Cien años de soledad se
edita en chino y sin piratear
La nueva traducción al chino de Cien años de soledad , la novela más famosa de Gabriel García Márquez, se presentó ayer en la Universidad de Pekín. “Nueva” porque los lectores chinos conocen la obra desde hace mucho tiempo, pero esta es la primera versión autorizada. La traducción estuvo a cargo del profesor de español de esa Universidad, Fan Yan, de sólo 33 años. “Las negociaciones fueron difíciles y desde 1992 teníamos interés en adquirir los derechos para traducir al chino la novela. Lo importante no es el precio, sino haber demostrado que el cambio en China llevará a respetar los derechos de autor”, dijo a EFE Chen Mingjun, presidente de la editorial Thinkingdom House, que compró la novela y realizó una tirada de 300 mil ejemplares.
Antes, hubo una decena de traducciones “pirateadas”. En 1990, el Premio Nobel de Literatura colombiano llamó “piratas” a los chinos al descubrir que sus obras se traducían sin autorización y, según los hispanistas chinos, dijo que “ni 150 años después de su muerte la daría”. Con el protocolo de 1991 del Convenio de Berna para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas, editoriales estatales chinas primero, y privadas después, trataron de adquirir los derechos de Cien años de soledad , pero consideraron demasiado alto el precio que había pedido Carmen Balcells, agente de García Márquez.
Yan contó que vivió un tiempo en Granada (España) y esa estadía lo ayudó a “encontrar el tono de la narración”. Agregó que utilizó “la metáfora de recorrer el laberinto de la Alhambra y perderme, como en el laberinto del tiempo de la obra de García Márquez. Experimenté dolor y alegría a medida que avanzaba en la traducción”, añadió Fan, quien tradujo a poetas como Luis Cernuda y Vicente Huidobro. Después de la presentación, hubo un coloquio de hispanistas sobre el pago de los derechos de autor y las traducciones al chino.
Carmen Balcells hizo llegar un mensaje agradeciendo el acuerdo con la editorial. Y la directora del Instituto Cervantes de Pekín, Inma González, calificó la traducción legal como un “hecho extraordinario”.
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