Primero
fue un artículo de Fran G. Matute y
luego, la entrada de ayer en el blog del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires. Ambos artículos
demuestran palmariamente que alguien, que no es Yolanda Morató, no ha hecho las
cosas bien. Por eso no deja de sorprender la comunicación que Enrique Redel,
director de Impedimenta, le envió a Morató y que deja entrever que la víctima
es la editorial y no la traductora a la que se ninguneó olímpicamente, algo
que, convengamos, no se ajusta a las buenas prácticas que Impedimenta se
comprometió a tener con ACEtt.
Para que los lectores juzguen, he aquí la comunicación pública de Redel y la respuesta también pública de Morató, quien ha tenido la gentileza de suministrarnos el siguiente diálogo.
Querida Yolanda
ante las últimas entradas en diversas redes
sociales, y varios mails cruzados sobre nuestra edición de "Me
acuerdo", de Georges Perec, en traducción de Mercedes Cebrián, deseamos
manifestarte, simplemente (como ya te he dicho en el Messenger, y como te he
dejado esta mañana en el buzón de tu teléfono móvil), que, como es natural, nos
ponernos a tu disposición para escuchar y estudiar cuidadosamente todas las
dudas que ella nos puedas plantear, e intentar luego tomar una decisión al
respecto.
Me gustaría que dieras por sentada nuestra labor
honesta como editores (que creemos fuera de toda duda, y así ha sido durante
toda una década de andadura en la que siempre hemos trabajado creando alianzas
y ayudando a que el trabajo de todos, desde el autor, el traductor, el
impresor, hasta el librero y el periodista, se reconozca), y como tal, te
brindamos toda nuestra ayuda, para que nos comentes lo que estimes conveniente.
Sinceramente, el equipo editorial de Impedimenta, y yo como su director, nos sentimos un tanto abrumados por la situación que se ha generado, dado que todo el proceso, desde la contratación del título en cuestión hasta la publicación del mismo, se ha desarrollado según los parámetros habituales. Ahora lo importante es llegar a una conclusión práctica y actuar en consecuencia.
Sinceramente, el equipo editorial de Impedimenta, y yo como su director, nos sentimos un tanto abrumados por la situación que se ha generado, dado que todo el proceso, desde la contratación del título en cuestión hasta la publicación del mismo, se ha desarrollado según los parámetros habituales. Ahora lo importante es llegar a una conclusión práctica y actuar en consecuencia.
Creemos (sinceramente) que el cauce natural para
solucionar este tipo de problemas es ponerse en contacto las partes
directamente (si tú tienes un problema con un amigo, o con un vecino, o con un
colaborador, o con un colega, llamas a su puerta y le comentas el problema que
puedas tener: no sales al patio de luces a gritarlo a los cuatro vientos, sin
haber hecho siquiera el intento de comentárselo a la otra persona implicada.
Eso no mola: llámanos, nos cuentas, o nos escribes y nos comentas. Somos gente
que siempre hemos respondido). Te animamos a ello, de verdad, y (reitero),
desde el respeto que nunca te hemos faltado, ni en público ni en privado, te
pedimos que nos cuentes.
Gracias.
Me alegra este cambio de actitud, sin duda
provocado por la repercusión de los acontecimientos recientes, y que contrasta
con sus exigencias en privado; por ejemplo, cuando me pidió que me retractara
públicamente y eliminara mi propio mensaje de mi muro.
En cuanto al resto, comprenderá que no soy responsable de lo que otros compañeros de profesión publiquen. Puede ponerse en contacto con ellos para cualquier apreciación sobre los ejemplos que han aportado, de una claridad tan evidente que me reservaré los comentarios.
En cuanto al grito en el patio de luces, ha sido tan comedido en comparación con la magnitud del asunto que no merece explicación, salvo la sorpresa de que esté usted tan escandalizado cuando la escandalizada, por derecho propio, soy yo.
Habla usted de respeto al trabajo de otros, y ese
es precisamente el respeto que ha faltado aquí.
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