Otra serie de reflexiones de Marietta Gargatagli, con sus respectivas
e inocultables fuentes, abona nuevamente la cuestión que trata en su artículo de
ayer. Se amplia entonces la discusión con razones políticas y económicas que,
seguramente, harán las delicias de los gramáticos y lexicógrafos.
¿Sueñan
los androides con ovejas eléctricas?
Se lee. “Las máquinas que hablan español ya superan a las personas: 700
millones contra 470 millones de humanos que lo tienen como lengua materna. Con
esta llamativa afirmación, el presidente de Telefónica, José María
Álvarez-Pallete, intervino en el VIII Congreso Internacional de la Lengua
Española (Córdoba) […] “Como las máquinas aprenden por sí solas, comienzan a
pensar e incluso incorporan inteligencia emocional, su interacción con los
humanos y con otras máquinas puede acabar destruyendo la normativa unitaria que
el castellano posee […]. Para evitar el
desastre es preciso ponerse a trabajar a fin de establecer algún tipo de código
que las máquinas acepten […]”. Santiago Muñoz Machado, director de la RAE tranquilizó:
“Las academias trabajarán por la unificación y normativización de la lengua de
las máquinas”. [i]
Una de las astucias del storytelling empresarial es plantearnos dilemas
que ni remotamente tenemos. El contacto con estos discursos nos coloca en una
situación incómoda, de falta, de inferioridad, de que el mundo avanza sin
nosotros, de qué debemos hacer algo o de que alguien tiene que hacer algo. ¿Vendrán
androides y hablarán castellano mal? ¿Máquinas que serán como seres humanos y
transformarán el lenguaje con cada enunciado? ¿Máquinas que tendrán que
aprender a respetar el negocio?
Vivimos tiempos de un management que abandonó el estilo napoleónico para
crear mensajes tolstoianos en los que reverbera la complejidad de la vida y
múltiples conexiones entre cosas que no tenemos ni idea de lo que son. En
verdad, y podríamos hablar en nombre de toda la humanidad, no nos interesan las
máquinas ni su lenguaje. Ni siquiera “la gallega”[ii]
despierta prolongado interés.
¿Qué dice este relato distópico? Nada original. Cada congreso de la
lengua es una ceremonia de marketing y los argumentos cambian. Sin embargo, hay
algo inquietante en la ficción misma: ¿y si no fueran las máquinas del futuro, sino los hablantes del presente los que contemplan esta “lengua española” como
una inmensa rareza?
La lengua única y el imperio
La “unidad de la lengua” es una antigua idea que pasó de comentario
general entre los lingüistas americanos del siglo XIX (Bello, Caro, Cuervo) a convertirse
en imposición en el presente y en una de las “fortalezas” con las que las
élites españolas se presentan al mundo. Dicen poseer una lengua con 577 millones
de hablantes y los reúne el deseo de tener la misma gramática, diccionario y
ortografía. Bastaría el agradable párrafo que copio abajo para comprender que no
poseen nada. Ninguna lengua está contenida en un diccionario, una gramática y
un libro de ortografía que sólo tienen en común la editorial.
“Por
eso mismito, La Cuarta aprovechó el vuelito y vía cuernófono nos pegamos flor
de charla con el engeladocrá del Bayer Leverkusen, que estaba concentrado con
su teampa’ la próxima mocha en la liga chucrut, pero que en su mollera aún
tenía el final de esa novena carrera que aún le tiene la pluma entera parada.”[iii]
Al crearse las Naciones Unidas (1945) la inclusión del castellano como
lengua oficial (1946) y lengua de trabajo (1948) tuvo relación exclusiva con
América Latina. La España franquista no fue aceptada por la ONU hasta 1955. La
incorporación a la Comunidad Económica Europea (ahora Unión Europea) también
fue tardía: el español de España tuvo rango de lengua oficial aunque,
a diferencia del inglés, francés y alemán, nunca ha sido una lengua de trabajo.
[Véase el estado de la cuestión [iv]]
El español ibérico tiene menos hablantes que
el ruso, inglés, alemán, francés y está cerca del polaco y no muy lejos de
neerlandés. Las variaciones dependen de si se consideran todos los habitantes (46.733.038) o sólo los de las zonas
monolingües (28.219.566) donde no se habla catalán, aranés (occitano), gallego,
euskera. Sin olvidar idiomas minoritarios (el caló o romaní o el erromintxela,
el romaní del País Vasco) y las numerosas formas dialectales.
La diplomacia económica española
mantiene viva una academia de la lengua en Filipinas donde el idioma se perdió
y, desde 2016, existe otra institución semejante en Guinea Ecuatorial donde el
español es lengua oficial (junto con el francés y el portugués) aunque los
guineanos hablan sus propios idiomas. Hasta ahí llega el español no americano.
En España, el tardío
Estado liberal de muy lenta y frágil gestación (de 1833 a 1875), la desigual
revolución industrial dependiente de las remesas coloniales, la interminable
hegemonía de la derecha, la segregación de las clases populares que tan bien
ilustraron la novela picaresca, Baroja, Valle Inclán o Galdós, produjeron la
supervivencia de una élite social y económica que fue atravesando los regímenes
políticos sin solución de continuidad hasta el presente. Pareció guiarla la frase de Lorenzo Valla que
Antonio de Nebrija repitió en la dedicatoria de su gramática de la lengua
castellana a Isabel la Católica: “la lengua es el instrumento del
imperio”.
Del Consejo de la Hispanidad de Franco
a la AECID
El sueño despótico de Franco imaginó
una institución llamada Consejo de la Hispanidad (1940) “para asegurar la
continuidad y eficacia de la idea y obras del genio español”. Organización, en
1945, bautizada como Instituto de Cultura Hispánica; en 1979, como Instituto de
Cooperación Iberoamericana, y en 1989, como Agencia Española de Cooperación
Internacional para el Desarrollo (AECID), para “fomentar, coordinar y ejecutar
programas y proyectos de cooperación para el desarrollo en el campo económico,
cultural, científico y técnico.” No se abominó de los centros ideológicos del
fascismo después de la muerte del dictador. Edificios, funcionarios y fines se
readaptaron a los nuevos tiempos. No fue el único caso.
Como en la conquista de los mercados
americanos del libro, la Argentina estuvo en el principio. En 1988 se creó el
primer Centro Cultural de España, el de la calle Florida de Buenos Aires; en
1990 empezaron a llegar las primeras empresas españolas, entre ellas
Telefónica; en 1991 la Argentina participó de la primera Cumbre Iberoamericana
en México; en 1992 la AECID construyó el segundo Centro Cultural de España, en
Rosario; en 1995 se creó en Buenos Aires la Fundación Ortega y Gasset donde hoy
se dan cursos de español para extranjeros y se toman los exámenes del Instituto
Cervantes; en 1998, la AECID contribuyó a la creación del tercer Centro
Cultural de España en Córdoba; en 1999, un ministro menemista [v],
mencionado en casos de corrupción y tráfico de
influencias, firmó un acuerdo de colaboración con el Instituto Cervantes creado
en 1991.
En la década de los noventa se
hicieron en América Latina siete “cumbres iberoamericanas” y la aplicación
continental del Consenso de Washington facilitó la instalación de las empresas
españolas: Iberdrola, Repsol, Gas Natural, Endesa, Banco Santander, Banco BVBA,
Ferrovial, ACS, Mapfre, etcétera. Además de embajadas y consulados, existen
oficinas comerciales de España en todas las capitales del continente; centros
culturales (además de los tres de Argentina) en Asunción, La Paz, Lima. Montevideo,
México DF, San José de Costa Rica, San Salvador, Santiago de Chile, Santo Domingo,
Panamá, Tegucigalpa, Managua. En Brasil existen sedes del Instituto Cervantes
en Sao Paulo, Río de Janeiro, Brasilia, Curitiba, Porto Alegre y Salvador, Recife
y Belo Horizonte. En Estados Unidos en Albuquerque, Boston, Chicago, Nueva York
y Seattle.
El teatro de las
sombras
Cada cierto tiempo, las Cumbres Iberoamericanas o los Congresos de la
Lengua diseminan sobre los ciudadanos latinoamericanos una dosis anual o
bianual de pertenencia ficticia a una ficticia Comunidad Iberoamericana de
Naciones donde, como dijo Quevedo de los sueños, las élites españolas son
el teatro, el auditorio, los actores, el argumento y la boletería. Más del 40 %
de las ganancias de las empresas del IBEX 35 (índice bursátil de las empresas españolas
con más liquidez) lo aporta América Latina.
La red de secretarías de Estado,
subsecretarias, oficinas diversas, casa de América en Madrid y Barcelona,
fundaciones, becas, conciertos económicos y convenios variadísimos, instituciones
de la lengua, de la cultura, multinacionales y vínculos políticos forman una
trama interminable de describir pero que reconoce todo lector de los documentos
de la historia de América: es pura literatura virreinal. Otra vez.
El “capitalismo emocional”, que convierte las emociones en mercancías, a
veces captura personas que prestan su oreja, incluso hay funcionarios que
firman cosas, que las aprueban, que no reflexionan ni un minuto sobre la
violencia simbólica, la destrucción: imaginar a los latinoamericanos como
máquinas que pueden hablar de modo más rentable, nada menos. Imaginarlos como
números. Imaginar su experiencia como perpetuo sometimiento.
[i]
Frases literales de: https://elpais.com/cultura/2019/03/22/babelia/1553277299_310934.html
[ii]No sé
si “la gallega” todavía existe.
[iii]
Este fragmento lo escribió Pablo González Amado, (Chile, 2010) y lo reproduce
Mario Pérez Oliva (espero que no le moleste la cita), médico veterinario en
ejercicio, profesor y académico. http://caballosyopinion.com
[v]Manuel
García Solá (1953), empresario agrario y exiguo ministro de Educación de la
Nación (de abril a diciembre de 1999) fue denunciado por la Oficina
Anticorrupción (2000) y mencionado en un escándalo de tráfico de influencias
(2010).
Referencias
[Se mencionan sólo textos utilizados para la redacción de estas notas]
Salmon, Christian: Storytelling, Paris, La Découverte,
2001.
Morán, Gregorio: El
cura y los mandarines (Historia no oficial del Bosque de los Letrados): Cultura
y política en España, 1962-1996, Akal, 2014.
[1]
Frases literales de: https://elpais.com/cultura/2019/03/22/babelia/1553277299_310934.html
[2]No sé
si “la gallega” todavía existe.
[3] Este
fragmento lo escribió Pablo González Amado, (Chile, 2010) y lo reproduce Mario
Pérez Oliva (espero que no le moleste la cita), médico veterinario en ejercicio,
profesor y académico. http://caballosyopinion.com
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