“Especialista en mercados digitales, fundadora y directora
de DataLibri, analiza la coyuntura: ‘La forma de producir un libro ha variado
muy poco; lo que más ha cambiado es la difusión’, dice, y subraya que el principal
desafío del editor es la ‘visibilidad’”: esto dice la bajada de la entrevista
con la editora española Arantxa Mellado,
publicada en el día de ayer, con firma de Silvina
Friera, en el diario Página 12.
Apuntes sobre la transición tecnológica
El mundo siempre está cambiando, pero en la última década
ese cambio fue más vertiginoso. El editor del siglo XXI tiene que abrir la
mente, los ojos y los oídos para ver más allá de su quehacer profesional. “La
forma de producir un libro ha variado muy poco; lo que más ha cambiado es la
difusión del libro gracias a Internet. En estos diez años han cambiado tanto
los hábitos que el editor tiene que adaptarse a las nuevas tecnologías para
producir contenidos y adaptar esos contenidos a los nuevos dispositivos, a las
nuevas formas de leer, a las nuevas exigencias y necesidades de los lectores”,
advierte la española Arantxa Mellado, analista y consultora editorial
especializada en mercados digitales, fundadora y directora de DataLibri,
empresa dedicada al análisis y gestión de metadatos editoriales, que trabajó
como editora para Emecé y Salamandra en los años de Harry Potter. “Abriendo
camino: nuevas fronteras, nuevos lectores”, es el seminario que dará Mellado
hoy y mañana en el auditorio Leamos (Costa Rica 5639), invitada por la Cámara
Argentina de Publicaciones (CAP). “Uno de los grandes mercados que debería
aprovechar el editor argentino es el norteamericano. El español está de moda en
Estados Unidos y las ventas han subido mucho –recomienda la especialista–. Pero
sólo se puede aprovechar si se digitalizan los contenidos porque entonces todos
los problemas de distribución desaparecen”.
Mellado, autora de Actualidad
Editorial –blog de tendencias internacionales sobre edición– y profesora en el
Master de Edición de la Universidad Autónoma de Madrid, dice que cada que vez
que hay un cambio en la tecnología “se despiertan las voces apocalípticas que
pronostican el fin de lo que sea”. “La experiencia demuestra, en todos los
ámbitos, que no hay extremos y que cuesta mucho la transición entre una
tecnología y otra. La imprenta de Gutenberg tardó mucho más de lo que se cree
en imponerse, exactamente lo mismo va a pasar con el libro digital: va a
convivir con el libro en papel durante mucho tiempo”, plantea la especialista
en la entrevista con Página/12.
–¿Por
qué el crecimiento del libro digital es lento en España y en Latinoamérica?
–Hay varias explicaciones. En el
caso de España, que creo que es muy parecido al de Argentina, una de las
razones por la que el libro digital no crece es la piratería. Los editores
tienden a ponerse muy catastróficos y acaban echándole la culpa de todos los
males a la piratería, pero no es así. Es cierto que es un factor importante a
la hora de frenar el crecimiento. Piensa que uno de los grandes errores que se
han cometido con la distribución de los contenidos en Internet ha sido el “todo
gratuito”. No estamos acostumbrados a pagar por el contenido digital, pero sí
pagamos por el contenido en papel. Otro factor que también ha frenado el
crecimiento ha sido el precio. Durante mucho tiempo los editores españoles han
estado poniendo precios que se han demostrado demasiado altos. Si el lector
español no está acostumbrado a pagar por los contenidos y se encuentra con el
que el precio del libro electrónico es casi el mismo, la reacción es siempre
negativa.
–¿El libro digital tiene que ser mucho más barato que el libro en papel
para lograr que crezca sostenidamente?
–No hace falta que sea mucho más
barato, pero sí tiene que ser más barato, al menos un 40 por ciento más barato.
También depende el libro, no podemos poner en la misma cesta al libro académico
que al libro de narrativa. Ni se puede poner en el mismo grupo a la narrativa
erótica, por ejemplo, que es de consumo rápido, que a la alta literatura. Las
ventas ya no se centran al cien por cien en las librerías. Los editores dejan
de ser locales para volverse internacionales. Hay que ser visible, la
competencia cambia. Todo aquel que es capaz de crear contenidos se convierte en
editor y como tal es capaz de vender en una librería. Como en las librerías
virtuales cabe todo, uno tiene que competir en ventas con millones de libros.
El editor tiene que tratar su libro de forma diferente para que sea visible
entre esa enorme cantidad de libros contra los que compite.
–¿Cuáles son las plataformas en las que un editor tiene que estar sí o
sí?
–En cualquier lugar en que haya un
lector dispuesto a comprar. No hay una plataforma en concreto. Si tú como
editor lo que estás publicando es fantasía histórica, tienes que estar en
aquellos lugares donde hay lectores de fantasía histórica. Además de estar en
Amazon, en Apple, en Google, en todas las librerías del mercado, en las redes
sociales de libros o en clubes de lectura, donde se hable de esos libros, en
plataformas de suscripción y en las bibliotecas. Las bibliotecas son un canal
fundamental para la lectura on line. En España está creciendo mucho la lectura
on line a través del préstamo bibliotecario, que se convierte en una nueva
fuente de ingresos muy interesante para el editor. Cuando hablamos de canal de
venta, ya no hablamos sólo de librerías físicas ni de librerías on line; va
mucho más allá.
–¿Qué opina de Amazon, que suele ser visto como el “demonio” de estos
tiempos?
–Es normal que parezca el demonio
cuando tiene el 70 por ciento del mercado –y en algunos países hasta el 80 por
ciento– y está barriendo del mapa a todos sus competidores, con todo el peligro
que un monopolio entraña. Si Amazon logra el monopolio de la venta, va a ser
quien fije los precios y tendrá la capacidad de decidir qué libros se venden y
qué libros no. Cualquier monopolio es muy peligroso en el mundo de la edición y
en cualquier industria. Pero a Amazon hay que reconocerle las cosas buenas: ha
sido el gran impulsor de la venta y el consumo digital en todo el mundo. Mi
recomendación a los editores es vender en todas las tiendas posibles, no sólo
en Amazon. Respeto mucho la valentía de aquellos editores que se niegan a
vender en Amazon y que sólo venden en otras librerías. No sé si son valientes o
suicidas… El tiempo lo dirá.
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