Acerca de todos y todas,
tod@s, todxs, todes y todis
tod@s, todxs, todes y todis
(y de los debates que subyacen a estos
fenómenos)
Hace tiempo que la cuestión del lenguaje
inclusivo, o castellano inclusivo, circula en nuestra sociedad, y muchas veces,
quienes lo utilizan o lo denostan respectivamente poseen diferentes definiciones,
e incluso, motivaciones profundas para usarlo o ridiculizarlo. En este breve
escrito, me propongo reflexionar brevemente sobre algunos de los supuestos y de
los axiomas metanarrativos que subyacen a la cuestión.
Analicemos uno de los casos paradigmáticos de
los últimos años que arranca con el "todos y todas" de Cristina como
declaración política de que las mujeres cuentan y se encuentran en un plano de
igualdad con los hombres. Casi inmediatamente, este comienza a tener correlatos
escritos, primero en "tod@s" para luego mutar en "todxs" y
la actual propuesta de "todes". La primera pregunta que cabe hacerse
es si las personas que utilizan estas formas creen que realmente están
incluyendo, “haciendo lugar” al otro.
Yo creo que sí, que muchos de “elles”
genuinamente lo creen, ya que derivan su postura de una metanarrativa del
conflicto donde todo es un juego de poder, y lo que simplemente prima es qué
grupo (o tribu) se queda con el premio de la dominación social, es decir, qué
tribu se arroga el derecho de dictar las formas de vivir al otro. Derivados de
esta metanarrativa son la teoría del patriarcado, el privilegio del hombre blanco,
la hetero-norma, etc. Como tales, estos son axiomas, forma elegante de decir
que son dogmas sin comprobación empírica, pero para estos sectores, la
“ciencia” (sobre todo las biológicas) es otra gran empresa del patriarcado y
capitalismo occidental como forma de dominación, sobre todo si producen un
hallazgo que perciban como peligroso a su agenda “progresista”. ¿Por qué esta
pequeña aclaración? Porque de no comprenderse este punto de partida axiomático
difícilmente se entienda el carácter fanático, a veces rayano en lo ridículo de
quienes lo utilizan. El ser humano necesita constantemente hacer sentido del
mundo, y hace tiempo que Dios ha muerto, y muchas de estas causas tienen el
potencial de dotar de sentido, generar identidades y hacernos creer que estamos
del lado de los “buenos”. Como mecanismo inconsciente, funciona a la manera de
un virtue signalling, (un
señalamiento de la virtud) es decir, su uso de/muestra mi virtud pública con una señal que delata mi afiliación al grupo de los
"buenos" y "sensibles", o para decirlo de otra forma, mi
afiliación a una determinada tribu, tribu progresista por antonomasia. Así, en
tiempos de redes sociales, es más importante parecer que ser. Así, en la
posmodernidad, es más importante “mostrarme” inclusivo enviando señales
lingüísticas, que necesariamente serlo a través de mis acciones, compromiso
social, pero por sobre todo, compromiso diario con mis congéneres humanos.
En un plano ya más lingüístico, el constante
cambio de las formas no hace más que confundir y entorpecer la comunicación, ya
que uno de los principios básicos de las lenguas humanas es que son sistemas
colectivos que permiten una comunicación clara y efectiva, por lo que los
cambios se introducen no porque la Real Academia los dicte (en el caso del
castellano) sino porque como un organismo vivo y sumamente dinámico, el castellano
los acepta o los rechaza. Y cuando decimos el castellano, decimos el
inconsciente colectivo lingüístico del que TODOS somos parte, del primero al
último de los hablantes, sin importar nuestro género, credo, raza o condición
social. Como tal, esta empresa colectiva es la más gloriosa que la humanidad
haya emprendido alguna vez, y habla del carácter profundamente democrático de
esta aventura.
Como mencionamos anteriormente, el uso de este
tipo de lenguaje (además de viejo y “cipayo”: origen USA) se basa en la premisa
de que si altero las formas lingüísticas altero entonces las conductas, es
decir, la percepción del mundo. Como tal, es una vieja deformación de la tesis
de Sapir-Whorf, quienes, creo, nunca la hubieran llevado a estos extremos. Es
evidente que las lenguas y las culturas moldean nuestras formas de pensar, pero
nunca en formas lineales o monocausales. Si los pueblos esquimales tenían,
según la clásica anécdota, 50 palabras para describir la nieve, de esto no se
sigue que percibían a la nieve de forma “diferente” o más poética, sino que la
posesión de tal conocimiento específico ponía en juego su propia supervivencia.
Diferenciar entre una tormenta de nieve letal o una leve podía significar la
diferencia entre la vida y la muerte. El ser humano refina sus herramientas
como respuesta al medio ambiente con el que interactúa y esta habilidad habla
de lo glorioso de nuestra mente lingüística. Las lenguas exportan e importan
elementos, se hibridizan y enriquecen, y así, lexis, debates y nuevos conceptos
circulan por el globo enriqueciendo el acervo cultural y la vida de las
personas.
La transformación del mundo se opera en el
plano de las prácticas, como pudimos ver con la media sanción de la ley del
aborto. La obsesión con mostrarse "inclusivo" con el lenguaje puede
llevar a hacer creer que ahí se encuentra la verdadera batalla, y no en la
transformación de las condiciones de vida de las personas, desviando la
atención de lo que sucede a nuestro alrededor. Por otro lado, el poder fáctico
ADORA estos debates, los fomenta, los disfruta y los coopta. Mientras las
personas se sienten incluidas en el grupo de los buenos, autocongratulándose
por su bondad inherente y avisándonos “que el patriarcado se va a caer”, la
administración nacional conculca derechos como nunca antes a la vez que dice
mostrarse “inclusivo” y “preocupado” por el gender
gap entre hombres y mujeres.
En síntesis, es mi tesis que "incluir"
lingüísticamente no es brindar respeto. Tal como lo señala el sociólogo Richard
Sennett, el respeto en un mundo de desiguales es una de las artes más difíciles
de desarrollar, ya que desde una supuesta convicción intransigente acerca de mi
propia “bondad”, puedo tratar condescendiente y paternalistamente a quién se
pretende incluir, e inclusive, usurpar su voz. ¿Para qué va a hablar el OTRO si
yo ya sé lo que tiene que decir? ¿Si yo ya puedo hablar por él? ¿Si mis
certidumbres morales no hacen lugar a ninguna otra cosa?.
Por último, las lenguas no son más o menos
patriarcales o machistas, tesis por lo menos altamente debatible. Son las
personas las que lo son. Si seguimos esa tesis, el español es una lengua mucho
más machista que el inglés, ya que presenta género para la mayoría de sus
sustantivos, mientras que el inglés, por el contrario, prácticamente no lo
posee (gender neutral). Entonces, las
culturas anglosajonas debieran ser supuestamente más inclusivas, progresistas y
avanzadas. Sin embargo, en USA, las últimas estadísticas hablan de 5 femicidios
promedio por día y, en las clases populares en todos los países es el alcohol
el que potencia la violencia de género, no el supuesto lenguaje machista de sus
miembros. ¿Dónde se encuentra aquí la supuesta influencia directa de la lengua
sobre las conductas?
Tal vez, necesitemos acostumbrarnos a pensar, y
siempre se los digo a mis alumnos, que las lenguas son el producto más
complejo, maravilloso y sofisticado que la mente colectiva humana ha sido capaz
de construir. Si deseás maravillarte y ver a la más antigua democracia en
funcionamiento, andá y observá como cambios léxicos viajan a través de las
clases sociales, quienes los reapropian, les otorgan nuevos sentidos y los usan
como formas de humor o resistencia. Así, una agrupación como “Putos Peronistas”
realiza una declaración política de principios enfrentándose a la folklórica cultura
machista peronista. Es una forma de decir: soy peronista y puto, ¿y qué? Y aquí
estriba una de las claves: el uso del humor como herramienta de conquista del
otro, del respeto y la admiración del otro. No se trata jamás de un top-down approach llevado a cabo por una
casta de iluminados, pequeño-burgueses y desvinculados del mundo real. Como
Orwell bien señala a través de su personaje Winston Smith, el epitome del
personaje invisible, la esperanza se encuentra siempre en las proles, y las
proles son el pueblo, no una pequeña burguesía plagada de certidumbres morales,
santurronería e impulsos totalitarios. Y es 1984 que cuenta con el famoso
apéndice acerca de los principios de Newspeak, donde entre más reduzco el
vocabulario de las personas, más restrinjo su posibilidad de pensar en términos
abstractos. Así, si no existe "libertad", difícilmente pueda
imaginarla. Todos estos intentos fracasan y mutan porque las lenguas no pueden
ser controladas, y todo intento de hacerlo, aun con la mejor de las
intenciones, no es más que un intento pseudo-fascista, pseudo-científico y
altamente tranquilizante para quien lo emite. La planificación lingüística, de
izquierda o derecha, está llamada a fracasar porque las lenguas son organismos
vivos que se ríen de la RAE y de cualquier grupo que intente controlarlas, sin
importar en nombre de qué principio lo haga. No en vano, el inglés jamás ha
tenido una academia que regule su uso.
Brindemos respeto a través de nuestras acciones
vitales, en mi caso personal desterré hace ya décadas los términos
"negro", "puto" y otros por convicciones político-espirituales.
Ya no me representaban en el despertar de mi conciencia y de mi experiencia
vital. Fue un proceso doloroso de aceptación y crecimiento, allí donde
gradualmente descubría que mi forma de percibir el mundo evolucionaba. Y aunque
el lenguaje formaba una parte de esa percepción, era solo eso, una parte y no el
todo. La evolución de los pueblos no se construye en las modas, sino en la
transformación profunda de la psiquis a través de la experiencia, siempre de
adentro hacia afuera. No todo lo supuestamente "progre" es cool, sino
que muchas veces demuestra la gran ignorancia acerca de cómo operan los
sistemas lingüísticos y la cantidad de supersticiones que abundan al respecto.
Somos argentinos y como tales, actuamos con la suficiencia y convicción de
quién siempre se sabe superior, no dialogando, no debatiendo y no construyendo
solidaridades. Y este sea tal vez uno de los pecados centrales de estas
posturas. En su arrogancia y certidumbre “progresista” no registra cuánto
aliena a la mayor parte de la población.Y no, no molesta, aliena y la mayor
parte de las personas los percibe como debates de una elite más preocupada por decirle
al otro cómo tiene que hablar que de ocuparse de trabajar CON otros,
construyendo lazos de solidaridad.
Por último, al liberalismo norteamericano con
sus obsesiones burguesas sobre el patriarcado, whiteman´s privilege, la teoría de la opresión y demás yerbas le
costó tener como presidente a Trump, quien supo interpretar magistralmente el
hartazgo de una gran parte de la población. En casa, sigamos insistiendo en
este sentido que siempre podremos encontrar reacciones pseudo-fascistas de
derecha aún peores que las actuales.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarLa regla es igual para todos: si no hay firma, no hay comentario (ver arriba a la derecha). Unknown no es un nombre y apellido. Si mañana no se aclara, el comentario se borra.
ResponderEliminarComo fue dicho, el comentario de Unknown fue eliminado porque este blog NO ADMITE ANÓNIMOS. Corresponde agregar que otros comentarios correspondientes a esta misma persona no fueron ni serán subidos por la misma razón. Hablar desde el anonimato es fácil, pero, para nosotros, no es una alternativa.
ResponderEliminarAporto al debate el mejor artículo que he leído hasta ahora sobre el tema. https://elgatoylacaja.com.ar/la-lengua-degenerada/
ResponderEliminarExtraordinario
ResponderEliminarUna herramienta frente al embate de los monopiolistas de la razòn