El
21 de febrero pasado, Clarín publicó sin firma la siguiente entrevista con
Renata Dessau, Licenciada en Filosofía, que acaba de publicar Escribir en la Universidad, un libro que
trata de acercar la escritura al ámbito universitario.
“Si los chicos escriben mal es porque no les enseñan a pensar”
Algunos expertos culpan al celular y a Internet; hay
quienes diagnostican apatía generalizada o evocan supuestos tiempos mejores,
cuando era inconcebible que un adolescente errara la concordancia entre sujeto
y predicado. Las dificultades de escritura de los jóvenes suelen ser objeto de
preocupación –e indignación– adulta. Lejos de la nostalgia y la denuncia
apocalíptica, la licenciada en Filosofía Renata Dessau acaba de publicar Escribir en la Universidad (Paidós), un libro que encara el desafío de
acercar la escritura a los jóvenes, por medio de una reflexión teórica
accesible y de ejercicios prácticos. Para Dessau, es hora de que el sistema
educativo ponga el foco en los procesos de pensamiento previos a la escritura.
–¿Por
qué es necesario un libro sobre escritura para universitarios? ¿No es algo que
la escuela ya debería haberles enseñado?
–Vengo dando talleres de escritura en
escuelas primarias, en bibliotecas y en la universidad. En todos los niveles
noté que a los alumnos les cuesta conceptualizar, o sea, poder recortar una
idea primero para después darle forma escrita. El problema no es tanto la
redacción –sí hay problemas, pero son subsanables–: lo más grave es cuando no
sabés qué se quiere decir, porque hay poca claridad mental en la idea. Entonces
el alumno empieza a balbucear, a meter nexos y circunstanciales para llenar ese
vacío.
–¿Es un
problema de pensamiento antes que de gramática?
–Claro. Nosotros en los talleres de la
facultad hacíamos mapas conceptuales, en los que se abstraen los conceptos de
un texto y después se ven las relaciones que surgen entre ellos. Los alumnos
detectaban bien los bloques conceptuales. Pero no veían las relaciones entre
esos conceptos, que hacen al sentido del texto. Es un problema de lectura
crítica, y es también un latigazo a la escritura. Porque no podés escribir si
primero no pensás, si no tenés claridad mental, aunque los procesos puedan ser
concurrentes y estés pensando mientras escribís. Nuestra propuesta apunta a
prestarle atención a ese proceso pre-verbal de cómo se genera la idea, al
proceso de conceptualización y a las relaciones conceptuales entre las
ideas.
–La
agenda educativa suele poner la lupa más sobre las dificultades de comprensión
lectora que sobre la escritura... ¿Es posible escribir bien sin comprensión de
textos?
–Mi opinión es que se enseña a leer de manera
reproductiva, para repetir lo que dice la autoridad académica. Cuando vos
escribís, estás formalizando un pensamiento. Cuando leés, estás reconstruyendo
el pensamiento de otro. El proceso de formalización de una idea propia no se
enseña en la escuela ni en la universidad. Se enseña la lectura, pero no una
lectura crítica. Sin eso es difícil que después puedas opinar algo diferente y
escribirlo. Este proceso no está estimulado ni sistematizado en la enseñanza. Y
me parece clave que el joven pueda recuperar su autoría, como un sujeto
responsable de lo que escribe y lo que opina. Es muy importante lo que ese
sujeto tenga para decir, sin quedar preso de la reproducción de lo ya dicho,
para que pueda contribuir a la creación colectiva del conocimiento.
–¿Cómo puede abordarse este desafío en el
sistema educativo?
–A mí me enoja que se la agarren con los
chicos, cuando no hay una autocrítica de las políticas educativas. Hay que
revisar cómo se arma una currícula para enseñar a pensar antes de escribir.
Pensar, escribir y leer son fenómenos que tendrían que ser abordados
sistemáticamente desde la investigación y la enseñanza.
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