El pasado 7 de
abril, María Teresa Cárdenas M. firmó en la Revista de Libros del diario
chileno El Mercurio, la siguiente
entrevista con el poeta Luis García Montero, actual director del
Instituto Cervantes. El hecho que sea él quien conduce esa institución es algo
así como un soplo de aire fresco respecto de los directores del pasado, sin
embargo, en el texto, señalados en rojo, hay algunos párrafos sobre los que,
creemos, se equivoca y a los que el Administrador responde al final del
artículo, proponiéndole amablemente a García Montero, una consideración más detallada.
"Las lenguas y
los poderes no son inocentes
Estuvo en la reunión con la prensa; en la
inauguración leyó su discurso antes del director de la Real Academia Española
(RAE), Santiago Muñoz Machado, y del rey Felipe VI; habló de poesía con Joaquín
Sabina; rindió homenajes; firmó acuerdos; presidió una mesa sobre el exilio; se
le vio en primera fila en el público... El director del Instituto Cervantes –desde
julio de 2018–, Luis García Montero (Granada, 1958), parecía estar en todas
partes durante el VIII Congreso Internacional de la Lengua Española celebrado
entre el 27 y el 30 de marzo en Córdoba, Argentina. Con más de 20 poemarios
publicados, así como ocho novelas y otros tantos ensayos, García Montero es,
también, una de las voces más reconocidas de la generación española de los 80.
En el trayecto a pie desde el
Teatro Real al del Libertador General San Martín, donde le correspondía
presentar a la escritora cordobesa María Teresa Andruetto, antes de la clausura
oficial, conversó con El Mercurio.
Literatura y lengua
–¿Qué valor le da a la presencia de escritores
en este congreso?
–Creo que es fundamental. Somos
la segunda lengua materna del mundo, después del chino mandarín, y la segunda
en comunicación y cultura, después del inglés. El peligro está siempre en que
la estandarización, la extensión de la comunicación, haga quebrar los vínculos
con lo materno, con la intimidad de cada experiencia. Y yo creo que donde mejor
se resuelve eso es en la literatura, que intenta alcanzar la expresividad más
alta y más universal, pero vinculándolo siempre a la originalidad y a la
experiencia de los seres humanos. Por eso me parece que la literatura siempre
tiene que ocupar un lugar importante en estos congresos.
En el de Córdoba no faltaron las sospechas
respecto de una supuesta hegemonía española. El argentino Jorge Fondebrider
dijo, por ejemplo, que creería en la buena fe de la política panhispánica
cuando el Instituto Cervantes estuviera dirigido por un latinoamericano. "Esta es una institución del Estado y en
todos los países del mundo hace falta tener la nacionalidad del Estado para
ocupar un cargo público –responde García Montero–. Por fortuna, contamos con la
ayuda de mucha gente que tiene la doble nacionalidad. Y, por ejemplo, Juan
Villoro, que es mexicano y español, sería un magnífico candidato para
presidirlo, o para dirigir algunos de sus centros (1). En las normas del Instituto Cervantes se
dice que debe defender y divulgar la cultura en español. El matiz es
importante, porque nuestra tarea no es solo la cultura española, sino la
cultura en español".
Y continúa: "Como todas las historias
han sido de opresión y de violencia y, no nos engañemos, detrás de la palabra y
la cultura hay mecanismos de poder, todo el mundo tiene razones para ser
susceptible y sospechar. Tenemos que trabajar para que esas sospechas tengan la
menor relación posible con la realidad. El Instituto Cervantes está decidido a
participar en un proceso de iberoamericanización".
Y señala como ejemplo el SIELE, un sistema
de acreditación de la lengua que han trabajado en conjunto con la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM), la U. de Buenos Aires (UBA) y la U. de Salamanca (2). Y el proyecto CANOA, para difundir la
unidad cultural, "que hemos firmado acá con instituciones de México, Perú
y Colombia, y al que queremos seguir agregando instituciones de otros países
latinoamericanos", señala.
En varias mesas del congreso se
discutió el uso de la palabra español. Algunos proponían decir castellano, o
incluso hispanoamericano, aunque esto deja fuera a Guinea Ecuatorial y
Filipinas, que forman parte de la Asociación de Academias de la Lengua Española
(Asale). García Montero reflexiona: "Yo viví como una torpeza tremenda que
hace unos años se declarase al español marca España. Pero ¡qué disparate! Si
nuestra lengua tiene 600 millones de hablantes y nosotros somos el 8 por
ciento. Cuando uno critica eso, pues a veces en España te dicen que no quieres
a tu país. La verdad es que yo quiero mucho a mi país, pero por eso mismo lo
que quiero es dejarlo bien y que no haga el ridículo. ¿Qué sentido tiene querer
apropiarse de un idioma del que uno solo forma parte? Lo que nos da la fuerza
es esta comunidad que comparte memoria, que comparte idioma, y donde hay que
estar en relaciones de igualdad".
Los congresos de la lengua
española se realizan cada tres años y su organización está a cargo del
Instituto Cervantes, la RAE y la Asale. "En la cuestión panhispánica, la
Real Academia ha ido abriendo mucho camino –puntualiza–, y es heredera de todas
las reflexiones sobre el idioma que ya desarrolló Andrés Bello. Son instituciones
distintas, claro, porque las tareas del Instituto Cervantes son asegurar la
enseñanza del español en países de lengua no española; acreditar y formar a los
profesores; certificar el conocimiento del español de los alumnos. O sea, es
una parte educativa que no tiene la Real Academia, como tampoco tiene la
segunda cara del Instituto Cervantes, que es la diplomacia cultural, la defensa
y extensión de la literatura y de la cultura, del arte en español. El Instituto
Cervantes tiene 87 centros, repartidos en 44 países, y una plantilla que supera
las 2.700 personas en el mundo. Y tiene relaciones muy estrechas con todas las
embajadas de países latinoamericanos en todos los sitios donde estamos
presentes".
–¿Hay diferencias entre ustedes a la
hora de armar el programa de los congresos?
–Este es el primer congreso de
la lengua en que yo soy el director. Hemos pretendido dejar clara la
perspectiva panhispánica, llamar al respeto a las diferencias, a las
singularidades; hacer un congreso paritario donde las mujeres participen en
condiciones de igualdad con los hombres. Y hemos llegado a 50 por ciento de
participación de las mujeres.
Sin embargo, no se incluyó
ninguna mesa sobre lenguaje inclusivo o no sexista. "Cuando alguien plantea una mesa sobre
periodismo –puntualiza–, y la encargada de hablar es Sol Gallego, que aparte de
ser la directora de El País es una feminista histórica, o cuando alguien invita
a Claudia Piñeiro a participar en una mesa sobre interculturalidad, siendo una
de las escritoras más comprometidas con el mundo del feminismo, sabe que al
hablar de periodismo, de interculturalidad, van a plantearse esos temas. A mí
me parece que la irrupción del pensamiento feminista en todos los debates es
más importante que provocar subgéneros" (3).
Una oferta de diálogo
Otro tema que despertó
controversias fue el trato a las lenguas y pueblos originarios. "Las
lenguas y los poderes no son inocentes –afirma García Montero–. Yo podría sacar
pecho y decir 'bueno, cuando se produjeron los procesos de independencia solo
hablaba español el 20 por ciento de la población'. Pero yo sé muy bien que eso
no fue solo respeto inocente a la lengua del otro. Es que la conquista española
tuvo un marcado carácter evangelizador; lo que quería la Iglesia era ganar
almas para su dios y enseguida se dieron cuenta de que convencían más a los
indígenas en su lengua materna que en un idioma extranjero. La imposición del
idioma se extiende en los momentos en que las independencias hacen suyo el
idioma español. Lo que quiero decir no es que los españoles sean peores o
mejores; todas las civilizaciones son imposiciones de poder, y a partir de ahí
tenemos que comprometernos con el presente y el futuro. Que una lengua sea
oferta de diálogo y de conocimiento del otro. La democratización del presente me parece el mejor compromiso
para que no haya sospechas ni hegemonías de ningún tipo".
Respuestas
a lo afirmado por García Montero:
( 1) No necesariamente en todos los países los
directores de instituciones estatales tiene que ser de la misma nacionalidad
que el Estado al que representan. Dos casos del pasado: Paul Groussac, un
francés, que fue director de la Biblioteca Nacional de Argentina, y Arnaldo
Orfila Reynal, un argentino que fue director del Fondo de Cultura Económica de
México, institución estatal mexicana. Hay más ejemplos, pero no es ésa la
cuestión. En el caso de querer demostrar su vocación “panhispánica”, tal vez el
Instituto Cervantes debería dejar de ser una institución del Estado español
para pasar a ser una institución iberoamericana. Por último, lo de la doble
nacionalidad no sirve: no propuse que el Cervantes tenga un director
latinoamericano, sino que todos los centros del Cervantes alternen españoles y
latinoamericanos en sus direcciones.
( 2) Con
una serie de irregularidades (que incluyen el anunció de la firma del convenio
de adopción del Servicio Internacional de Evaluación de la Lengua Española (SIELE)
en el VII Congreso de la Lengua de Puerto Rico, antes de que fuera firmado por
el Consejo Superior de la U.BA, así como la negativa a permitir la presencia de
los creadores del CELU, el sistema de evaluación argentino) la U.B.A. entró en
el consorcio formado por el Instituto Cervantes con la Universidad de Salamanca,
la U.N.A.M y la U.B.A., además de Telefónica de España como recaudadora. A lo
largo de más de un año desde este blog se ha repudiado ese convenio que le
otorga valor universal al SIELE. La solicitada que
así lo demuestra fue firmada por cientos de lingüistas, filólogos,
lexicógrafos, escritores, traductores y otras personas cuyo campo de
actividades gira alrededor de la lengua. Las adhesiones llegaron desde particulares
a instituciones universitarias de diversos países del mundo, y se reprodujo
todos los sábados de 2016 y 2017 a modo de protesta. Luego, el castellano
empleado en los exámenes plantea apenas variaciones léxicas más bien
ortopédicas como para dejar contentos a todos… siempre y cuando todos sean
débiles mentales, claro. Toda la información puede leerse aquí: http://clubdetraductoresliterariosdebaires.blogspot.com/search/label/SIELE
( 3) No estoy seguro
de que poner feministas en diversas mesas no dedicadas a la lengua inclusiva dé
como resultado una discusión clara y abierta sobre el tema. Que se haya
incrementado el número de mujeres no es un mérito, sino una obligación. Queda
pendiente la discusión del lenguaje inclusivo.
Me consta que al menos aquí en Londres, el Instituto Cervantes está comenzando a abrir un importante espacio para lo latinoamericano. De hecho, desde hace casi dos años, nuestro proyecto cultural (www.elojodelacultura.blogspot.co.uk / www.ztradio.online) está desarrollando en colaboración con el IC, y en sus instalaciones, un ciclo (en inglés) de acercamiento de escritores latinoamericanos no suficientemente difundidos (hemos hablado ya de Vallejo, Parra, Caicedo, Piglia, Onetti, Arlt, Roa Bastos y las poetas de la segunda mitad del siglo XX) con paneles integrados siempre por un especialista británico en el tema y uno de origen latinoamericano.
ResponderEliminarEnrique: todos los Cervantes no tienen otro remedio que ocuparse de la cultura latinoamericana porque con la española sola no van a ninguna parte. No es ése el problema, sino lo que pasa con la enseñanza de la lengua y adónde va el dinero recaudado por eso y por los exámenes para certificar los resultados. Te recomiendo que leas los posteos anteriores del blog: no estamos hablando de cultura sino de dinero. Luego, yo mismo fui "invitado" por el IC para participar en un muy mal festival en Dublín. Se llama ISLA, se organiza todos los años por septiembre/octubre y el gobierno de cada país latinoamericano paga el viaje, la estadía y el perdiem del invitado en cuestión. No está para nada claro qué pone el IC fuera de sus instalaciones. Eso sí, el crédito por la "acción cultural" les queda a ellos.
ResponderEliminarSaludos cordiales.