También
publicada el 15 de septiembre pasado, pero esta vez en el diario Página 12, la
siguiente nota firmada por Silvina Friera completa la publicada en el día de ayer y da cuenta, desde otro
punto de vista, de la actual crisis en el mundo del libro.
La lectura del cambio
La
industria editorial argentina atraviesa un momento complicado. De enero a julio
de este año, por primera vez las importaciones
subieron –a 42.836.241 millones de dólares– y las exportaciones bajaron (US$
15.742.187), según el informe sobre la “Producción del Libro Argentino”
presentado por la CAL (Cámara Argentina del Libro), entidad presidida por
Graciela Rosenberg que aglutina a 520 socios y que representa a medianos y
pequeños editores. ¿Cómo interpretar estos números? “En el caso de las
exportaciones, estamos perdiendo mercados no sólo por un problema de
competitividad nacional –advierte Martín Gremmelspacher, vicepresidente primero
de la CAL–. Latinoamérica está pasando un muy mal momento económico. De México
para abajo, son muy pocas las excepciones de los países que están bien. La
competitividad del dólar, más los aumentos de precios, hace que perdamos
mercados y no seamos competitivos. En cuanto a las importaciones, es
competencia interna para las editoriales nacionales y pérdida de puestos de trabajo
en la parte gráfica”. El panorama es más desolador cuando se incorporan otros
datos no contemplados en el informe. Las ventas en las librerías cayeron
alrededor de un veinte por ciento. Gremmelspacher confirma que las librerías la
están pasando “muy mal”; y que en los últimos meses cerraron unas 10 librerías
solo en ciudad y el Gran Buenos Aires. “La caída de ventas repercute; el tema
del IVA en el alquiler es un problema. El titular de las propiedades en los
grandes lugares de ventas, sobre la calle Corrientes o en centros comerciales,
busca la renta por metro cuadrado. Y la realidad es que el metro cuadrado de
venta de un libro no es el mismo que el de un electrodoméstico, una campera de
cuero o un celular”, compara el vicepresidente primero de la entidad.
El sector editorial necesita que se
pueda consensuar una Ley del Libro Argentino, que como la colombiana, la
mexicana o peruana, exima del pago del impuesto a las ganancias a las
editoriales y a los autores y que no grave el IVA al papel. La evolución de la
producción del Sector Editorial Comercial (SEC) registra algunas oscilaciones.
El año pasado se editaron 5226 libros y este año 5.023, lo que implica unas 200
novedades menos. En 2015 fueron 301 las editoriales que editaron esas
novedades, mientras que en 2016 la cifra descendió a 255. “Hubo unas cuarenta
editoriales que por algún motivo durante este primer semestre no publicaron
novedades”, aclara Luis Quevedo, vicepresidente segundo de la CAL. La suma
total de ejemplares alcanzó los 15.187.186, el año pasado, contra 11.884.466 en
2016. La tirada promedio pasó de 3.400 a 2.800. Quevedo explica que hay un 20
por ciento menos en cantidad de ejemplares que coincide con la baja media de
las ventas, que es alrededor del 20. Rosenberg comenta que ha crecido la
impresión por demanda, que empieza a ser una opción. Alguien que hacía mil
ejemplares está editando ahora unos 300. Los cinco grandes grupos editoriales
concentran un 30 por ciento del mercado en cuanto a la cantidad de novedades.
La relación se invierte de 70 a 30 cuando se toma en cuenta la venta. Respecto
de la cantidad de ejemplares que editaron los grandes grupos durante este año,
el porcentaje es de 40,6 sobre 11.884.466. Para el resto de los editores, el
porcentaje es 59,4.
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