viernes, 30 de octubre de 2015
" Controlar el mercado del libro en lengua española mediante la industria editorial y la enseñanza internacional de la lengua "
“Glotopolítica. Definir el idioma argentino preocupó a
Borges y a la lingüística local. Mientras, el Instituto Cervantes evalúa la
“corrección” de lo hablado.” Así reza la bajada de este artículo, firmado por
la novelista y traductora Mariana Dimópulos,
publicado por la revista Ñ, el 11 de
octubre pasado.
Apropiaciones de la lengua española
¿Qué
hablan los argentinos? Su idioma tiene un nombre, el castellano, pero no es
igual al que se usa en otros países. Al igual que en otros países, al menos
desde el surgimiento de los estados-nación, su lengua ha sido objeto de
especulaciones, de debates, de regulaciones. Hasta de sospecha de inexistencia.
Así lo denunciaba Borges, por ejemplo, en un texto temprano: algunos creerán
que el idioma de los argentinos es un embeleco, un engaño que de ninguna
realidad es sostén. El no era uno de los incrédulos, por supuesto, y apelaba,
además de a la ironía, al corazón y a la esperanza para remediarlo. Ante todo,
a la esperanza de la lengua literaria –y argentina– que él mismo planeaba
inventar.
Eso que Borges ejercía en una conferencia de 1927 hoy es
estudiado por la lingüística y ha adquirido, hace poco, su denominación
técnica: glotopolítica. Al menos desde la Revolución Francesa ,
ese medio no único pero fundamental de comunicación se había convertido en un
objeto de gobierno y de planificaciones. Pero hace algunos años la lingüística
puso su atención en que esa no era la única forma ni de operar sobre la lengua
ni de hacer política sobre ella. Las instancias de lo político eran múltiples,
e iban de lo más normativo hasta lo más inofensivo al parecer: las ideas de los
propios hablantes. En el caso del castellano, desde la tarea directiva, por
ejemplo, de la Real
Academia Española, hasta la convicción, casi cien años
después de la proclama de Borges, de que aunque no se dude de la existencia del
idioma de los argentinos, sí se lo condene. Porque puestos ante la pregunta ya
no del qué hablan, sino de cómo lo hacen, la mayoría de ellos responderá:
hablamos mal.
La primera apropiación de la lengua para cada hablante no
tiene lugar en la casa, sino en la escuela, si es que por apropiación
entendemos ser conscientes de nuestro instrumento, aprender a escribirlo y a
conocerlo. Pero la escuela no está exenta de los tironeos de los diversos
actores que, estudiados por la glotopolítica, afectan, condicionan y definen el
idioma. Antes, su vehículo era la palabra del maestro y su figura de autoridad.
Pero tal como lo muestra María López García en Nosotros, vosotros, ellos (Miño y Dávila), hoy esa figura ha quedado
desplazada por los manuales escolares y su protagonismo. Y lo que nos enseñan,
de ahí el notable descubrimiento del libro, es que nuestra lengua, el idioma de
los argentinos, se define en los bordes y en la excepción. El voseo, por
ejemplo, es presentado como un rasgo “exclusivo y apartado de las formas
normales”.
Nada se dice de nuestro sistema de posesivos ni de nuestros
modos de enfatizar (un rioplatense dirá “detrás mío” y dirá “está re-bueno”).
El “vosotros” sigue consignado en todas las tablas, aunque lo utilice sólo el
diez por ciento de los hablantes mundiales del español. Se crece en una lengua
que es propia a medias, formalizada en una mezcla de directivas confusas y
convivencia de paradigmas. El resultado no alienta a seguir estos pasos: “un
hablante inseguro de su lengua y del uso que hace de ella”.
Oído en los arrabales
Si a
principios del siglo XX en Buenos Aires el debate se daba entre la lengua del
arrabal y un purismo lingüístico basado en una falsa imitación de la dicción de
España, hoy la glotopolítica –que acaba de celebrar su primer Congreso
Americano– indica que los actores han cambiado. Con la transformación de España
y el enorme desarrollo literario de América latina a lo largo del siglo, las
instituciones clásicas de normativa se vieron obligadas a renovarse. La Real Academia
Española ha dejado de fijar, limpiar y dar esplendor –como decía su blasón– a
una lengua que se le escapa y se expande. El giro de la estrategia responde a
un principio de realidad y a una necesidad económica, la de controlar el
mercado del libro en lengua española mediante la industria editorial por un
lado, y mediante la enseñanza internacional de la lengua por el otro, a través
del Instituto Cervantes. El gobierno y las instituciones españolas depusieron
las armas de la regla y levantaron las de la concordia: el castellano es ahora
entendido como una “lengua de encuentro”, y este encuentro debe ser, ante todo,
para ellos rentable.
La norma, entonces, queda velada en la cordialidad de lo
vendible y lleva, cuando abandona el sello de la Península , el de la
neutralidad. Desde la televisión hasta la literatura traducida en América, el
“neutro” se ha vuelto preocupación de todo aquel que ponga en circulación
contenidos en castellano. Es una nueva inquietud que ha adquirido el debate;
nuestro borde ya no es ni el castizo ni el arrabal. Lo que nos amenaza es la
neutralidad, que encarna una nueva discusión entre la lengua nacional, como
identitaria, y el castellano como ilusión del intercambio irrestricto entre
quienes lo hablen. El neutro resulta una forma –buena y mala– de globalizarnos.
“La necesidad de homogeneizar es funcional al desempeño activo del mercado en
la regulación de los medios de comunicación”, entiende López García. Pero
también hay, detrás de la entelequia de un castellano neutro, la expresión de
un miedo de los hablantes a quedar –la pesadilla del mundo de hoy– perorando a
solas.
La historia de la lengua enseña que todos los idiomas tienden
a la dialectización absoluta; es decir, que las fronteras naturales y políticas
harán, tarde o temprano, que los que hablaban la misma lengua acaben a lo largo
de los siglos por hacerlo en idiomas distintos. En el mientras tanto del
castellano, usado en un vastísimo territorio por casi quinientos millones de
personas, conviven el deseo clásico de la identidad como lengua de un
estado-nación, en tanto espejo de los ciudadanos, y la voluntad de comunicación
transnacional. Pero esta voluntad entraña, como muestra López García en el caso
particular de los argentinos, la denegación de nuestra propia variante en su
versión más triste: la de su desconocimiento. La glotopolítica ha enseñado que
no toda la norma es la que se enuncia como tal; el poder simbólico de un agente
de la lengua, aunque no se anuncie como regla, la estará estableciendo. Y en
caso de ausencia de regulación del Estado, esa norma será impuesta por la
industria editorial, por los medios, por la escuela a través del dominio del
manual escolar.
Variedad rioplatense; habla coloquial
Este
cambio está afectando también a los saberes lingüísticos. La antigua diferencia
entre lengua (como ideal) y habla (como realidad cotidiana) que había
instaurado el padre de la disciplina, el suizo Saussure, está en duda. El peso
va cayendo hacia el habla, hacia el estudio del uso efectivo de una lengua en
un territorio dado. Es decir, la descripción tiende a hacerse normativa. De ahí
que Nosotros, vosotros, ellos cierre con una reparación: la tentativa de
describir para la escuela –para ese maestro inseguro que confunde variedad
rioplatense con habla coloquial– eso que es el idioma de una buena parte de los
argentinos.
En su proclama de 1927, Borges mencionaba el léxico, la
cadencia y la afectividad de la frase como características particulares de
nuestra lengua. No mencionaba el voseo. Su literatura inventó una elegancia
que, vista con atención, se propuso minimizarlo. Una lengua propia pero a
medias. Que fuese una proclama da razón a las de hoy: la lengua es una disputa
de muchos actores, que van de la maestra al poeta, pero no se resuelve con una
fórmula. Lo propio está tan amenazado como atravesado y enriquecido por lo
ajeno, y nada se dirime de una vez y para siempre. Pero esto no puede ocurrir a
oscuras, esto hay que hacerlo visible.
jueves, 29 de octubre de 2015
Filológicas
![]() |
Javier Mascherano, indicándole al asistente a dónde ir |
No
por desopilante, sino por pura fascinación, tiene sentido subir la siguiente
entrada, publicada sin firma en el diario Clarín,
de Buenos Aires, del día de ayer. Aquí se dice que Mundo
Deportivo, de España, se ha abocado al estudio filológico de
la expresión argentina “la concha de tu madre”. De hecho, parece haber un video
(ver abajo) que apela a cómo la definen las distintas escuelas (argentina y
uruguaya). ¡Menos mal que Mascherano no mandó al asistente en cuestión a la “reconcha
de tu madre” o a la “recalcada concha de tu madre”. Si no, tal vez habría que
haber apelado a la FUNDEU ,
a quienes oportunamente ya mandamos a la concha de su hermana.
Caso Mascherano: la prensa española analiza por qué
en Argentina se dice “la concha de tu madre”
"
'Puto el que lee esto'. Nunca encontré una frase mejor para comenzar un
relato", reconocía Roberto Fontanarrosa en su texto "Palabras
iniciales", que oficia como prólogo del libro Usted no me lo va a creer.
El escritor y humorista rosarino también se encargó de hacer una encendida
defensa teórica del uso de las llamadas "malas palabras" durante su
ponencia en el III Congreso Internacional de la Lengua Española ,
que se realizó en noviembre de 2004 en su ciudad natal. Acaso sin saberlo, el
diario español Mundo Deportivo se movió en esa línea para embarcarse en el
análisis del significado de la expresión "la c... de tu madre", que
según uno de los asistentes le despachó Javier
Mascherano en el partido entre Barcelona y
Eibar del último domingo, por la liga
española, y por la cual fue expulsado. El club ensayó una
defensa al asegurar que la expresión no fue esa sino "la c... de tu hermana".
En tren de desentrañar el correcto uso de la
frase, a la que considera "tan argentina como el tango, el asado, el dulce
de leche, el mate o los gauchos de la
Pampa ", el periódico catalán consultó a varios
argentinos de a pie, quienes expusieron distintas teorías respecto al carácter
insultante de la construcción.
"Hay quien opina que es un expresión muy
común ante una adversidad, que su contenido depende del tono con el que se
diga, que sirve para recriminar a uno mismo y que se usa con frecuencia. Otros,
en cambio, lo califican como un insulto o un menosprecio", concluye Mundo Deportivo.
El texto va acompañado de un esclarecedor
video, en el que se ve no solo a jugadores argentinos y uruguayos (Gonzalo
Higuaín, Lionel Messi,
Luis Suárez) sino también a Josep Guardiola usando la dichosa frase. También se
puede apreciar y escuchar a hinchadas entonando una canción que se convirtió en
un clásico de las canchas argentinas y que se utiliza particularmente para
hostigar a los simpatizantes de All Boys.
Las
cinco palabras de la polémica fueron usadas por Mascherano cuando se jugaban 38
minutos del segundo tiempo del encuentro en el Camp Nou para dirigirse al
primer asistente, quien informó la situación al árbitro Carlos Del Cerro
Grande. Si dudar, el juez le mostró la roja al argentino.
En el informe, al detallar la situación, Del
Cerro Grande consignó que la aludida era la madre del asistente, aunque en un
video difundido por la televisión española se puede advertir que la mujer
referida es la hermana del juez de línea. De ese error se toma el Barsa para intentar una
morigeración de la pena, que podría ser de entre dos
y cuatro partidos. En este último caso, Mascherano se perdería el clásico ante
el Real Madrid, el 21 de noviembre.
miércoles, 28 de octubre de 2015
Parafraseando a Leo Masliah, ¿por qué no se irán un poquito a la mierda?
![]() |
La reina Letizia ante la visión de un bife de chorizo |
El
pasado 19 de octubre, el uruguayo Ricardo
Socca, creador de la página web elcastellano.org, publicó en la revista Ñ el siguiente artículo, que se vincula
directamente con la entrada subida a este blog el 7 de septiembre de este año. En
uno y otra se habla de la prepotente pretensión española por imponer el Servicio
Internacional de Evaluación de la Lengua Española (SIELE), desconociendo la
existencia del Certificado de Español Lengua y Uso (CELU), expedido por el gobierno
argentino. Se trata, sin duda, de otro nuevo abuso por parte de las autoridades
peninsulares. ¿Qué hará la
Argentina ? ¿Cómo responderán los otros países americanos?
¿Quién legitima el idioma?
El
gobierno de España, por medio de la corporación estatal Instituto Cervantes, ha
avanzado un nuevo paso en el sentido de asegurarse el timón normativo de
nuestra lengua, al crear el Servicio Internacional de Evaluación de la Lengua Española
(SIELE), que se presenta como “un único examen de español para todo el planeta”
(El País , Madrid,
2/7/2015).
A
fin de poner un pie en América para legitimar su poder sobre la lengua de todo
el mundo hispanohablante, el Instituto Cervantes incluyó a la Universidad Autónoma
de México (UAM), además de la
Universidad de Salamanca, que con sus 800 años de vida
perfuma el proyecto con el rancio aroma de la tradición, tan caro a la
filología oficial española.
El
acuerdo para la puesta en marcha de este certificado internacional fue firmado
en México en ceremonia presidida por los reyes de España, una señal para los
hispanohablantes acerca de quién manda en la normativa de nuestra lengua.
Felipe VI, dígase de paso, es presidente de honor del Instituto Cervantes.
Como
parte de esta estrategia, se invisibiliza el Certificado de Español Lengua y
Uso (CELU), que es expedido por el gobierno argentino con el respaldo de más de
veinte universidades de ese país. Para España y para toda América, excepto
quizá el Cono Sur, el CELU no existe; lo ignoran los españoles y lo ignoramos
los americanos.
La
reina Letizia identifica simbólicamente a la corona como nueva abanderada de la
posición de España en el papel de dueña y señora de la lengua de todos, al
agradecer al Instituto Cervantes por encabezar, en nombre del reino, la épica
cruzada de llevar el español a los infieles que hablan otras lenguas: “Gracias por
llevar la lengua y la cultura en español a tantos lugares”, “por ser la
referencia más sólida en la formación de profesores de una lengua como segundo
idioma”, manifestó recientemente.
El
siglo XIX, tras la pérdida de las colonias, se convirtió en uno de los más
negros de la historia de España, que se empobreció considerablemente y se
sumergió en una serie de crisis políticas que llevaron, en 1898, a la pérdida de Cuba,
Puerto Rico y Filipinas. País pobre ante sus vecinos enriquecidos, el reino
peninsular se propuso entonces lograr “lo que por las armas y la diplomacia ya
no era posible”, como admitió el académico Zamora Vicente1: crear un sistema de
academias dirigido desde Madrid, de modo de imponer la noción de que existe una
cultura hispanoamericana, que no sería otra cosa que la cultura española
trasplantada a América.
En
las últimas décadas, la antigua potencia colonial ha dedicado ingentes recursos
políticos, diplomáticos y económicos para potenciar lo que llamó “Marca España”,
a fin de prestigiar las mercaderías que el reino de Felipe VI ofrece al mundo.
Es preciso reconocer que se trata del legítimo derecho de todo país de expandir
su comercio internacional, aunque en este caso sea a costa de los más de 400
millones de personas que hablan español en más de veinte países.
Esta
pretensión se basa en la creencia errónea, difundida a ambos lados del A-
tlántico, de que las autoridades asentadas en Madrid tienen el poder de
dictaminar lo que es “correcto” y lo que es “incorrecto” en materia de lengua.
Se trata de naturalizar (en el sentido de “hacer que parezca más natural”) la
idea de que las instituciones del reino, o las americanas que cuentan con su
apoyo, tienen el derecho de monopolizar la emisión de certificados de proficiencia
del español como lengua extranjera.
Etiquetas:
A qué castellano se traduce,
Políticas de la lengua
martes, 27 de octubre de 2015
Anochecer de un día agitado
Además de una persona sumamente respetuosa del prójimo, Julia Benseñor, co-fundadora del Club de Traductores Literarios de Buenos
Aires, es traductora pública, científico-técnica y literaria. Esta triple
condición, en el conflicto motivado por uno de los artículos del Proyecto de
Ley de Derechos de los Traductores y Fomento de la
Traducción, le
permite comprender el punto de vista de todas las partes, razón por la cual el
resumen que hace de la reunión realizada el 20 de octubre pasado en el Colegio
de Traductores Públicos de Buenos Aires, resulta del todo confiable.
Crónica de la discusión en el CTPBA
El
pasado 20 de octubre asistí a la reunión abierta convocada por el Consejo
Directivo del CTPBA para discutir el proyecto de “Ley de derechos de los
traductores y fomento de la traducción”, junto a un público tan nutrido como
amplio. Estaban presentes autoridades y miembros del CTPBA, traductores
literarios graduados en distintas instituciones, docentes y estudiantes de
diversos traductorados y traductores de oficio con otras formaciones
académicas.
Si
bien no es fácil resumir tres horas de debate en pocas líneas, intentaré hacer
un registro lo más ecuánime posible de las distintas posturas desde mi posición
en favor de la ley.
Abrió
el encuentro la presidenta de la institución convocante explicando la posición
del Consejo Directivo de apoyo general a la ley y de clara objeción al inciso 2
b en particular (cito: “A los efectos de la presente ley, se entiende por traductores
a las personas físicas que realizan la traducción de obras literarias, de
ciencias sociales y humanas, científicas y técnicas sujetas a propiedad
intelectual, cualquiera sea su formación profesional”).
La
objeción del CD se reduce básicamente a dos cuestiones: a) al hecho de que se
designa traductor a quien no tiene el título que así lo acredite y b) a su
interpretación de la frase “cualquiera sea su formación profesional”.
De
inmediato se abrió el debate a la lista de oradores, que se iba engrosando a
medida que se escuchaban voces a favor o en contra de este inciso, en torno del
cual gira toda la discusión. No sólo aumentaba la lista de oradores, también
crecía la tensión en la sala. De hecho, hubo algunos momentos de enfrentamiento
y reproches, para mí, inconducentes y que, por lo tanto, no ameritan un espacio
en esta reseña, ya que prefiero
centrarme en las argumentaciones.
Las
respuestas del público a la objeción planteada por el CD y por varios de los
presentes fueron muy diversas. En primer lugar, que la ley no trata acerca de
la definición de la figura del traductor, sino que su objetivo es garantizar
derechos autorales a quienes traducen obras sujetas a propiedad intelectual. La
ley, entonces, no regula en general sobre todos los campos posibles de actuación
del traductor, sino que su alcance se limita a la traducción en el ámbito
editorial. En cambio, sí tiene carácter general en cuanto a los derechos que
confiere, en tanto estos pueden ser percibidos por los traductores públicos que
quieran dedicarse a este campo, por los traductores literarios con título en
traducción y por los traductores con otras formaciones profesionales. Se
planteó incluso que si la ley se sanciona tal como está, todos gozaríamos de
sus beneficios, mientras que si se modificara la redacción para que sólo se
incluyese a los traductores titulados en traducción, se les estaría negando
esos derechos a la gran mayoría de traductores abocados a este campo, entre los
cuales se cuentan figuras de la talla de César Aira, Marcelo Cohen, Costa
Picazo, Santiago Kovadloff, Jorge Aulicino, Jorge Fondebrider, Inés Garland,
para nombrar sólo a algunos. La objeción a que personas sin estudios académicos
en traducción queden amparadas por esta ley —lo que llevaría calma a quienes
sienten amenazada su potencial fuente de trabajo— generaría el absurdo de que
las editoriales tendrían una razón más para contratar a quienes no son
traductores titulados al no verse obligados a pagarles los derechos autorales.
Por
otra parte, hubo muchas intervenciones en las que se planteó que un título en
traducción no garantiza necesariamente idoneidad ni calidad; que la frase
“cualquiera sea su formación profesional” no equivale a “una formación
cualquiera” (de hecho, no cualquiera puede traducir desde el momento en que se
necesita haber adquirido y desarrollado numerosas habilidades); que esta ley
regula una realidad ya existente, dado que la actividad existe desde los
tiempos de Babel (mucho antes de su formalización en el ámbito universitario);
que la ley no lesiona derechos de ninguna persona o grupo de personas, sino que
confiere y universaliza derechos en favor de quienes efectivamente ejercen la
actividad.
También
se presentaron diversas analogías entre la traducción y otras áreas como la
medicina, la bioquímica, las expresiones artísticas, la interpretación, lo que
dio lugar a largas exposiciones que no hacían más que caldear los ánimos. En
una de las intervenciones se explicó que los títulos no valen más que otros por
tener matrícula: no todas las profesiones requieren de matrícula para su
ejercicio; la matrícula es otorgada por los colegios y toda colegiación emana
de una ley del Estado cuando éste debe velar por el bien general (como la salud
de la población, la libertad de las personas, etc.), responsabilidad que delega
en los Colegios. Por lo tanto, no correspondería establecer una analogía entre
quiénes pueden ejercer la traducción y quiénes, por ejemplo, la medicina salvo
cuando se trate de traducción de documentos públicos (Ley 20.305). En cambio,
se equiparó a los traductores que quedarían amparados por este proyecto de ley
con los músicos que, hayan cursado o no una carrera universitaria, perciben
derechos autorales al considerarse músico a todo aquel que crea una obra. En lo
personal, me pareció sumamente interesante la intervención de quien comparó al
traductor literario con el intérprete: los caminos que conducen a ser un
profesional formado e idóneo y a estar en condiciones de ejercer ambas
actividades son muchos; de hecho, la educación formal universitaria no siempre
satisface las necesidades del mundo real.
Quisiera
destacar que varios de los presentes propusieron algunas ligeras modificaciones
al texto de la ley, sin afectar su espíritu, con miras a conciliar las
distintas posiciones, propuestas cuyo análisis y viabilidad quedarán en manos
de los integrantes de la
Comisión Redactora. Más allá de las decisiones que se tomen,
estos aportes, algunos incluso propuestos por estudiantes de traductorados
públicos, permiten ver que hay personas dispuestas a contribuir a destrabar la
situación y encontrar una salida.
Hasta
aquí, mi resumen de la reunión. Ahora bien, sin entrar en los detalles de las
discusiones, percibí que había dos
líneas divisorias que partían las aguas de manera diferente. Para la mayoría de
los traductores públicos presentes —cierto que no para todos—, son traductores
quienes tienen título en traducción, lo que al parecer zanjaría, al menos en
relación con esta ley, la brecha histórica generada por la posesión o no de
matrícula, a la vez que postulan que “los no titulados en traducción” no pueden
llamarse traductores: el traductor no es el que ejerce la actividad, sino el
que tiene el título de traductor. Ergo, si las personas sin título de traductor
no son traductores, aunque traduzcan, conforman un grupo no pasible del
beneficio de derechos autorales. Por el contrario, la otra corriente de opinión
traza esta línea imaginaria de otra manera: por un lado, los traductores
públicos, que tienen su propia ley y su campo específico de actuación (con la
salvedad de que este proyecto también los incluye), y los traductores en
sentido amplio, representado por traductores literarios titulados y personas
que, con otro background, traducen en
el ámbito editorial. En suma, los traductores literarios graduados de carreras
de traducción, invitados a formar parte del conjunto “traductores titulados”,
parecían sentirse más cerca de quienes son traductores por ejercer el oficio
Es
hora de que tomemos conciencia de que la traducción literaria ejercida por traductores,
“cualquiera sea su formación”, entre los cuales hay destacados escritores y
poetas, han prestigiado nuestra actividad desde tiempo inmemorial y siguen
haciéndolo. En mi humilde opinión, como traductora pública y literaria y, sobre
todo, como lectora infinitamente agradecida a todos los que me han permitido
acceder a la literatura de lenguas que ignoro, quienes ejercen esta noble tarea
de traducción se merecen todo nuestro reconocimiento antes que la marginación.
Etiquetas:
Julia Benseñor,
Ley de Traducciones y Traductores
lunes, 26 de octubre de 2015
Así están las cosas con el Proyecto de Ley
Publicado el 22 de octubre pasado por
Patricio Zunini en el blog de la
librería y editorial Eterna Cadencia, el siguiente resumen da cuenta de los últimos
pasos del derrotero seguido por el Proyecto de Ley de Derechos de los Traductores y Fomento de la Traducción y la
correspondiente reacción despertada entre algunos miembros del Colegio de
Traductores Públicos de Buenos Aires.
No
existe en la Argentina
una legislación sobre la labor de los traductores literarios. La tarea queda
contemplada por ciertos artículos de la Ley de Propiedad Intelectual, pero, al no
haber un marco jurídico específico, es en el trato con la editorial donde se
terminan de definir obligaciones y derechos. Además, en tanto que cada vez es
mayor el consenso en considerar al traductor como coautor —el viernes pasado,
el 81° congreso del PEN, que se realizó en Quebec, se cerró con un documento en
el que lo definía como “creador”— aquella ley ha comenzado a perder vigencia,
ya que lo considera casi como un prestador de servicios.
En un artículo publicado hace
dos años, Pablo Ingberg señalaba la situación de vulnerabilidad a la que está
sometido un traductor debido a que el Código Civil no contempla su problemática
como “autor de obra derivada”: mala remuneración, contratos leoninos, el verse
obligado a ceder los derechos de propiedad de la traducción. “Que los
traductores argentinos, continuadores de una larga tradición de excelencia,
trabajen aún en condiciones tan retrógradas como las actuales obedece en buena
parte a su aislamiento y carencia de entidad gremial representativa. Por eso es
tan necesaria esta ley.”
En ese
entonces, el propio Ingberg (escritor y traductor) junto a Andrés Ehernhaus
(editor y traductor) y a Estela Consigli y Lucia Cordone (ambas en
representación de la
Asociación Argentina de Traductores e Intérpretes) elaboraron
un borrador tomando como antecedentes normativas de otros países (Brasil,
España, Holanda, etc.), lo hicieron circular por correo electrónico entre
distintos colegas, y con los nuevos aportes lo enviaron a la comisión de
cultura de la Cámara
de Diputados: el proyecto, que fue trabajado por Roy Cortina, Victoria Donda,
Julián Domínguez y Miguel del Sel, entre otros, buscaba poner al traductor en
el mismo nivel que el autor; de hecho, compartía varios artículos con la Ley de Propiedad Intelectual,
ajustados, por supuesto, a la figura del traductor. Sin embargo no llegó a ser
tratado en la Cámara. El
mes pasado un nuevo proyecto (expediente número: 4952-D-2015) fue presentado a la comisión.
Controversias
Que el
traductor tenga el mismo estatus que el escritor necesariamente implica un
cambio en la forma de percibir sus ingresos. En el esquema sin marco
regulatorio, algunas editoriales contratan los servicios del traductor y
explotan la obra: el traductor cobra por el trabajo entregado y la editorial
dispone de la posibilidad de reeditar la obra sin necesidad de pagar regalías.
Con el nuevo proyecto el traductor recibiría un anticipo y luego, al igual que
el autor, un porcentaje de las ventas. Cabe señalar que esta práctica ya había
sido adoptada por muchas editoriales desde mucho antes del debate.
Dice
el artículo 11 del nuevo proyecto:
La retribución acordada a favor del traductor debe ser
equitativa y proporcional a los beneficios que el usuario [la editorial]
obtenga por la reproducción, distribución y explotación de la traducción.
Consiste en una suma fija en concepto de anticipo de derechos de autor, que el
traductor conservará independientemente del monto que alcancen dichos
beneficios y un porcentaje sobre éstos, incluidos los surgidos de las sucesivas
reediciones y adaptaciones de la traducción a otros formatos o géneros
artísticos, y otras operaciones comerciales con terceros. Ese porcentaje, que
se calcula sobre el precio de venta al público, no puede ser inferior al uno
por ciento (1%) para las ediciones de la traducción en papel; al dos y medio por
ciento (2,5%) para el caso de su explotación a través de medios digitales; y al
cinco por ciento (5%) cuando —cualquiera sea el formato de edición utilizado—
se trate de la traducción de obras de dominio público.
Aunque
parezca que se habla de valores bajos, son costos que se agregan a la cadena de
producción, ya de por sí bastante comprometida. El anticipo del traductor,
además, suele ser mayor al de un autor —está asociado a una tarifa por millar
de caracteres antes que a la expectativa de ventas—; hay editoriales que asumen
ese monto inicial previendo que van a obtener los beneficios en las ediciones
subsiguientes y el nuevo modelo va a impactar necesariamente en el plan de
negocios. El Estado debería contemplar de qué manera el cambio en las condiciones
afecta a la bibliodiversidad: no todas las editoriales van a estar en
condiciones de asumir estos costos iniciales y, por otra parte, es probable que
se trasladen a un aumento en el precio de venta al público.
Con el
proyecto reavivado en Diputados, esta semana surgió una nueva voz opositora: el
Colegio de Traductores Públicos de la
Ciudad de Buenos Aires rechazó el artículo que define que
«[Se entiende por] Traductores: a las personas físicas que realizan la
traducción de obras literarias, de ciencias sociales y humanas, científicas y
técnicas sujetas a propiedad intelectual, cualquiera sea su formación
profesional». En un comunicado publicado en su página web, el
Colegio de Traductores Públicos expresa que «No podemos aceptar que se
reconozca como profesional de nuestra labor a quien no tiene título
habilitante». El reclamo es llamativo, ya que el traductor público está
amparado por la Ley 20305. Frente al planteo del Colegio de
Traductores Públicos, Marcelo Cohen envió una carta abierta a Nora Bedano, una
de las diputadas que trabaja en la comisión de cultura, que aquí transcribimos
en su totalidad:
Estimada diputada Nora Bedano:
Soy traductor profesional desde hace más de treinta años. He
trabajado para muchas de las editoriales más importantes de Argentina y España
(Losada, Anagrama, Tusquets, Edhasa, Planeta, Norma y otras) y traducido del
inglés, francés y portugués más de 120 libros de narrativa, ensayo y poesía,
desde William Shakespeare hasta autores de la narrativa más contemporánea. He
escrito ensayos sobre la tarea del traductor y he sido honrado con premios.
Quede claro que la traducción es además mi modo de ganarme la
vida.
Si digo todo esto no es para alardear sino para que usted
sepa que no soy un improvisado.
Antes que nada, en nombre mío y de mis colegas, quiero
expresarle nuestro agradecimiento por haber avalado con su firma el proyecto de
Ley de Derechos de los Traductores y Fomento de la Traducción (expediente:
4952-D-2015), ingresado el 10 de setiembre y al que se le ha asignado giro a
las comisiones de Legislación General y de Cultura.
Creemos que su apoyo para la aprobación del proyecto de ley
permitirá respaldar a un sector tan decisivo para el desarrollo cultural como
poco visible e injustamente desprotegido por los usos y costumbres, así como
actualizar las leyes vigentes que regulan nuestra actividad, en consonancia con
las de la mayor parte del mundo.
Sin embargo no puedo dejar de expresarle mi alarma ante la
versión, llegada a mí en estos días, de que usted querría proponer alguna
modificación al artículo 2 del proyecto de Ley, relativa a la obligación de ser
titulado para ejercer la profesión, un requerimiento legal inexistente en
ningún lugar del mundo.
Me desconcertaría y abatiría que una norma de este cariz me
impidiera seguir trabajando en mi país después de tantas décadas sirviendo a la
cultura, la industria editorial y, creo yo, a los lectores. Lo consideraría
atrozmente injusto y desatinado.
Mi caso no sería el único, ni mucho menos. Decenas de
nuestros mejores traductores, reconocidos en el mundo y por los lectores,
carecen de título específico –aunque muchos tienen otros títulos, y desde luego
una sólida formación. Aparte del perjuicio y las aflicciones que conllevaría
para ellos, la calidad de nuestra producción editorial de textos traducidos
sufriría una merma incalculable.
Le ruego que, de ser cierta la versión, revea usted
seriamente el sentido de una propuesta que perjudicaría gravemente a la cultura
y el trabajo en nuestro país.
El
debate sobre los derechos de los traductores es uno de los más urgentes de la
industria editorial. En los últimos tiempos ha habido mesas y paneles en
ferias, congresos, jornadas profesionales. Y, aunque da la impresión de que
todavía falta mucho por recorrer, los avances en contra de la precariedad
laboral son más que evidentes. Es para celebrarlo.
Etiquetas:
Ley de Traducciones y Traductores,
Patricio Zunini
viernes, 23 de octubre de 2015
Un diccionario de argentinismos para mexicanos
El
Portal de México (http://www.elportaldemexico.com/somos.htm)
es una página destinada a hacer más próximas las relaciones entre mexicanos y
argentinos. La manejan y coordinan Silvia
Ibarra (argenmex, profesora, chef e investigadora especializada en cocinas
tradicionales de México), Ana Cecilia
Pujals (mexicana residente en Argentina, Lic. en Ciencias de la Comunicación en la Universidad
Iberoamericana de México, conductora del programa radial
"Con X de México"), Susana
Petersen Ibarra (mexicana, Licenciada en Antropología Social en la ENAH , becaria del CIESAS,
2004–05, estudiante de arte dramático, becaria del Fideicomiso México–Estados
Unidos, 2001) y colaboran en ella Jorge
Hernández (escritor mexicano, columnista de los diarios Reforma de México y El País de España, coordinador de la colección "Tezontle"
del FCE) y Francisco Hernández (destacado
poeta mexicano, que en 1982 ganador del Premio Nacional de Poesía
Aguascalientes, en 1993 el Premio Carlos Pellicer y en 1994 el Xavier
Villaurrutia, jurado del premio Nacional de Poesía Aguascalientes y columnista
en el periódico mexicano Milenio).
Según
señalan, son “un conjunto de mexicanos residentes en Argentina, argenmex o
argentinos que alguna vez vivimos en México y ciudadanos mexicanos vinculados
con la sociedad argentina. Nos une un mutuo deseo por promover lazos culturales
entre ambos países. A través de esta página web vamos contruyendo un espacio de
encuentro e intercambio cultural más allá de las fronteras. Desde la Argentina , donde se
gestó esta iniciativa alrededor de 1999, la consideramos un humilde homenaje a la
hermana nación mexicana y a su generoso pueblo”.
Y
dado que nada más inmediato para acercar a los pueblos de una misma lengua que
ese instrumento tan cercano, le encargaron a Emilio Roberto Petersen un diccionario de “Expresiones argentinas
para mexicanos”, que puede consultarse acá:
Así
lo justifican:
El
español o castellano es el instrumento que nos une desde la Tierra del Fuego hasta más
allá del Río Bravo, en crecientes núcleos urbanos y rurales de California,
Texas y La Florida.
Convencidos de que la pluralidad de voces debe ser respetada porque forma parte de la idiosincracia con que nuestros pueblos van construyendo su identidad, elaboramos este diccionario para facilitar la comprensión entre mexicanos y argentinos.
Nos toca vivir una época que difunde novedosos mecanismos de comunicación instantánea, pero al utilizarlos transponiendo las fronteras, nuestro idioma común puede ofrecernos sorpresas.
Muchas palabras o expresiones tienen uso y significados diferentes en distintos lugares de Latinoamérica.
En México, durante los preparativos para los Juegos Olímpicos de 1968 y el Mundial de Fútbol de 1970, llegaron a editarse, para uso de los periodistas extranjeros, catálogos de "vocablos y expresiones que conviene evitar". También existieron allí materiales similares para consulta de los diplomáticos.
En
Muchas palabras del llamado "lunfardo" fueron aportadas por las corrientes inmigratorias europeas que arribaron al país entre fines del siglo XIX y mediados del XX. Otras se originaron en el vocabulario de los prostíbulos o en el de los sectores suburbanos marginales conocidos como "orilleros" y fueron incorporadas desde lejanas épocas a las letras de los tangos. También aportó lo suyo el lenguaje delincuencial o carcelario, el de las "hinchadas" de fútbol, los seguidores del rock nacional, la música "cuartetera" o más recientemente la "cumbia villera" entre otras manifestaciones populares.
Su creciente influencia se reflejó hace ya mucho tiempo en la literatura nacional y llevó a fundar en Buenos Aires una "Academia Porteña del Lunfardo", institución dedicada desde 1962 al estudio de esas expresiones de la cultura popular.
Más allá de su origen, es indudable la presencia actual de ésta terminología en el habla cotidiana de los argentinos, lo que justifica nuestro intento por "traducirla" a expresiones de uso habitual entre los amigos mexicanos.
Si Usted conoce frases o palabras que enriquezcan este mataburro, lo invitamos
a participar. Contáctenos.
Etiquetas:
Diccionarios,
Emilio Roberto Petersen
jueves, 22 de octubre de 2015
"Con borbónica monotonía"
La traductora uruguaya Adriana Pérez, luego de un largo silencio, envía al Club de Traductores Literarios de Buenos Aires, la siguiente entrada, decididamente geopolítica.
El príncipe, la
intérprete y los “hispanos”
Preámbulo
Días atrás, el nuevo rey de
España, antes el príncipe e hijo del rey que nombró Francisco Franco, el último
mandatario fascista europeo, viajó a EE.UU a reivindicar una vez más la pretérita
presencia española en el continente americano como si la conquista de América
hubiera sido una expedición geográfica. Sería difícil definir en qué puede
consistir la reivindicación de una monstruosidad, pero vivimos épocas borrosas
y nadie considera que sea necesario definir nada.
En cualquier caso, el
recuerdo de tiempos infames y remotos que promueve la diplomacia (española) de
los empresarios españoles es una pantalla que vela la ausencia española en el
presente. Es una especie de barullo que permite afiliarse al mundo “hispano”
—donde no hay españoles, sino latinoamericanos— porque el mundo “hispano” es un negocio que la diplomacia
española, la derecha española y los empresarios
españoles consideran literalmente suyo. En realidad, la idea de que los seres
humanos sean un negocio también es enteramente suya. En tiempos borrosos todo
discurre por cauces también borrosos y de golpe parece que al rey de España lo
hubieran elegido para representar a los “hispanos” que viven en EE.UU y no que
fuera simplemente el hijo del hombre que eligió Franco.
Hace tiempo que la derecha
española y los empresarios españoles dan vueltas por EE.UU tratando de enseñar
español a los que ya hablan español o abriendo escuelas de periodismo para que
los periodistas latinoamericanos también hablen español y no esas jergas
ridículas que hablan, entre las que también está el inglés. Y, como tornado
caribeño, la derecha española y los empresarios españoles vuelven una y otra
vez con la idea de que las nuevas generaciones no deben olvidarse de sus
orígenes, orígenes que no les interesan en absoluto, salvo porque contienen la
pócima mágica del negocio: el idioma.
Los personajes
Con motivo de esa visita, el
rey de España, acompañado de un séquito invisible de empresarios españoles y
periodistas españoles, se reunió con el presidente Obama en la Casa Blanca. La
disposición y actitud de los actores era reveladora. Obama, distendido, sin
papel y con su maravillosa voz, desgranó una serie de lugares comunes sobre las
relaciones entre España y EE.UU. El rey, a la derecha, tenso, con papeles o
fichas que leía disimuladamente, enumeró con borbónica monotonía las respuestas
a los lugares comunes que seguramente un conjunto de profesionales habrían
escrito. A la izquierda de Obama, la intérprete, una “hispana” auténtica,
abriendo un hueco en el cielo de lo borroso, representando con su mero acento
lo que la supuesta expedición geográfica de los 450 años de la fundación de
qué? pretendía ocultar.
La acción
La intérprete transmitió con
naturalidad el repertorio de lugares comunes —en esas conferencias entre países
nunca se habla de otra cosa— cuando, en lugar de decir que EE.UU quería seguir
teniendo “una relación con una España fuerte y unificada", fue más fiel al
mutuo intercambio de humo y dijo: “una relación más fuerte y unida con
España”. Si este rey hubiera sido su
padre, el heredero elegido por Franco, le hubiera dicho a la traductora: ¿Por
qué no te callas?, pero como Felipe todavía es medio joven, se limitó a mirar
con silenciosa desesperación a los suyos para que la diplomacia, los
empresarios y los periodistas españoles, presentes aunque invisibles, tomaron
nota del error. Lo tomaron tan al pie de la letra que no se habló de otra cosa.
El desenlace
En las vísperas de las elecciones
de Catalunya, con tres partidos proponiendo la independencia, lo que dijera
Obama era de lo más importante no se sabe muy bien para qué. Y aunque el error,
la levantada de ceja del rey (ajena a las nociones más elementales de la
diplomacia, dicho sea al pasar) fue coreada al instante por casi todos los
medios de comunicación españoles —que sobre todo son oficialistas—, rectificar
el error no sirvió para nada. Tampoco sirvió para nada que le hubieran pedido
otras palabras semejantes a David Cameron del Reino Unido, a Angela von Merkel
de Alemania o que invitaran a Nicolas Sarkozy al acto final de la campaña por
una “España fuerte y unificada” o por la variante con más glamour europeo, una
“España unida y variada”, como solicitaban algunos miembros del Opus Dei en el
apogeo del fascismo de finales de los años cuarenta y repitió el rey, el
heredero del heredero de Franco, pocos días más tarde en este mismo octubre.
Y, por fin y por ser
exhaustivos, tampoco sirvió de nada que se añadiera un párrafo inexistente en
la traducción al castellano de una declaración de Jean Claude Juncker,
presidente de la
Comisión Europea que no figuraba en la versión original en
inglés. Y que decía así:
"La Comisión recuerda en este
contexto que, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 4, apartado 2, del
TUE, la Unión
debe respetar la «identidad nacional [de los Estados miembros], inherente a las
estructuras fundamentales políticas y constitucionales de éstos, también en lo
referente a la autonomía local y regional. Respetará las funciones esenciales
del Estado, especialmente las que tienen por objeto garantizar su integridad
territorial». La determinación del territorio de un Estado miembro está
únicamente establecida por el Derecho constitucional nacional, y no por una
decisión de un Parlamento autonómico contraria a la constitución de dicho
Estado."
Párrafo fantasma que produjo
un breve lío del que ya nadie habla porque fue borrado por la realidad borrosa
que lo borra todo.
Como es natural los tres
partidos que promovían la independencia catalana ganaron las elecciones del 27
de setiembre. Ese mismo día, el lendakari vasco anunció que la idea de
independizarse les parecía cada vez mejor. Hoy, 7 de octubre de 2015, cuando en
el Parlamento de la
Unión Europea , el rey hijo del heredero de Franco pronunciaba
las frases opusdeístas de “una España unida y variada”, había una bandera por la Galicia independiente. Las
palabras del hijo del heredero de Franco no fueron oídas por los parlamentarios
de izquierda: se habían ido.
No sería nada raro que el
rey (con un séquito pagado con dinero público de todos los españoles pero para
beneficio de quienes hacen negocios privados) volviera a EE.UU a suplicar con
la voz de Johny Rodríguez: ¡Hispanos no me abandonen, no tenemos ni idea de
quienes son ni nos importa, pero por favor no me abandonen…. !
Etiquetas:
Adriana Pérez,
Políticas de la lengua,
Traductores uruguayos
miércoles, 21 de octubre de 2015
Dos intérpretes, una conversación
Felicitas
Echeveste Arteaga y Alejandro Kim son intérpretes. A partir de sus respectivas lenguas de interpretación (inglés y coreano, respectivamente), trazaron un panorama de la profesión, en una velada no exenta de humor, como puede comprobarse en http://www.ustream.tv/recorded/75915162 y en http://www.ustream.tv/recorded/75915444
Felicitas Echeveste Arteaga es Licenciada
en interpretación de conferencias en inglés por la Universidad del Salvador.
Asimismo, realizó un intercambio estudiantil en North Park University, Chicago,
Estados Unidos a través de una beca otorgada por la Universidad del
Salvador. Entre sus trabajos de interpretación consecutiva para diferentes
escritores pueden mencionarse los realizados con Colum Mccann y el Premio Nobel
de Literatura John M. Coetzee.
Alejandro Kim nació en Corea del Sur en
1978. Emigró a la
Argentina donde, luego de sus estudios secundarios, cursó la
carrera de Historia en la
Universidad de Buenos Aires, especialización que fue
continuada en ambos países. Además de docente de su lengua materna e Historia,
es intérprete y traductor coreano-español de diversos ámbitos como la
literatura, la diplomacia, el cine, los negocios, etc. Es ganador de la 8º
edición del Concurso de Traducción de Literatura Coreana para Nuevos Traductore,
organizado por el Instituto de Traducción Literaria de Corea.
martes, 20 de octubre de 2015
Un recuerdo para José Luis
José Luis Mangieri (1924-2008) fue un poeta y editor argentino
que publicó más de ochocientos títulos originales en La
Rosa Blindada , Ediciones Caldén y Libros de Tierra Firme, las tres principales editoriales que tuvo. Por
allí pasaron los mejores poetas argentinos y extranjeros, además de gran número
de narradores y ensayistas del mundo entero.
Personaje entrañable de Buenos Aires, nexo entre
generaciones y figura absolutamente romántica de la edición, además de uno de los mejores tipos que uno pudiera encontrar, quien no haya
tenido la suerte de conocerlo debería leer sobre él y sus interminables pruebas de picardía y buena fe en Es rigurosamente cierto, su autobiografía a muchas voces, publicada
por Hernán Casabella y Karina Barrozo en Libros del Rojas
El pasado 10 de octubre, el poeta Fabián Casas le dedicó su columna dominical del diario Perfil. Allí lo nombra “Cauli”, apodo con que solía
llamarlo por su parecido con el personaje del homónimo jefe de la serie
televisiva “Los profesionales”.
La leyenda del indomable
Spinoza decía que una potencia le otorgaba intensidad
a otra. Pienso en personas que conocí y me pregunto si estaré a la altura de
sus enseñanzas.
No pasa
un día en que no recuerde a José Luis Mangieri. José Luis fue uno de los
grandes editores argentinos. Un hombre que estaba siempre en presente puro. Yo
lo conocí cuando pasaba los 60 años y lo pude disfrutar veinte largos más. A
los 60 estaba, como a los 70, en su mejor forma. Trabajando como un soldador,
uniendo gente dispar, haciendo asados en su casa con maderitas que recogía de
la calle y una pava de agua en la mano derecha para sujetar las llamas. Sé que
emocionarme pensando en él, hundirme en la nostalgia, es algo antimangiérico.
El no hacía eso, siempre vivía con la intensidad del rayo. Pasa que abrí para
unas clases El Solicitante descolocado de Leónidas Lamborghini y leí: “un huevo
frito para mí/ un huevo frito para vos”. Esos versos tan raros de Leónidas que
expanden el arco de la poesía contemporánea. Cuando no había asado, Mangieri
hacía arroz y huevos fritos. Aunque él se vestía como un lingera existencial,
su cocina y su casa estaban siempre limpias y ordenadas. Rompía cada huevo en
un jarro y después los ponía en el aceite. Gracias a la libertad estilística de
Leónidas, esos mediodías en la calle Mercedes vuelven hoy a mí. Ahí está Cauli
dándome de comer: un huevo frito para mí, un huevo frito para vos.
Etiquetas:
Editores,
Editoriales,
Fabián Casas,
José Luis Mangieri
lunes, 19 de octubre de 2015
Carta abierta del grupo impulsor del Proyecto de Ley de Derechos de los Traductores y Fomento de la Traducción
Los traductores
profesionales que integramos el grupo impulsor del Proyecto de Ley de Derechos
de los Traductores y Fomento de la Traducción, manifestamos:
1. Nuestro profundo
respeto por la dignísima profesión de Traductor Público, así como por la necesaria
función social que cumple y por los organismos públicos y privados que la
regulan y avalan, por la Ley Nacional 20.305 y por las leyes provinciales en
que se inscriben los Colegios de Traductores Públicos y que describen los
derechos y obligaciones profesionales de quienes traducen documentos públicos;
2. Nuestra
admiración y apoyo a los docentes que forman traductores, tanto públicos como
técnicos o literarios, y nuestro convencimiento de que sin su encomiable y
silenciosa labor la traducción en este país no tendría el nivel de excelencia
que demuestra día a día, y lo hacemos precisamente porque muchos de nosotros
somos asimismo formadores de traductores en distintas instituciones públicas de
educación superior, tanto dentro como fuera del país;
3. Nuestra decepción
y sorpresa ante el llamamiento por parte de algunos sectores de la profesión y,
en concreto, por parte del Colegio de Traductores Públicos de la Ciudad de Buenos
Aires (CTPCBA), a oponerse al Proyecto de Ley en base a argumentos no contrastados
y a conclusiones apresuradas de la lectura de un único inciso de uno solo de
sus artículos, máxime cuando el mencionado Proyecto no interfiere con las leyes
de Traducción Pública ya citadas, así como tampoco lo hace el Reglamento de
Propiedad Intelectual (Ley 11.723) vigente en el que se nutren los fundamentos
del Proyecto, que tan solo aspira a regular la traducción sujeta a Derechos de
Autor, de los que la traducción de documentos públicos está exenta;
4. Nuestro pesar por
la falta de comunicación y diálogo con algunos de los sectores más críticos o
refractarios al proyecto, a los que hemos invitado en numerosas e infructuosas
ocasiones a debatir en público sus objeciones y a intercambiar pareceres,
opiniones y sugerencias en toda clase de foros, tanto universitarios como
profesionales, invitación que hasta ahora nunca ha sido recíproca;
5. Nuestro rotundo
convencimiento de que el Proyecto de Ley de Derechos de los Traductores y
Fomento de la Traducción constituye una herramienta esencial para la defensa de
nuestra profesión sin menoscabo de los intereses de otros sectores del medio
editorial o cultural, que está imbuido de un espíritu justo, realista e
incluyente, que no pretende crear obstáculos fiscalizadores o burocráticos para
el ejercicio de la profesión sino allanar el camino de quienes se ganan la vida
o se están formando para hacerlo mediante este noble oficio;
6. Nuestra
satisfacción y agradecimiento por el apoyo y el entusiasmo expresados por los
más de 1.500 adherentes, tanto a este como al anterior proyecto (Ley de
Protección de la Traducción y de los Traductores), procedentes de todos los
sectores relacionados con la edición, la cultura o la educación: colegas
traductores –entre ellos no pocos traductores públicos–, autores, editores,
correctores, docentes, estudiantes, periodistas, amén de un importante
número de instituciones nacionales e internacionales, centros de estudiantes de
traductorados, asociaciones y federaciones de asociaciones de traductores de
diversos países y continentes y varias editoriales locales; entendemos que este
apoyo creciente es la demostración de que el empeño no ha sido ni será en vano
y nos sentimos obligados a devolver la confianza depositada redoblándolo a fin
de que el Proyecto de Ley de Derechos de los Traductores y Fomento de la
Traducción cobre rango de ley;
7. Nuestra
invitación a que avancemos en torno a objetivos comunes e incluyentes, siempre
en aras de la mejora de las condiciones laborales y sociales de todos aquellos
que han elegido la traducción de obras como medio de vida sustentable; a que
seamos sensibles a todas las realidades y necesidades; a que sepamos debatir y
dirimir nuestras diferencias abiertamente, en base a hechos y datos reales, y
no nos refugiemos en nuestros prejuicios o inquinas ni recurramos a sofismas,
descalificaciones o miedos infundados para tratar de que nada cambie y todo
siga igual en nuestro tan querido como desprotegido medio profesional; a que
seamos serios, coherentes y responsables, y nos respetemos como colegas; a que,
en definitiva, trabajemos por la dignidad de todos los traductores y
traductoras;
Y llamamos a que el Proyecto de
Ley siga su curso legislativo natural y se debata en el Congreso de la Nación,
que es el foro democrático en el que todas las voces involucradas tienen cabida
y pueden fundamentar su disenso o acatamiento;
Por último, pedimos que quienes se crean
vinculados de algún modo al Proyecto le dediquen una atenta y reflexiva lectura
antes de opinar a favor o en contra, antes de manifestar su rechazo o, por el
contrario, ofrecer su adhesión y apoyo, supuestos ambos tan válidos como
respetables.
En nombre del grupo
de traductores de obras sujetas a derechos de autor que impulsa el Proyecto de
Ley de Derechos de los Traductores y Fomento de la Traducción: Estela Consigli, Lucila Cordone, Andrés Ehrenhaus, Laura
Fólica, Pablo Ingberg, Griselda Mársico, Gabriela Villalba, Juana Nicolaou,
Natalia Lobo Powell, Silvina Rotemberg, María G. Tellechea, Martina Fernández
Polcuch, Alejandra Obermeier, Luis Seia, Carla Imbrogno, Laura Cecilia Nicolás,
Josefina González, Matías Battistón, Camila Nijensohn.
viernes, 16 de octubre de 2015
Para editores que quieran viajar a París
Tenemos el agrado de informarles que la convocatoria
al programa de Fellowship en Paris 2016 está abierta.
Del 18 al 24 marzo del 2016, catorce responsables
editoriales especializados en literatura, ciencias humanas y sociales serán
invitados a participar de encuentros profesionales con editores franceses y a visitas
a casas editoriales.
Como los años anteriores, serán organizadas mesas
interprofesionales para intercambiar sobre los desafíos de la edición en ciencias
humanas y sociales y literatura en Francia y en otros países. Además este
año, por la primera vez, tendrán lugar durante dos mañanas citas “BtoB” entre
“Fellows” y editores o responsables de derechos franceses.
Esta sexta edición está organizada por el BIEF
(Oficina internacional de la edición francesa), la SOFIA (Sociedad Francesas de
los intereses de los autores) y el apoyo del CNL (Centro Nacional del Libro)
Todas las informaciones para postular en:
Isabelle Berneron
Promoción y difusión del libro
francés
Basavilbaso 1253 (C1006 AAA) Buenos Aires
Tél : (+54-11) 4515.6913
Fax : (+54-11) 4515.6923
Fax : (+54-11) 4515.6923
jueves, 15 de octubre de 2015
Un premio de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara para las literaturas indígenas de América
Juan Carlos G. Partida, corresponsal
del diario La Jornada en Jalisco,
el 30 de septiembre pasado dio a conocer en ese periódico que Josías López Gómez ganó el Premio de
Literaturas Indíginas de América.
Josías López, premio en letras indígenas
El
autor chiapaneco Josías López Gómez fue el ganador del Premio de Literaturas
Indígenas de América (PLIA) convocado por la Universidad de
Guadalajara (UdeG) para reconocer la trayectoria de escritores en lenguas
indígenas en América.
El
cuentista, novelista y traductor de lenguas indígenas recibirá el premio el 3
de diciembre en la
Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara y como
parte del Encuentro Internacional de Escritores en Lenguas Indígenas Artes en
las voces de las culturas vivas.
El
galardón dedica la convocatoria de esta edición a la escritura de cuento,
después de haber reconocido en 2013 la trayectoria literaria del escritor
zapoteco Javier Castellanos Martínez y en 2014 al también zapoteco y poeta
Esteban Ríos Cruz.
Por enriquecer la cultura del país
El
rector de la UdeG ,
Itzcóatl Tonatiuh Bravo Padilla, quien encabezó el acto en el cual se dio a
conocer el nombre del ganador, dijo que la intención de esa casa de estudios es
enriquecer la vida cultural y académica del país.
Al
respecto, afirmó que la UdeG
tiene un enfoque muy diversificado en apoyo a las comunidades indígenas, como
el campus ubicado en el norte del estado, donde gran parte de la población es
wixaritari (huichola) y tiene, además de licenciaturas, varias preparatorias y
módulos regionales en esa zona.
Dijo
que también se cuenta con el departamento de estudios en lenguas indígenas y la
unidad de apoyo a las comunidades indígenas que atiende necesidades educativas
y de promoción de proyectos de investigación y vinculación de la población indígena
de Jalisco.
También
participó el rector del campus norte de la UdeG , Gerardo Alberto Mejía Pérez, quien dijo que
hubo postulaciones en más de ocho lenguas indígenas.
El
presidente de la comisión interinstitucional del premio, Gabriel Pacheco
Salvador, resaltó la calidad narrativa del autor premiado, quien en 2012
publicó en tzeltal la novela Mujer de la
montaña, que él mismo tradujo al español.
Josías
López, sin embargo, ha hecho del cuento, con historias y estampas de la vida
cotidiana de los indígenas del sureste mexicano, su forma predilecta y más
acabada de literatura.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)