El
pasado 14 de marzo, la revista italiana Pangea
publicó una entrevista que Davide Brullo
tuvo con Jorge Aulicino, con motivo
de la reciente publicación de las traducciones incluidas en En el humo y otros
poemas, breve antología de Eugenio
Montale realizada para Ediciones en Danza. Lo
que sigue es la traducción de la entrevista original que puede ser consultada
en :
Jorge Aulicino
baila el tango con Eusebio
y lo lleva a
Buenos Aires
El
lenguaje es una personalidad, tiene geología, destino, rostro. Por eso,
traducir no es un gesto mecánico –ni tampoco académico. La traducción es un trasplante
en el que se produce un igual, pero otra cosa –a veces un Minotauro, otras
veces un unicornio. Prueben pasarla por el paladar, sobre los labios, por la
nariz, finalmente –finalmente, y más!, porque la palabra es carne, olor,
sonido, antes que nada –este dístico: "No nos pidas la fórmula que te abra
los mundos /sino apenas una sílaba torcida y seca como una rama". Gemelo
pero indudablemente distinto de eso que, sabemos siempre, clavado en las
ramificaciones de nuestros nervios novecentistas: Non domandarci la formula che mondi possa aprirti,/ sì qualche storta
sillaba e secca come un ramo. También este otro: “Tú no recuerdas; otro
tiempo trastorna/ tu memoria; un hilo se devana” en mi mente monosilábica, que
gorgotea en la laringe, me parece exactamente nuevo. Jorge Aulicino, periodista
de talento, poeta, es el traductor en Argentina de los poetas italianos. Su
gran empresa ha sido, en 2015, la traducción de la Divina Comedia, después de
años de trabajo, pero su designio de siempre se orienta a la poesía
contemporánea. Recientemente tradujo a Pier Paolo Pasolini y a Cesare Pavese,
trabajó la obra de Franco Fortini, de Biancamaria Frabotta y de Antonella
Anedda. Este año, Aulicino cumple 70, y se ha regalado, digámoslo así, un
trabajo áureo. La publicación, en Ediciones en Danza, de una compilación de
poemas de Eugenio Montale, "En el humo y otras poemas", traducidos
con dedicación astral. El desafío es doble, por así decir, porque afrontar a
Montale, en Argentina, significa también confrontarse con las históricas
traducciones de Horacio Armani, que comienza en 1971 con Eusebio [sobrenombre
de Montale, proveniente de "Eusebio y Trabucco", el libro de cartas
intercambiadas con Gianfranco Contini], proponiendo una Antología de Montale. Sorprende, sobre todo, al dialogar con
Aulicino, comprobar cuánto intervino la poesía de Montale en la revolución
lírica argentina. Las ocasiones, el
libro central de Montale –del cual Aulicino extrae los Motetes y algunas
poesías más glamorosas, como "La casa de los aduaneros"– fue
publicado por Einaudi en 1939, hace 80 años. El homenaje que nos llega del
"otro mundo" me parece de excepcional devoción.
–Cuando leíste a
Montale por primera vez, ¿qué te sorprendió más en su poesía?
–Leí
en los años setenta las primeras traducciones hechas en la Argentina por
Horacio Armani, poeta, traductor, devoto de Montale, a quien conoció en Milán.
El poema de Montale que fascinó a mi generación fue "La casa dei
doganieri". Entre algunos lectores de Montale se convirtió en una
contraseña la frase "il varco è cui?". Hacía unos años yo había leído
una vieja traducción, y prefiero no mencionar al traductor, de este poema. Lamentablemente
el traductor se había equivocado, justamente en ese momento clave. Había
traducido "varco" como "barco" (como nave). Probablemente
creyó que Montale hablaba aun de la "petroliera" que menciona en el
verso anterior. Montale fue guía de los afanes renovadores de la poesía
argentina en los setenta, junto con otros autores, norteamericanos, ingleses,
italianos, además de los grandes latinoamericanos como César Vallejo o Nicanor
Parra o Enrique Lihn o José Lezama Lima.
–¿Cómo se puede
traducir Montale al español? ¿Qué dificultad encontraste?
–Encuentro
en Montale una particular densidad en el uso de las palabras. Y una sintaxis a
veces no sencilla para quien no habla a diario en italiano. No creo que mis
traducciones sean mejores que las de Armani. Sólo intenté ceñirme más a la
profundidad de campo de Montale.
– ¿Cuántos poemas
de Montale tradujiste y de cuáles estás más satisfecho por la traducción?
–No
llevo la cuenta. En la antología que ahora publica En Danza van unos treinta y
cinco poemas, si se cuentan los "Motetti" como un solo poema. En
realidad son veinte poemas breves. Pero tengo quizá otros veinte poemas
traducidos que no entraron en ese libro. Estoy más o menos satisfecho con toda
la traducción. Pero creo que las más provisorias son las de poemas como
“Meriggiare pallido e assorto”, por su extraño ritmo, intraducible.
–¿Crees que
Montale ha influido de algún modo la poesía argentina contemporánea? ¿Cuál es
el Montale que aprecias más: el primero, refinado y lleno de reflexiones existenciales,
o el último, epigramático, aforístico?
–El
que más nos influyó fue el primer Montale, porque se tradujo más. Coincidía con
nuestra búsqueda de una poesía más sobria, menos sentimental. Pese a eso, descubrir
que Montale cita un tango en su poema "Sotto la pioggia" de Le
occasioni, me conmovió como argentino. A la generación siguiente a la mía,
llamada "objetivista", le gustaba el Montale de "Xenia I" y
de "Xenia II", del primer Diario. La poesía argentina de los setenta
y de los años posteriores buscaba atemperar un poco el sentimentalismo. Le
atrajo y le atrae la imagen visual concreta, la sobriedad para expresar la
situación poética (las ocasiones, en lenguaje montaliano).
–Tradujiste hace
poco también a Pavese, he visto. ¿Qué poeta italiano está más cerca de tu
sensibilidad de poeta?
–Creo
que Pavese. En Pavese está el estilo conversacional. Y el mito. Un mito ligado
al origen. Eso es muy cercano a mí.
–Y ahora, ¿a
quién tienes la intención de traducir, cuál poeta?
–Espero
que se publique este año mi traducción de los poemas de Biancamaria Frabotta.
Tengo inédita, además, una antología de poesía italiana del siglo XX, que sigue
creciendo. Intentamos publicarla pero fue imposible conseguir todos los derechos.
Los derechos póstumos son una maldición. Lo mismo me sucedió con una antología
de la poesía de Franco Fortini: no fue posible conseguir los derechos. A mi
juicio los editores o herederos de los autores cometen un error en darles a
editores españoles los derechos para todos los países de habla hispana. Me
gustaría hacer una antología de Alda Merini, una poeta muy celebrada aquí, pero
de antemano juzgo que será imposible obtener los derechos.
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