martes, 16 de abril de 2019

Las expectativas de los editores no son buenas

Diana Segovia
Con la gestión del actual gobierno, los argentinos nos hemos ido acostumbrando a una decadencia que de lenta cada día tiene menos. El sector del libro viene siendo sistemáticamente golpeado y así lo hace saber la CAL (Cámara Argentina del Libro) en sus últimos informes. El que se dio a conocer hace unos días es todavía peor. Así se lee en la nota que Daniel Gigena publicó en el diario La Nación el pasado 14 de abril.

El primer trimestre de 2019,
el peor en 5 años para el sector editorial

Según el informe anual de producción de la Cámara Argentina del Libro (CAL), el sector editorial comercial (responsable de un tercio de las publicaciones que se realizan en el país) sigue en problemas. Las cifras, que se obtienen mediante los registros de novedades en la Agencia Argentina de ISBN, administrada por esa cámara, son elocuentes. En 2015, se habían producido 83 millones de ejemplares de nuevos títulos, mientras que en 2018 ese número se redujo casi a la mitad: 43 millones de ejemplares. Por otra parte, la cantidad de ejemplares cada diez mil habitantes pasó de 6600, en 2016, a 4400, en 2018.

"La crisis se está volviendo estructural", admite Diana Segovia, gerenta de la CAL. Los editores estiman que, con la caída en el consumo de libros hechos en el país (que incluye impresos y digitales), se ha perdido ya un tercio del mercado. Y, lo que es más grave, la mayoría presume que esa pérdida no se podrá recuperar en el corto plazo.

La CAL anticipó a La Nación que el primer trimestre de 2019 fue el peor en cinco años en cuanto a producción y venta de libros. En enero y febrero de 2019 se produjo un 35% menos de libros que en 2018. Si se comparan los índices de producción con los del primer trimestre de 2016, la caída roza el 50%. La información detallada se dará a conocer el jueves 2 de mayo a las 14, en una conferencia de prensa en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.

Otra señal de alarma, que afecta en especial a editoriales pequeñas y medianas del sector editorial comercial, es que en las librerías no se hacen pedidos de reposiciones de sus títulos. Últimamente, como los puntos de venta tienden a abastecerse de novedades mensuales, la tan mentada bibliodiversidad decae. Por otro lado, se intensifican los retrasos en la cadena de pagos.

La única buena noticia que despunta en el informe anual de la CAL es que, si bien aún se observa un resultado deficitario en la balanza comercial, las exportaciones de libros aumentaron en los primeros meses de 2018.

En 2017 se exportaron libros por una suma total de 26,5 millones de dólares; en 2018, ese monto ascendió a los 30,6 millones de dólares. Desde inicios del siglo XXI, el récord tuvo lugar en 2008, cuando se exportaron libros por un total de 49,1 millones de dólares. En ese mismo período, el récord de importaciones se dio el año pasado, por un valor de 175,2 millones de dólares. Más del 50% de las importaciones de 2018 corresponden a complementos, coleccionables y fascículos que se comercializan en quioscos de diarios y revistas.

En la sección "Encuestas de ventas de libros", la CAL mide el impacto de las fluctuaciones de la coyuntura económica en la industria del libro. El aumento de costos (en especial, el del papel), el aumento de tarifas y la caída del consumo se consignan como las problemáticas principales que afrontan editores y libreros. La institución informó que al menos el 20% de las empresas editoriales habían despedido personal en 2018.

¿Qué alternativas se pueden ofrecer ante este panorama? "Reactivar el consumo e instrumentar políticas fuertes de promoción del libro y la lectura", señala Segovia. En la Argentina, según consta en la última encuesta de consumos culturales del Sistema de Información Cultural de la Argentina (Sinca), el consumo de libros per cápita cayó de 3 a 1,5 en el período 2013-2017.

Las expectativas de los editores respecto del sector no son muy buenas. El 29% de los consultados creen que este año será mucho peor que 2018, y un 39% prevé que será peor. Cuando se los consulta respecto de las expectativas que tienen sobre sus empresas, el desaliento se achica. Un 16% estima que será mucho peor, y para un 27%, que será peor. Los optimistas, tanto acerca del sector como de la empresa en particular, son minoría: un 2% y un 4%, respectivamente.

SIN BENEFICIO FISCAL
La CAL hizo saber que desde el 1º de enero de este año el sector editorial comercial había obtenido un beneficio fiscal gracias a las modificaciones introducidas por la ley de presupuesto 27.467 en algunos artículos de la ley del impuesto al valor agregado. Una vez que estén reguladas, esas modificaciones habilitarán la recuperación del IVA en las distintas etapas del proceso de producción de libros, diarios y revistas (compra de papel, diseño, corrección, impresión, etc.).

Históricamente solicitado por el sector, el beneficio representaría un alivio en medio de una crisis prolongada. No obstante, hasta ahora la AFIP demora su reglamentación.

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