Alan Elkainn tiene un sitio web donde cuelga diversos materiales que él mismo genera.
Entre otros, la siguiente entrevista con el poeta y traductor italiano Valerio
Magrelli, realizada en Nueva York en abril de 2016, traducida para los
lectores de este blog por Julia Benseñor.
“Mis estudiantes
estadounidenses
han superado todas
mis expectativas”.
Valerio Magrelli es profesor de
Literatura Francesa en la Universidad de Cassino, que está entre Roma y Nápoles.
Es autor de seis colecciones de poesía por las que ganó numerosos premios
prestigiosos y sus poemas han sido traducidos a varios idiomas. También ha
publicado cuatro libros de narrativa.
–Este invierno pasaste seis semanas
en Nueva York. ¿Qué hiciste en Estados Unidos?
–Estuve dedicado a terminar mi primer
libro sobre la traducción y, además, dicté una serie de conferencias y
seminarios sobre la traducción en las universidades de Stony Brooky Yale. Enseñé
Literatura Francesa durante doce años en Pisa y ahora enseño en Cassino. Mientras
daba clases de idioma, se me ocurrió la idea de dar cursos de traducción
métrica, por ejemplo, enseñar a traducir un soneto en alejandrinos. Pero no en
una métrica sino en varias. Traduje un poema en tres métricas diferentes al
mismo tiempo con mis alumnos y uno de ellos me preguntó: “¿Cuál es la
traducción más exacta?” La respuesta es que la exactitud no existe.
–¿Es posible realmente traducir
poesía?
–Es posible acercarse, encontrar
algunos “subrogantes”. Es un poco como una interpretación musical.
–Estuviste a cargo de la edición de
varios de los libros de la serie publicada por Einaudi llamada “Escritores
traducidos por escritores” (“Scrittoritradotti da scrittori”), ¿verdad?
–Sí, Giulio Einaudi me pidió que lo
hiciera e incluí trece títulos. Es una verdadera aventura desde el punto de
vista tipográfico publicar un poema en tres idiomas en la misma página.
–¿Podrías darnos algunos ejemplos de
traducciones que hayas decidido incluir en esta serie?
–Está la traducción de Alicia en el País de las Maravillas, de
Lewis Carroll, que hizo Antonin Artaud en medio de un colapso nervioso cuando
estaba internado. También incluí la traducción al francés de un capítulo de Finnegans Wake de James Joyce hecha por
un grupo del que Samuel Beckett formó parte así como la traducción al italiano
hecha por el mismo Joyce con Nino Frank, con introducción de Umberto Eco.
–Tu primer libro Ora sonata retinae fue publicado por
Feltrinelli en 1980 cuando apenas tenías 23 años. ¿Te describirías como poeta?
–Nunca. Creo que la definición más genérica
de “escritor” me describe mejor. El título de “profesor” también es
increíblemente importante para mí porque lo recibí después de treinta años de
trabajo, tan importante como el título de “traductor”.
–¿Podríamos decir que la traducción
es una pasión en tu caso?
–Sí, una especie de obsesión, y el
multilingüismo también. Fui a dictar un seminario en la Feria del Libro de
Dubai, donde hablé de mi antología de poesía italiana Millennium Poetry (publicada por il Mulino). En este libro pongo
mucho énfasis en el multilingüismo, ya que incluyo a John Milton, por ejemplo,
que fue el autor de espléndidos sonetos en italiano. Es la primera vez que la
obra de Milton aparece en una antología italiana, y en vez de publicar a Dante
en italiano elegí algunos de los versos de la Divina Comedia escritos en provenzal. Algunos otros poemas que
incluí fueron de Daniele Pantano en latín, Poliziano en griego e incluso hay un
poema en árabe del año 1000 escrito por un autor exiliado en Sicilia y
traducido por Toti Scialoja.
–¿Tu interés en los idiomas y en la
traducción se debe a tu deseo de preservar las lenguas que, de lo contrario,
corren el riesgo de desaparecer?
–Existe la maravillosa palabra
“bibliodiversidad” acuñada por el gran editor André Schiffrin, y creo que Maurice
Blanchot dice muy enfáticamente que es necesario preservar las diversas lenguas.
–¿Alguna vez escribiste en otros
idiomas?
–Sólo una vez y lo hice a modo de
experimento. Elegí el inglés, una de las lenguas que domino menos,y elegí el
soneto porque, a pesar de lo que podría imaginarse, lo más difícil es escribir
en verso libre.
–¿Cuál es el rol de un poeta hoy?
–En los países anglosajones, los poetas
todavía son muy respetados. Lo bello de la poesía es que, a diferencia de la
vida, puedes reinventar a tus propios padres.
–Los escritores de narrativa son muy
importantes para mí. El primero, Montaigne. Mis héroes del siglo XX fueron
Osip Mandelstam y Henri Michaux, pero es curioso cómo quienes fueron nuestros “maestros” cambian con el tiempo. Empecé siguiendo los
pasos de Francis Ponge y después pasé a escribir poesía cívica, al modo de Bertolt
Brecht.
–¿Quiénes han sido tus maestros
italianos?
–Uno siempre debe tener las Moral Operettas de Giacomo Leopardi en
el bolsillo, como si fuera el “Pequeño Libro Rojo” de Mao. Y mientras que Alessandro
Manzoni es un gran prosista, muy superior a Honoré de Balzac, considero que la
poesía es como la música de Friedrich Nietzsche.
–¿Qué piensas de las universidades
estadounidenses después de tu experiencia?
–Creo que lo que queda de las escuelas
secundarias y universidades italianas es tal vez la forma más elevada de las
artes liberales y las instituciones culturales del mundo. Cualquier estudiante
italiano puede destacarse en cualquier lugar del mundo adonde vaya a estudiar,
pero no hay manera de cerrar la brecha en el campo de la especialización.
–¿Qué quieres decir con eso?
–Es como si, después de cultivar una inteligencia
extraordinaria, las universidades italianas abandonaran a sus estudiantes a sus
propios recursos. Mientras que lo que vemos en las universidades de Estados
Unidos es que las semillas que plantaron florecen y brillan en todo su
esplendor. Mis alumnos norteamericanos me sorprendieron; superaron todas mis
expectativas. Creo que es maravilloso que estudiantes de Estados Unidos se
interesen en la poesía italiana. Significa que todavía tenemos vigencia. Las
universidades italianas y estadounidenses están diseñadas de acuerdo con dos
sistemas completamente diferentes; ambas ofrecen lo mejor que pueden en función
de sus respectivas filosofías. Sin embargo, en Italia es necesario reformar
nuestro sistema, pero sería un error tratar de americanizarlo.
–¿Hoy hay tantos alumnos que se
inscriban a los cursos de Literatura Francesa como antes?
–Hoy hay menos alumnos comparados con
los que había hace diez años, pero afortunadamente no han desaparecido por
completo. Mucho depende de las consideraciones de lo que se llama “prescindibilidad”.
Hoy día, se estudian las lenguas y culturas que son más relevantes, como el
chino por ejemplo. No podemos negar la necesidad de ganar dinero, pero no
podemos hacer que todo pase por ahí y para mí tenemos una responsabilidad educativa
para con los jóvenes que necesitamos defender firmemente.
–Como escritor italiano y
especialista en estudios franceses, ¿cuál de estas dos culturas le parece más
vivaz hoy en día?
–La belleza de la proximidad geográfica
que existe entre estos dos países tan estrechamente conectados es la paradoja
de que también pueden estar muy distantes uno del otro. Hay una pequeña
anécdota que me llamó la atención hace un par de años. Cuando en Italia se
estrenó la película “Respiro” de Emanuele Crialese, pasó bastante inadvertida,
pero al poco tiempo tuvo mucho éxito en Francia. Esto dio pie a que los
italianos la redescubrieran. Después de un largo período de silencio, la
ficción francesa hoy aparece muy vital de la mano de escritores como Jean
Echenoz, Emmanuel Carrère, Patrick Modiano y Michel Houellebecq… por no
mencionar a los numerosos escritores de misterio ni el renacimiento del cine
francés.
–¿Publicarás pronto algún nuevo
libro?
–Por ahora estoy trabajando en
traducciones y lo estoy disfrutando mucho.
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