lunes, 22 de abril de 2019

Ya está en la Argentina el Pound de De Jager


Carlos Olivares Baró es columnista fundador de La Razón, de México. Ha publicado la novela La orfandad del esplendor y el libro de textos periodísticos Un sintagma por aquí, un estribillo por allá. Profesor universitario y conferencista de música y literatura en varias instituciones culturales de México. Sus textos han aparecido en publicaciones de España, Cuba, Puerto Rico y México. Publica en este diario semanalmente las columnas de reseñas y comentarios de discos y libros, El Convite y Las Claves. Con esos antecedentes, Olivares Baró entrevistó a Jan De Jager (foto), poeta y traductor argentino, autor de la reciente versión de los Cantos, de Ezra Pound, en la editorial en la editorial Sexto Piso. Ésta es la charla, publicada en la edición de La Razón del 19 de abril pasado.

Publican la versión más completa
de la obra cúspide de Ezra Pound

Circula en librerías Cantos (Sexto Piso, 2019), el magno poema épico de Ezra Pound (Idaho, 1885 – Venecia, 1972), traducido por Jan De Jager (Buenos Aires, 1959). Se trata de la versión más completa al castellano del compendio de historias, leyendas, mitos, canciones y oralidades en que trabajó il miglior fabbro estadounidense durante más de 50 años. Cántico que es summa alegórica de todos los gestos de la misericordia  humana, desde las más bajas desventuras  hasta la cresta de lo sublime. Pound en un legado de vasta y compasiva  sabiduría. 

La Razón conversó con Jan De Jager, escritor y traductor de latín y griego clásico amén de diversas lenguas modernas (neerlandés, afrikáans, inglés…), sobre esta titánica faena de volcar a nuestra lengua ese maremoto lingüístico: los Cantos de Ezra Pound.  

Desafío traducir Cantos, de Ezra Pound. ¿Cómo lo afrontó usted? 
–Después de muchos años de lectura y relectura, tanto de los Cantos como de otras obras de Pound y obras de críticos, biógrafos e historiadores, me dije que ya iba siendo hora de intentar una nueva traducción de los Cantos. Lo fui haciendo después del trabajo, sin prisa pero sin pausa, primero una versión manuscrita anotando ‘a vuelapluma’ lo que el sentido y el ritmo del original me dictaban, sin parar para buscar un término ni nada. Y luego, al pasar esas notas en limpio, completaba las lagunas, consultando todo tipo de fuentes. A continuación corregir, corregir y pulir. Además usé dos métodos de triangulación: parte de los Cantos son traducciones y adaptaciones de otros textos, que yo consulté. Y también consulté las versiones de otros traductores de los Cantos. Y después fue cuestión de conseguir un editor. Y consensuar la versión con el editor y sus correctores, eso sólo llevó buena parte de un año y medio. 

Inglés de variantes que van del siglo XIII al XX y asimismo empalmes de otras lenguas. ¿Qué hizo ante monumental collage lingüístico? 
–Los textos en inglés de los Cantos, que son la mayoría, claro, están en diversas variantes regionales y de diferentes épocas, y también diferentes niveles de formalidad: coloquial, solemne, burlas de acentos extranjeros, etc. En general procuré que la traducción castellana reflejara esa variedad. De lo contrario, la riqueza del original se hubiese “aplanado” o incluso “aplastado”. Los textos en otras lenguas los dejé tal cual. Hay dos Cantos que están íntegramente en italiano. Estos figuran en un apéndice, en la versión del traductor invitado, Jorge Aulicino.  

 Muchos fragmentos de Cantos son a su vez traducciones de Pound de otras lenguas. ¿Se vio obligado usted a realizar una  traslación múltiple? 
–Lo que yo hice, que llamo “triangulación”, como si fuese una técnica de agrimensor, fue mirar el texto de Pound pero también de qué manera él a su vez traducía o adaptaba el original con el que había trabajado. Y eso, o sea lo que hizo Pound con su original, lo tuve siempre en cuenta a la hora de dar la versión castellana. Muchas veces los Cantos parecen un inventario de novedosas y arriesgadas técnicas de traducción. Yo a mi vez procuro imitar esas técnicas.  

¿Qué hizo con los versos en castellano del original y asimismo,  con las imprecisiones históricas? 
–A veces los versos en castellano del original presentan algún pequeño error, por ejemplo: “poco religión”, en los casos en que estuve seguro que no fuesen un juego de palabras de Pound, o la imitación de Pound del error de un personaje, los corregí. En el “Canto 3”, además, hay un collage con textos del Cantar del Cid. Yo ahí procedí libremente con original y traducción, que están yuxtapuestos, consultando además, obviamente, el original del Cantar del Cid. 

Se aprecia un cuidado en la conservación de la prosodia poundiana. ¿Cómo lo logró?
–Por fortuna conozco muy bien la métrica de ambos idiomas, creo que dejé (a la manera de un músico de jazz que se entrega a una improvisación) que los dos sistemas métricos se amigaran o amalgamaran en el oído, para luego bajar al papel la traducción provisional. Pound mismo decía “seguir el ritmo de la frase musical, no el ritmo del metrónomo”. Creo que Pound hubiese aprobado el método que utilicé. Me alegra que muchos lectores me “digan que mi traducción suena a poesía “original”.  

¿Interés por respetar la peculiaridad de Pound en su caprichosa puntuación? 
–Creo que lo fragmentario, lo caprichoso, a veces lo desprolijo (paréntesis o comillas que abren pero no cierran, abreviaturas idiosincráticas) constituyen una doble marca histórica. Por un lado: Pound está dejando el texto “en crudo”, como “fragmentos” o “reliquias”. Por otro lado, estas marcas son también un testimonio de las condiciones a menudo caóticas o difíciles en que Pound trabajó. Como nómade sin biblioteca, como preso en Pisa, como interno (durante 13 años!) en un psiquiátrico…  Un desafío especial fue a veces decidir dónde poner el signo de pregunta o el de exclamación de apertura, que el inglés no tiene. Había que dirimir dónde empezaba la pregunta o la exclamación, para poner ahí el signo de apertura, dado que el resto de la puntuación a veces no daba la pauta (como sí ocurre en cualquier texto de prosa, digamos, “normal”). 

¿Referencias  con las traducciones de los poetas nicaragüenses  Ernesto Cardenal y  Coronel Urtecho? 
Miré muchas traducciones, la de Vázquez Amaral, por supuesto, las de Cardenal y Coronel Urtecho, las portuguesas de los hermanos De Campos y la de José-Lino Grunewald; la alemana de Eva Hesse, la italiana de la hija de Pound, Mary de Rachewilz; y por supuesto, la francesa más reciente, de Yves di Manno y su equipo. Siempre que me encontré con algún hallazgo, no dudé en rapiñarlo para mi versión. Me importa más la calidad de la versión que la originalidad. 


¿Cómo enfrentó una obra de  mudanzas desafiantes y en algunos pasajes hasta ininteligible?   
Pound es uno de los autores que ha producido más bibliografía secundaria. Invita al comentario y la anotación. Hay publicaciones periódicas enteras dedicadas a su obra. Para los pasajes más peliagudos fui a los artículos que se escribieron sobre esos pasajes difíciles. Es increíble pero casi todo en esas mil páginas de notable densidad poética está comentado y discutido. Y también me dejé orientar por las decisiones traductoriles de los colegas que hicieron las versiones a otros idiomas. Realmente no es esta una traducción para hacer a las apuradas.  

Algunos lectores han desdeñado que no sea una edición bilingüe y, asimismo, resienten la falta de notas al pie de página. ¿Qué puede comentar sobre eso? 
Hemos intentado recrear el acto de lectura del original. El original no es bilingüe ni trae notas. Las notas, esto ya lo dije en otros reportajes, llevan a una lectura ‘vertical’, el ojo baja a las notas cada vez que tropieza con una alusión desconocida, cortando así el flujo del discurso. Esta versión en cambio busca salvaguardar el ritmo y el impulso del verso, sin interrupciones, en una lectura que por contraste llamaríamos ‘horizontal’. El lector que busque bilingüe y con notas, siempre puede acudir a la edición de Cátedra, pero lamentablemente esta edición se encuentra incompleta, falta el cuarto volumen que representa casi un tercio de la obra en su conjunto. 

¿Se siente satisfecho con el resultado?  
Estoy contento con el resultado, al releerlo ya impreso en papel, no me avergüenzo… Lo que sí, sin duda, con base en las críticas y observaciones que sin duda surgirán a lo largo de los próximos años, es probable que en algún momento sienta la necesidad de revisar todo una vez más. Considero que esta traducción es una obra abierta

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