Sobre el personaje aludido –cuya imagen ilustra esta entrada– Borges solía decir "Francisco Soto y Calvo, que entre los tres no hacen uno ", aunque en rigor la fórmula también le cupo a Marcelino Menéndez y Pelayo, y a José Ortega y Gasset. Se trata de un escritor y poeta argentino, nacido en 1860 en el seno de una familia terrateniente. Hijo de Etelvina Calvo y Juan José Soto (publicista y político uruguayo), su esposa –la artista plástica María Obligado– era hermana del poeta Rafael Obligado. De su extensa obra logró publicar en París y en Buenos Aires numerosos libros en verso y prosa, como Nastasio (1899), Nostalgia (1901), El Demiurgo (1908), El genio de la raza (1900) y El Doctor Roque Sáenz Peña. Ensayo de Biografía Sociológica (1910). Además de su obra original, Soto y Calvo se dedicó a traducir al español grandes obras de la literatura universal, tanto antiguas como modernas. De sus traducciones vieron la luz Antología de poetas líricos brasileros (1922), Joyario de Camoens (1924), Cien joyas de Byron (1924), Joyario de Poe (1926), Astros. Los más grandes líricos del mundo occidental (1928) y Antología de poetas griegos (1929), entre otros títulos.
Un teórico de la traducción
Francisco Soto y Calvo tenía una teoría sobre la traducción. ¿Hay que traducir un poema? Entonces tiene que ser el mismo número de palabras, el mismo número de sílabas, el acento en el mismo lugar y las palabras en el mismo orden. No sé si esto es posible pasando de un idioma a otro. Creo que no. Entonces se lo dije, y para demostrarme que tenía razón me leyó un horroroso ejemplo de traducción que para mí no tenía nada que ver con nada. Se lo insinué tímidamente. Me miro y me dijo: "Borges, yo esperaba algo mejor de usted. El águila vuela muy alto...".
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