Palacio Pizzurno, Ministerio de Eduación de Argentina |
El Estado comprará menos libros y hay preocupación en la industria
Este año el Ministerio de Educación comprará
menos libros para distribuir en las escuelas públicas del país. Desde esa
cartera confirmaron que, a diferencia de lo que ocurrió en 2015, no se
lanzará una licitación para comprar literatura infantil y juvenil, un
material complementario que en años anteriores fue a las escuelas.
"Visitando establecimientos de todo el país, notamos que se han repartido muchos libros, pero se ha
leído poco de ese material. En las bibliotecas de muchas
escuelas vimos las colecciones aún envueltas en papel de celofán",
argumentó el secretario de Gestión Educativa de la Nación, Max
Gulmanelli.
Tampoco se lanzó una convocatoria para comprar
libros de texto en el nivel secundario, algo que había ocurrido el año
pasado por primera vez. Hasta hoy está en marcha
un proceso de selección de libros de texto para escuelas
primarias, que se distribuirán en 2017. "Se va a comprar una cantidad mayor de libros de texto para
primarias a la que se compró el año pasado, acompañando las necesidades de
la matrícula, unos 3,6 millones de ejemplares", dijo Gulmanelli.
Según un informe de la consultora PROMAGE, que
desarrolla el Observatorio de la Industria Editorial, el año pasado Educación
compró 3.350.000 libros de texto para repartir en las primarias. Si la
compra que confirmó Gulmanelli es la única del Ministerio de Educación para
escuelas este año (por ahora es el único proceso de selección y licitación en
marcha), 2016 cerrará con la
menor compra de libros para repartir en escuelas de los últimos cinco años.
El año pasado, sumando distintos niveles y las colecciones de literatura,
Educación hizo una adquisición fuerte: 8,3 millones de ejemplares.
Esta política también estimuló a la industria editorial. Los críticos
señalan que el desembolso también pudo tener como fin mejorar el
clima en un año electoral.
Ante la consulta de este diario, el secretario de
Gestión Educativa dijo que el panorama actual no tiene que ver con un recorte
presupuestario. "Se van a cubrir las necesidades de los alumnos. Las
compras para el nivel secundario de libros de texto no fueron una conducta
habitual del Ministerio", aclaró. En la gestión anterior, dijo, "se
puso el eje en una parte del proceso, en la compra y distribución de
libros", señaló Gulmanelli. "Entiendo que ahora tenemos una
oportunidad en lograr que se lea todo lo que se compró".
En ese sentido, aseguró que se pondrá energía en
mejorar la lectocomprensión de los chicos -uno de los puntos débiles que marcan
los estudios de calidad educativa-, con un trabajo que incluirá fortalecer
con nuevos lineamientos el Plan Nacional de Lectura -cuyos agentes, en su
mayoría han cambiado- y una mayor vinculación con la Comisión Nacional de
Bibliotecas Populares (Conabip), que depende del Ministerio de Cultura.
"Queremos que haya promotores
comunitarios de la lectura, desarrollar estrategias de lectura con
la familia y que haya facilitadores de lectura que puedan visitar las
casas", adelantó.
En la industria editorial, sin embargo, hay
preocupación. Consultado por Clarín, el presidente de la
Comisión de Educación de la Cámara Argentina de Publicaciones (CAP), Dante
Villalba, expresó: "Hemos pedido una reunión con el ministro Esteban
Bullrich, ya que aún no se ha concretado la compra de textos de este año".
Villalba profundizó: "En las dos ultimas décadas pasamos, en las escuelas,
de un cuarto de libro per cápita por alumno a un libro y medio, mientras que en
el mundo desarrollado y de los países emergentes los chicos disponen de cinco a
siete libros para poder estudiar. Esperemos que esa cifra no retroceda".
En las editoriales independientes que
trabajan en el rubro de la literatura juvenil e infantil está la
mayor inquietud. En los últimos años el respaldo de las compras
estatales les permitió crecer y mejorar su catálogo. "Los libros
nuevos, además de estimular a los chicos en las escuelas, generaron más
movimiento entre autores e ilustradores", describió la histórica
editora Gloria Rodrigué, de La Brujita de Papel y Edhasa.
En otras palabras, un escenario que se combina con
una baja de las ventas en librerías en los últimos meses podría
desacelerar la actividad del sector, incluyendo a las imprentas. Lo explica
Raquel Franco, directora de la editorial Pequeño Editor, que en 2015 fue
elegida la mejor editorial de América en la feria infantil de
Bolonia: “Menos compras exigen a las editoriales chicas y medianas un
trabajo más delicado y cuidadoso, con reducción en cantidad de títulos y
reimpresiones”.
Datos: millones y polémica
Las compras de libros que el Ministerio de
Educación de la Nación realizó para repartir en las escuelas públicas fue una
de las políticas más promocionadas por el kirchnerismo, pero las licitaciones
tuvieron cantidades oscilantes y no estuvieron exentas de polémicas. El año
récord fue 2013: se compraron 13,3 millones de libros, incluyendo 11 millones
de ejemplares de literatura infantil y juvenil, según datos de PROMAGE. A las
escuelas públicas, sumando primaria y secundaria, asisten unos 6 millones de
alumnos. En 2013, Clarín publicó una nota reflejando las quejas de editores
que, en off the récord, se habían quejado de un "manejo discrecional de
los fondos" para beneficiar a algunas editoriales en particular. Antes, en
2011, Educación había comprado 5,8 millones de ejemplares para las escuelas. Al
año siguiente, el número cayó a 4,4 millones. Luego, 2013, el récord antes
mencionado. En 2014, la compra alcanzó 9,4 millones de libros y un año después,
8,3 millones.
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