolitas. Comprendo que al traducir obras clásicas haya una búsqueda que redunde siempre en el tuteo, pero si traducimos literatura contemporánea, no veo por qué no podríamos emplear los pronombres que dan identidad a nuestra cultura.
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