El escritor, traductor e investigador argentino Diego Bentivegna publicó la
siguiente reseña en la revsita Otra parte,
en su versión virtual, correspondiente a la semana pasada. En ella se ocupa de Historia política del español, un
volumen colectivo coordinado por José Valle, que acaba de publicar la editorial
Aluvión, de Madrid.
Una diversidad a regañadientes.
Sobre “Historia política del español.
La creación de una lengua”
La creación de una lengua”
Hace unos meses, la Universidad de
Buenos Aires suscribió un acuerdo con el Instituto Cervantes para la promoción
conjunta de un certificado internacional de conocimiento del español. La firma
del convenio, que involucra también a la Universidad Nacional Autónoma de
México y a la de Salamanca, disparó una serie de respuestas críticas, muchas
veces airadas, por parte de diferentes enunciadores colectivos que entendieron
que era necesario hacer escuchar sus voces en el asunto, como los profesores de
español como lengua extranjera que enseñan en la Facultad de Filosofía y Letras
o los traductores nucleados en el Club de Traductores de Buenos Aires. Más
cerca en el tiempo, a mediados de octubre, el escritor español Arturo
Pérez-Reverte volvió a pedir, con argumentos regresivos de una tosquedad
llamativa, la intervención de la Real Academia ―de la que es miembro― en los
debates en torno al sexismo lingüístico y a las políticas de acción sobre esa
cuestión de diferentes actores sociales y políticos de la península. El llamado
al orden por el que clamaba el autor de la difundida saga del capitán Alatriste
provocó la respuesta indignada de Francisco Rico, uno de los más conocidos
expertos en la literatura hispánica del Siglo de Oro y cervantista reputado.
En ambos sucesos hay algo de ya
escuchado. Son disputas que hacen visible la dimensión histórica de los debates
en torno a la lengua. En ellas reemergen y se resignifican discursos sobre las
lenguas que, de una manera u otra, atraviesan los archivos del mundo hispánico,
de Nebrija a Borges, de Andrés Bello a García Márquez. Son esas zonas del
archivo las que recorren los artículos reunidos en la Historia política del
español, el volumen publicado originalmente
en 2013 en inglés por la Universidad de Cambridge y editado ahora en castellano
por la editorial Aluvión, de Madrid. Organizado por José del Valle, profesor de
español en la Universidad de la Ciudad de Nueva York, el libro se presenta como
el primer paso de un proyecto histórico más amplio que cuenta con una plataforma
digital especialmente diseñada para alojar colaboraciones e intervenciones de
autores y de lectores.
En la Historia política del
español participan especialistas de
diferente formación que piensan el problema político de las lenguas desde
América Latina, desde España y desde las universidades norteamericanas. El
proyecto funciona en este sentido como una intervención crítica transversal de conjunto,
equiparable a los volúmenes colectivos que suelen presentarse como resultado de
los congresos organizados por las academias de la lengua de los que es la
contracara. Lo hace, además, como una operación sustancial en la conformación
de un espacio de pensamiento que, mucho más que una disciplina y mucho más,
incluso, que una línea teórica, se concibe a sí mismo como un campo complejo de
estudios. Se trata del campo de la glotopolítica, que comenzó a ser proyectado en América Latina en
los años ochenta desde la Universidad de Buenos Aires por Elvira Arnoux, quien
colabora en este volumen con un estudio sobre las gramáticas escolares en el
Río de la Plata en el siglo XIX.
De la lectura de los estudios
reunidos en el volumen coordinado por Del Valle se desprende que los límites de
ese lugar glotopolítico desde el que se piensa la historia de la lengua no son,
por cierto, los de un espacio geográfico concreto. Su frontera no es el Río
Bravo, su confín no son los Pirineos ni es Tierra del Fuego, su espacio no
espeja el de continente alguno. Se concibe, en cambio, como un lugar desde el
que se despliega una historia alternativa a la narrativa evolucionista y en
última instancia imperial asociada con el hispanismo y con sus derivas actuales
en la política lingüística oficial asumida por la Real Academia, la Asociación
de Academias de la Lengua y el Instituto Cervantes y sustentada por empresas
poderosas del ámbito de las comunicaciones, como Telefónica de España y el
grupo Prisa. Frente al logos panhispanista encarnado en esas instituciones,
frente a una teleología que desemboca en un neoimperialismo de la lengua que
hoy hace de la “unidad en la diversidad” una de sus principales divisas, la Historia política del
español presenta una genealogía, una
confluencia de narrativas alternativas.
El volumen no es en este punto el
desarrollo de un relato orgánico. Es más bien la exploración discontinua de
diferentes momentos históricos en los que se produce el quiebre, la ruptura y
la redefinición en términos explícitos de la lengua como objeto conflictivo,
como espacio ideológico de disputas. La decisión de iniciar la serie con el
artículo de Roger Wright sobre el comienzo de una reflexión política en torno
al español a partir del surgimiento de una valoración explícita de la variedad
romance es, a todas luces, sintomática. La historia política comienza, vista
desde allí, cuando surge la conciencia de la existencia de una forma propia,
que se va entramando a partir de entonces con la historia política de la
península ibérica primero y de su expansión mundial en América, más tarde.
A lo largo del libro se recorren
algunos puntos sustanciales de la historia de la lengua en los que lo político
aflora de manera explícita, como el momento de surgimiento de las primeras
gramáticas sistemáticas, como la de Nebrija, la expansión del castellano en el
ámbito americano durante la conquista, la fundación de la Real Academia, la
asunción de la norma académica como norma de Estado en España, los debates
sobre la lengua y la emancipación en el sistema escolar argentino, la fundación
del Instituto de Filología de Buenos Aires, las fronteras entre el castellano
americano y el portugués brasileño, el lugar de la red de academias de América
Latina y su relación con la RAE, la posición del catalán, el gallego y el vasco
en los años de la República española, la situación de la lengua en Estados
Unidos, etcétera.
Como conjunto, los estudios
reunidos en Historia
política del español conforman un análisis
descentrado que enfoca y que desmonta las articulaciones históricas que se
producen en la zona donde la maquinaria política se toca con el orden
lingüístico, entre el espacio de la lengua, el del poder soberano y el
despliegue de un dispositivo económico o administrativo. Se trata, en
consecuencia, de una intervención crítica definitivamente política, que obliga
a repensar aquello que se da como una verdad de suyo: el carácter naturalizado
y acrítico del metarrelato de la unidad y de una diversidad tolerada en el que,
en teoría, se resume la historia de la lengua española.
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