Si hacemos un poco de historia, tenemos que
en 1789, el químico francés
Claude Louis Berthollet (1748-1822) sintetizó un nuevo compuesto con
propiedades desinfectantes y blanqueadoras que denominó agua de Javel. Se
trataba del hipoclorito de sodio, que se conoce también como lejía, lavandina, agua jane, cloro, blanqueador, etc., según las
denominaciones que se le dan en los diversos países de la lengua castellana.
Hoy, todos esos nombres sirven para denominar a una gran variedad de sustancias que, en
disolución acuosa, son un fuerte oxidante, y que suelen
utilizarse como desinfectantes,
como decolorantes y en general como solventes de materias
orgánicas, sin embargo, puestos a ¿definir? los cosos
de la RAE nombran se abocan a “lejía”, reservando para todas las otras
variantes el rango de “americanismos”:
Lavandina
De Lavandina®, marca reg.
1.
f. Arg., Bol., Chile, Par. y
Ur. lejía.
lejía
Del lat. lixivia.
1.
f. Solución de sales alcalinas
en agua, que se utiliza en limpieza como desinfectante y blanqueador doméstico.
Dejando de
lado, de momento, que bien podría decirse que la lavandina al
menos es simplemente cloro disuelto, y que “en limpieza” no hace
falta en la frase (ya que el DRAE economiza tanto), el problema aquí es que el
idioma rector es el español de España, puesto que quien oiga o vea escrita la
palabra “lavandina” sabrá que es el modo en que en ciertos países llaman a la
lejía… Es decir, el DRAE traduce, no define. Y está bien que lo haga,
al final, ¿no? Porque se trata de idioma distintos. Salvo que el DRAE debería aclarar
entonces que es un diccionario multilingüe.
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