Eduardo
Paz Leston, escritor y
traductor, además de editor de distintos libros que reúnen textos de Victoria Ocampo, publicó el siguiente
artículo sobre las relaciones de la directora de Sur y Albert Camus, en
el diario La Gaceta , de Tucumán, el 6 de septiembre de 2010.
La bajada de la nota dice: “La creadora de la mítica revista Sur y el autor de La peste, de cuya muerte se cumplió medio siglo este año, forjaron
una estrecha relación. El escritor francés colaboró asiduamente en Sur y vino a la Argentina en 1946” .
Victoria Ocampo y
Albert Camus
EL
Albert
Camus fue uno de los más destacados escritores y filósofos de Francia. Nació en
Argelia, en una familia de colonos franceses. Dentro de su obra se destacan La
peste, El extranjero, El mito de Sísifo y El hombre rebelde. Ganó el premio
Nobel de Literatura en 1957, cuando tenía 44 años. Murió tres años más tarde en
un accidente de auto.
ELLA
Victoria
Ocampo fue escritora y traductora pero fue, sobre todo, una de las mayores
promotoras culturales de nuestro país. En la década del 30 fundó y dirigió Sur,
la revista cultural más prestigiosa de la Argentina. Entre
sus colaboradores figuraban escritores de la talla de Borges, Thomas Mann,
Henry Miller y T.S. Eliot.
Así
recordaba Victoria Ocampo el verano de 1946: "El corredor que rodea mi
casa es como la cubierta de un barco, un barco que navega en todos los verdores
de la tierra. Yo iba y venía por esa cubierta dictando. José Bianco escribía a
máquina. Era verano. Acababa de leer -de descubrir con entusiasmo- Calígula,
obra de un desconocido".
¿Qué significaba
Calígula para Victoria Ocampo? En primer lugar, era una alegoría de la
dictadura. (Los argentinos ya tenían experiencia de los gobiernos de facto y de
las democracias aparentes. Ese año comenzaba la más prolongada y más
cínica de todas.) En segundo lugar, la creación de un personaje obsesionado por
lo absoluto. Ese lado metafísico del personaje era lo que la atraía en T. E.
Lawrence, el escritor inglés a cuya compleja personalidad había dedicado un
ensayo que sería publicado en Francia al año siguiente.
Cuando
Victoria Ocampo pidió los derechos de traducción a Gallimard, Roger Caillois le
contestó en nombre de la editorial francesa: "Te envié un cable
indicándote el precio de publicación en una revista. Camus está encantado. Te
estima mucho. Conoce Sur y ha leído tu Lawrence."
Calígula
apareció en la revista Sur, en los números de marzo y abril de 1946. Por
entonces Victoria Ocampo se encontraba en Nueva York preparando su largo viaje
a Europa -estuvo allí alrededor de diez meses-, para entrevistarse con editores
y escritores ingleses y franceses con el fin de obtener colaboraciones para dos
números especiales de su revista, dedicados respectivamente a las letras
inglesas y francesas. Cuando supo que Camus daba una conferencia, asistió y fue
luego a saludarlo: "Soy su traductora -le dijo-. Sur. Buenos Aires"
Victoria
Ocampo cuenta que se vieron varias veces durante ese viaje. Salían a caminar,
almorzaban juntos, iban al teatro, etcétera. En recuerdo de aquellos días,
Camus le dedicó su melancólica evocación de esa ciudad titulada Lluvias de
Nueva York. Sin embargo, en su detallado diario de viaje de aquel año, que
abarca su gira por los Estados Unidos y Canadá, Camus no la menciona. ¿Habrá
pensado Camus -asediado por mujeres de diferentes edades a lo largo de su
viaje- que la atracción que sentía por él no era exclusivamente intelectual? Es
probable. También es probable que Victoria Ocampo no fuera consciente de lo que
sucedía. De todos modos, volvieron a encontrarse en París unos meses más tarde
y la amistad entre ellos fue muy fructífera para ambos.
En una
carta del 20 de julio escrita desde París, Victoria le cuenta a su hermana
Angélica: "Comí con Camus el jueves. Es de verdad una de las mejores
veladas, en realidad la mejor que pasé en París. Me parece inteligente,
humano, honesto, encantador." Más adelante agrega: "Camus tiene
muchos deseos de publicar libros argentinos y le he prestado varios. Vendrá a
Buenos Aires."
El
anunciado número de Sur dedicado a las letras francesas apareció finalmente en
el verano de 1947. Entre las colaboraciones de ese número memorable había una
de Camus titulada Desterrados en la peste. Se trataba de la primera versión de
un capítulo de La peste. Por cierto, La peste saldría en Francia en junio de
ese año.
Al año
siguiente la editorial Sur publicó La peste y, en junio de 1949, Camus le
anunció su postergado viaje a América del Sur, pero le dijo que estaba signado
por la mala suerte. Acaba de enterarse de que El malentendido había sido
prohibido por la censura argentina. Por un lado, no estaba convencido de que
ese viaje fuera oportuno; por el otro, era atacado en la prensa por su posición
antitotalitaria que no se prestaba al juego de los comunistas y necesitaba
ausentarse de París por un tiempo.
En la Argentina
Como evitaba el avión, Camus hizo el viaje en barco hasta
Brasil, donde permaneció cerca de un mes. De allí fue hasta Uruguay, donde dio
una conferencia en Montevideo. El 12 de agosto desembarcó temprano a la mañana
en Buenos Aires. El Quai d'Orsay, que había organizado la gira de Camus, le
advirtió que tuviera una actitud distante con Victoria Ocampo y sus amigos.
Cuando el agregado cultural de la embajada de Francia le preguntó cual sería el
tema de su conferencia. Camus contestó: La libertad de expresión. En ese caso,
le advirtió el diplomático, el texto tendría que ser aceptado por la censura.
Camus no sólo se negó a dar la conferencia anunciada sino que no quiso que su
visita tuviera carácter oficial.
Se
solidarizó con Victoria Ocampo y los escritores del grupo Sur, opositores al
gobierno peronista. Dice Victoria Ocampo en el artículo ya citado: "Camus
sabía perfectamente a quién daba su adhesión y por qué; aquí como en otras
partes del mundo. Y su adhesión fue siempre abierta, clara".
Las dos
noches que pasó en Buenos Aires, Camus vivió en Villa Ocampo. El día de su
llegada hubo una recepción a la tarde, probablemente en la embajada de Francia.
Camus no lo especifica. En su diario de viaje cuenta, en cambio, que
"aterrizó" en casa de Victoria Ocampo, "una casa grande y
agradable, en el estilo de Lo que el viento se llevó. Gran lujo antiguo. Tengo
ganas de acostarme y de dormir hasta el fin del mundo."
Al leer
los diarios al día siguiente, Camus advirtió que la prensa peronista omitió o
suavizó sus declaraciones del día anterior. Almorzó con el director del diario La Prensa y a la tarde
Victoria Ocampo le organizó en su casa una reunión con 40 intelectuales
argentinos. Esa última noche comió a solas con Victoria. Conversaron,
escucharon una ópera de Britten y algunos poemas de Baudelaire grabados por
Victoria y que Camus calificó de "admirables".
El 14,
Camus viajó en avión a Santiago de Chile y de allí regresó muy enfermo a París.
Otra vez sufría de tuberculosis. Siguió enviando colaboraciones a Sur, entre
otras, capítulos inéditos de L'homme revolté -erróneamente traducido en la Argentina como El hombre
rebelde- y El artista preso, su artículo sobre Oscar Wilde. Camus, no está
demás recordarlo, era un notable crítico literario. Basta mencionar su "Introducción a las Máximas de Chamfort" y su artículo sobre las novelas de Roger
Martín du Gard.
En el
mismo número en que salió "El artista preso" -mayo/junio de 1953-, Sur incluyó el
artículo de Thierry Maulnier, "El problema moral del comunismo", en solidaridad
con Camus. Camus había sido atacado por Sartre y Jeanson a raíz de la
publicación de L'homme revolté. En lo que respecta a la supuesta debilidad de
sus argumentos, Camus respondió: "La verdad que hay que rescribir y
reafirmar frente a su artículo es que mi libro no niega la historia (negación
que carecería de sentido) sino que critica solamente la actitud que tiende a
hacer de la historia un absoluto".
Cuando
Camus se dedicó a hacer adaptaciones teatrales como un medio de salir de su
bloqueo, Victoria Ocampo, cuya primera vocación había sido el teatro, tradujo
dos de ellas: Los poseídos y Requiem para una reclusa, sobre sendas novelas de
Dostoievsky y Faulkner.
Tanto
Albert Camus como Victoria Ocampo practicaron la honestidad intelectual sin
medir las consecuencias. Se negaron a pactar. Prefirieron la soledad.
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